Por Gisela Valdivia*
Es histórico: Argentina es el primer país del mundo que tiene una ley de paridad en los medios de comunicación, una normativa impulsada por comunicadoras feministas. La Ley de Equidad es la representación de los géneros en los servicios de comunicación que fue aprobada en el Senado nacional y repitió el resultado sin modificaciones en la Cámara de Diputados el pasado 10 de junio.
La editora de género y diversidades de Télam, Silvina Molina, celebró lo significativo que es esta norma en el actual “contexto político” de la Argentina, como así también la relevancia que tiene para abrir oportunidades en el mundo periodístico, donde sólo el 30 por ciento de las redacciones está compuesto por mujeres y pocas de ellas llegan a tener cargos directivos y de toma de decisiones.
La ley también establece que debe garantizarse la representación de personas transgénero, transexuales, travestis e intersex en un porcentaje nunca menor al 1 por ciento en los medios públicos.
– ¿Cuál es tu opinión sobre la ley que promueve la paridad de género en los medios de comunicación?
– Es una ley que celebro y que está muy bien en este contexto político de la Argentina, en los medios públicos todo lo que dice la ley está cumplido porque hay directoras mujeres y hay protocolos en los medios públicos. El gran debate lo dan los medios privados; pero la ley no castiga, ni quita nada, lo único que dice la ley es que si un medio privado aplica algunas de las normas equitativas con perspectiva de género va a ser considerado de mejor forma para acceder a la pauta oficial, es lo único que dice.
– ¿Qué pasa con los cupos trans en los medios? ¿Esto se cumple en Télam?
– Argentina fue pionera del cupo trans en la Nación en los años 90 y estudios que se hicieron después demostraron que eso sirvió muchísimo para tener una base y visibilizar la ausencia, pero creo que lo mejor que nos puede pasar es que no existan los porcentajes y que sea totalmente natural que vos puedas tener la equidad para acceder a un puesto seas mujer, seas trans, seas inmigrante, seas una persona indígena, seas una persona con discapacidad.
Todo lo que marca desigualdad no debería tener un cupo, pero la realidad es que hoy hay que tenerlo porque si no es imposible que se llegue. Así como también quisiera que en algunos años no exista la figura de editora en género porque ya esté instalado en los medios que esta perspectiva tiene que estar como parte de los derechos humanos y que no hiciera falta tener a una persona mirando que eso ocurra en los medios de comunicación. En Télam tenemos una compañera que es trans, quizás hay algunas otras personas que lo son, pero no lo dicen y eso es respetable. No sé qué cantidad de personal tenemos y si está cumplido el cupo trans.
–¿Cómo fue llevar el rol de editora de género y diversidades en Télam, teniendo en cuenta que al poco tiempo comenzó la pandemia?
-Fue realmente un desafío porque con todas las compañeras no tenemos la misma manera de trabajar y tenemos que adecuarnos a la realidad de nuestros medios, entonces en el caso de Télam y en mi caso yo venía siendo una consultora en temas de género de la redacción y no tuve que empezar de cero en un contexto de pandemia y de total virtualidad a que me conozcan porque hace 10 años trabajo ahí. Hubo que pensar cómo trabajar para que se entendiera cuál era mi tarea dentro de la agencia. Antes de la cuarentena había empezado a tener reuniones presenciales con cada sección y eso se interrumpió, entonces fue mucho trabajo después hablar a cada jefatura de sección. Igual la virtualidad nos ayudó a pensar cómo poder estar unidas las distintas secciones de la agencia para generar trabajos en conjunto con perspectiva de género.
–El rol de editora en género ahora está en varios medios, ¿lo ves como algo efectivo o que sólo es políticamente correcto?
– Yo creo que hay de todo, conozco en Argentina a casi todas las editoras de género y sé que tienen un compromiso enorme por la temática y las que conozco no se prestarían o no me prestaría yo a que me usen para hacer algo políticamente correcto. Las inglesas tienen un término que es el pinkwashing o sea lavado rosa de los medios, visto como que es re bueno tener editora de género, tener perspectiva de género, firmar acuerdos de igualdad de género con Naciones Unidas y que después en la práctica eso no ocurra, ése es el lavado de cara. Creo que una de las funciones que tenemos las editoras de género es lograr que eso no ocurra. Y también, creo que ninguno lo sostendría si no fuera así porque estás poniendo en juego tu prestigio y tu nombre.
–¿Por qué seguís eligiendo el periodismo como oficio?
-Yo realmente creo que es el mejor oficio del mundo. Justo en el día del periodista una mujer que acompañé mucho con mis notas, que fue abusada por un oficial de la Armada me llamó para contarme que finalmente salía el juicio y cuando recibís esas devoluciones de gente que entrevistaste, con la que colaboraste de alguna manera para visibilizar su situación, para que se haga Justicia, para que se respeten sus derechos, eso ya vale todo. Por eso sigo eligiendo el periodismo, un periodismo colectivo, un periodismo con pares, tanto varones como mujeres y disidencias. Siempre hice periodismo acompañándome para que me ayuden a pensar, que me critiquen, que me cuestionen, que me interpelen, porque voy aprendiendo todos los días. En el periodismo si te pones en esa postura tiene una riqueza como lo tienen muy pocas profesiones y da la posibilidad de estar aprendiendo cosas nuevas todo el tiempo. Te da la posibilidad de decir “no sé” o “estoy equivocada” y “aprendí algo nuevo y estoy cuestionando mi postura” y eso te enriquece muchísimo como persona y como profesional.
El periodismo que yo hago es con la gente, yo no hago un periodismo de Google, aunque lo uso mucho, me sirve y es fantástico, pero creo que nunca hay que perder el contacto con la gente. El día que vos dejaste de tener el contacto con la gente, de tomarte un colectivo, el tren, de hablar con los vecinos, de ir al territorio, te perdiste la enorme oportunidad que te da el periodismo. Así lo vivo yo, por eso lo disfruto, lo sigo eligiendo. Aunque en algún momento personal muy duro tuve ganas de correrme de esta profesión, pensé que no sé hacer otra cosa que me haga feliz que no sea hacer periodismo.
* Esta nota fue realizada en el marco de la cátedra de Periodismo Gráfico