Por Ornella Testa*
A los cuatro minutos de entrevista Sabrina Cicchelli ceba el primer mate. El termo de acero color gris se destaca frente a la pared fucsia que está a sus espaldas y nunca abandonará el plano que toma la cámara de celular y que se reproduce a través de Zoom. Como todos los domingos a la mañana, hoy participó en la Asamblea de Personas en Situación de Calle que se realiza en la Plaza Grigera (Hipólito Yrigoyen 8700) y en la que se escuchan las necesidades de los “compañeros que están en calle”, a quienes además se le entregan viandas de comida. Recientemente el Colectivo, organización no partidaria y horizontal que trabaja la problemática en zona sur, y la Asamblea fueron declarados de interés municipal en Lomas de Zamora.
Cicchelli es licenciada en Relaciones Públicas, trabaja en cultura organizacional y comenzó su voluntariado en 2017 a partir de una publicación que realizó una amiga en Facebook, en la que solicitaban donaciones de ropa para unas duchas comunitarias. “Lo que me llamó la atención fue que las personas que me cruzaba cuando iba a trabajar eran las mismas que me encontré en ese espacio y que se duchaban ahí. Entonces me empecé a involucrar cada vez más y dije: `Si quiero hacer algo o acompañar, este es el lugar´”.
El nombre del Colectivo surge del primer Censo Popular de Personas en Situación de Calle que se realizó en Lomas de Zamora y Lanús a fines de 2019. El informe muestra que 1024 personas -adultos y niños- se encontraban en situación de calle entre ambos municipios y que 199 de ellas dormían a la intemperie. Son personas, de acuerdo con el estudio, que están en una condición “socio-familiar vulnerable, sin ingresos, ni trabajo y en situación de exclusión social”. Aunque estos números aumentaron al comienzo de la pandemia, las leyes que deben garantizar sus derechos no fueron aplicadas. Recién a comienzos de este año se comenzó a trabajar en la apertura de un centro de integración.
-¿Cómo surgió la idea del censo?
Gran parte de los voluntarios que trabajan la problemática en provincia colaboraron en el censo que se hizo en 2017 por primera vez en Capital Federal. Se les ocurrió replicarlo acá como forma de reclamo y, consecuentemente, de colaboración con el Municipio porque el diagnóstico de la situación es un paso indispensable para poder construir política pública efectiva. La génesis fue esa, intentar llamar la atención y así pedir el cumplimiento de la Ley (provincial) 13.956 (Programa de Asistencia a Personas en Situación de Calle)
-¿No existe ningún tipo de aplicación de esa Ley?
Me animaría a decirte que en ninguna parte del conurbano se cumple la ley ni hay presupuesto asignado, pero prefiero decirte lo que sé con mayor seguridad que es lo de Lomas y Lanús. No hay presupuesto asignado para esa ley, por lo tanto, no hay aplicación. Lo que sí existen son algunas acciones aisladas.
En Lanús, por ejemplo, está el Área de Niñez, donde operadores trabajan con las familias que tienen niños y se encuentran en situación de calle, es decir, gente que quizás tiene lugar para dormir pero que son vendedores ambulantes y están con los nenes todo el día. Allí se realizan tareas de carácter mayormente asistencialista, en relación a la documentación o a los cupos escolares, cuestiones necesarias pero superficiales. Y por otro lado está Asistencia Crítica, que recorre los alrededores de la estación y entrega viandas de comida o frazadas.
En Lomas, los mismos trabajadores del municipio impulsaron la creación de una posta sanitaria porque veían mucha demanda de cuestiones médicas por parte de personas en situación de calle. Una vez a la semana en la estación de Lomas se asistía en temas referidos a medicamentos, tratamientos o derivaciones. Ahora funciona en la estación de Temperley todos los martes y se sumó un Centro de Acceso a la Justicia, Desarrollo Social tiene más participación que antes y hay asistentes sociales que se ocupan de los alimentos. Esto es a nivel municipal pero no está alineado con la aplicabilidad de la Ley.
–Uno de los derechos que debe garantizar la Ley 13.956 es el de asistencia médica, ¿qué hicieron las autoridades con respecto a la pandemia y la gente en situación de calle?
Presentamos, tanto en Lanús como en Lomas, proyectos de aislamiento. La propuesta era que el Colectivo haga el enlace entre la persona y el lugar de confinamiento, los visite y acompañe pero el espacio y los trabajadores que estuvieran ahí los tenía que proporcionar el Estado porque si no las organizaciones se iban a quedar sin voluntarios que hagan las recorridas de viandas y porque en el fondo lo que queremos es que ellos se hagan responsables. Nosotros no tenemos que cubrir ese rol, tenemos que trabajar en coordinación. Finalmente, Insaurralde (intendente de Lomas de Zamora) nos dijo que no porque iban a abrir un centro con la organización “No seas Pavote” en el Club Temperley. Fue un lugar para 30 personas, sostenido por colaboradores, y el municipio realizó donaciones de alimentos y ropa. No hubo un intento de abrir otros centros ni se acercaron al resto de las organizaciones con relación a temas alimentarios.
–¿Y en Lanús?
Directamente nos ignoraron.
–¿Qué pasó con el resto de las personas?
Nada. De hecho, en ese momento cerraron la posta sanitaria y las duchas comunitarias. Los pocos lugares que estaban para personas en situación de calle desaparecieron apenas empezó la pandemia. Había que hacer algo con las otras 200 personas que, entre Lomas y Lanús, estaban a la intemperie y no se podían aislar de ninguna manera, pero no había voluntad de los funcionarios.
–¿Aumentó la cantidad de personas en esta situación a partir de marzo del año pasado?
Sí, sin duda. Y se notó en la segunda semana de pandemia, no después de un mes o más, fue algo automático e increíble. Era fin de mes y ya está, la gente no pudo pagar más el alquiler y se quedó por primera vez en la calle. Y sigue habiendo casos así. Cada dos fines de semana te cruzás con gente que es la primera vez que está en esta condición. Yo creo que va a dejar mucho vestigio en ese sentido.
–Imagino que no debe ser fácil escuchar esos testimonios de la boca de sus protagonistas, ¿cómo lo afrontan ustedes en lo personal?
Desde el lado de voluntaria te puedo decir que las cosas no las hacés sola, hay una red de compañeros que en situaciones complicadas te pueden escuchar y bancar. Por otro lado, sin perder la sensibilidad, hay cierto “callo” porque sino no se podría seguir. Capaz terminamos la asamblea, en la que hablamos temas súper profundos, y dicen: “Bueno, me voy a buscar el cartón así hoy duermo un poco mejor”. Eso te baja a la realidad. Terminamos la asamblea, yo me voy a mi casa y él a buscar un cartón para dormir a la noche. Son cosas que no entran en la cabeza, que me siguen descolocando. Ahora cada vez que veo un cartón, lo pienso como aislante o como cama, y no como un simple cartón.
Efectivamente debe de existir ese “callo” del que habla Sabrina. En su voz no hay congoja ni en sus ojos, lágrimas. Aborda el relato hasta con cierto humor y actúa las escenas. Pero cuando parece que está todo dicho, su cabeza gacha y su mirada perdida abren la puerta a la reflexión.
–Pero por otro lado convive la indiferencia…
Sí, hay etiquetas sociales para la gente en situación de calle que suelen ser “está ahí porque quiere, porque es un drogadicto” aunque drogarse o tomar vino lo hacen un montón de personas dentro de sus casas. Hay consumo problemático, pero no siempre es el motivo por el cual están en la calle, muchas veces empiezan cuando llegan a esa situación, nos lo dicen muchos compañeros. Ahí no hay una regla universal Si hay algo universal es el estigma, la etiqueta, el señalamiento prejuicioso de “algo habrá hecho”. Entonces te olvidás y no los mirás. También está la idea, que tienen muchos voluntarios, de “pobres, hay que ayudarlos porque solos no pueden”. Aparece la lástima.
Pero cuando analizamos un poco más la situación, te das cuenta de que es el resultado de una cadena de injusticias mucho más amplia, que es un ser humano, y por más que tenga una adicción, tiene derecho a un plato de comida. Los prejuicios y las etiquetas no colaboran a buscar una solución de fondo y de integrar a la persona.
– ¿Y la violencia?
Hay muchos eventos en que la Policía los saca, los corre o los maltrata. Pero también hay violencia institucional, por ejemplo, dejan las frazadas en los bancos que están adentro del Hospital Gandulfo (Lomas de Zamora) y la gente de limpieza se las tiran porque tienen órdenes del director. Pero no es un paquete de galletitas, es una frazada.
Ahora estamos en contacto con alguien que trabaja a nivel provincial con la Policía para hacer un registro de situaciones de violencia y, en base a eso, hacer algo.
A principios de 2021 generaron un “canal de diálogo oficial” con el Municipio de Lomas de Zamora a partir del reclamo por la apertura de duchas comunitarias. Luego de petitorios formales, difusión a través de los medios de comunicación local y la realización de una radio abierta en la Plaza Grigera un domingo de enero, fue necesario “cortar la calle, hacer más ruido y molestar” un día de semana para que sean escuchados. Actualmente forman parte de una “mesa” en la que participan concejales, funcionarios municipales, referentes de organizaciones sociales y personas en situación de calle.
–¿En qué trabajan actualmente?
En un centro de integración a nivel municipal, en el que también van a participar las organizaciones sociales. A diferencia de un parador, donde solo se pasa la noche, acá se va a abordar la problemática de forma integral, la parte vincular, la salud, la educación y el ocio. No queremos que quede relegado a la comida y la frazada. De hecho, desde el Colectivo ya empezamos las capacitaciones para que los compañeros que están en calle sean los propios trabajadores del centro. Están muy entusiasmados, entonces es algo que vamos a defender de la mejor manera.
–¿Qué va a dejar la pandemia?
Se empezó a visibilizar más la problemática. Existieron varios factores para que esto sucediera, uno fue la pandemia, pero también la coyuntura política. Todo empezó a funcionar peor y los medios de comunicación masiva lo tuvieron que mostrar. Sumado a que las organizaciones sociales empezamos a gritar mucho más que antes. Esto generó algo positivo y se empezó a mover más la cuestión de la situación de calle. Por otro lado, a nivel local, dejó en claro que el trabajo colectivo tiene mayores resultados, que es necesario un municipio organizado.
Crédito fotografías: Colectivo Censo Sur
* Nota realizada en el marco de la cátedra Taller de Periodismo Gráfico