Leopoldo Lugones, el poeta que soñó su muerte

Fue uno de los intelectuales indiscutidos de los inicios del siglo XX de la Argentina y alrededores. Prefiguró a la generación del 22. Militó en el socialismo, el anarquismo y terminó proveyendo doctrina a las dictaduras. Se suicidó en Tigre.

Horacio Raúl Campos

Lomas de Zamora, agosto 16 (AUNO)–. Hombre de convicciones y pasiones elementales (la frase es de Borges), Leopoldo Lugones cantó a favor de las potencias colonialistas de turno, al país granero del mundo, se expresó con saña contra el aluvión inmigratorio pobre que llegó de Europa, deambuló por el anarquismo para terminar con la “hora de la espada” que habrá de hacerse realidad en el 30.

Lugones hacia los primeros años del siglo XX era el faro intelectual indiscutido de la Argentina y alrededores. Fue un oscilante péndulo en términos de la política: empezó en el anarquismo, pasó por el socialismo y terminó con la hora de la espada que no manejaba, pero que el régimen oligárquico que golpeó en el 30, sí.

Se cuentan por centenares los libros que critican su escritura. Se lo inscribe en el movimiento modernista. La importancia de su escritura radica también en la renovación de la poesía cuando los cantos de los cisnes estaban quedando bastante vetustos.

Las metáforas de Lugones, mal que les pese a los borgeanos, ya estaban escritas cuando llegaron aquellos escritores conocidos como “la generación del 22”. Allí están los versos de Lunario Sentimental o Los crepúsculos del jardín, escritos con más que bellas y musicales curvas verbales.

Su helenismo está en algunos de sus relatos y todo el menú de colores del modernismo. Decíamos que el escritor cordobés en los primeros años del siglo XX era la referencia insoslayable de las letras argentinas.

Con el prestigio a cuestas, Lugones eleva a mitología nacional y legitima entre las clases cultas, voceras de la oligarquía vacuna, el Martín Fierro de José Hernández, durante una serie famosa de conferencias dadas en el Teatro Odeón de Buenos Aires.

Un aporte al nativismo

De esas presentaciones, nació uno de su no menos famoso libro: El Payador. Las necesidades nativistas del roquismo en medio de un violento clima político y social creado por la oligarquía ante la presencia del aluvión de inmigrantes, es la característica básica del contexto de los primeros años del XX.

Así fue que el ministro del Interior de Roca, el riojano Joaquín V. González, le encargó a Lugones, por decreto, con la correspondiente remuneración, que hiciera un trabajo sobre los jesuitas.

El libro El Imperio Jesuítico fue el producto de un documentado trabajo realizado por el escritor nacido en 1874, en Villa de María del Río Seco, Córdoba. Roca y González encargan en ese mismo año también a Juan Bialet Massé un informe fruto de sus recorridas por todo el país.

El informe del médico catalán derivó después en un proyecto de ley de Trabajo y en un libro que se titula Informe sobre la clase obrera argentina. Sin que nadie se lo propusiera, el trabajo es la más descarnada y luminosa prueba contra la zoncera según la cual la Argentina en ese momento era el país más feliz de la tierra.

Todos los biógrafos coinciden en que Lugones tomó parte en el socialismo entre 1896 y 1903. Su compañeros de partido son escritores importantes dentro de la literatura argentina: Payró, Gerchunoff, Manuel Ugarte y José Ingenieros, entre otros. En ese año se produjo una grave crisis en el Partido Socialista a raíz de la balcanización de Colombia.

En su El libro fiel (1912) escribió el extraño poema ‘Historia de mi muerte’: “Soñé la muerte y era muy sencillo: / Una hebra de seda me envolvía, / Y cada beso tuyo, / Con una vuelta menos me ceñía (…)”.

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Bibliografía:
-Leopoldo Lugones, El Imperio Jesuítico, Buenos Aires, Hiyspamérica, 1985. Contiene un prólogo de Jorge Luis Borges y una introducción de Roy Bartholomew. El libro fue escrito entre junio de 1903 y mayo de 1904 por encargo del ministro del Interior, J.V. González; y el presidente Julio A. Roca.

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