Después de permanecer internado más de 80 días, el fotógrafo Pablo Grillo fue dado de alta el martes y salió del Hospital Ramos Mejía, en la ciudad de Buenos Aires, donde fue atendido por las heridas que le provocó el impacto en la cabeza de un proyectil de gas lacrimógeno arrojado por un agente de la Gendarmería durante la marcha de los jubilados del pasado 12 de marzo.
Aplaudido por médicos, enfermeras, amigos y periodistas, el fotoperiodista salió del hospital acompañado de sus padres, Mary y Fabián, y de su hermano Emiliano, que apenas contenían las lágrimas, detallaron desde la cuenta de Instagram @Justiciaporpablogrillo.
La salida del hospital, según destacaron, es el inicio de una nueva etapa en la recuperación de Grillo, que será trasladado a un centro de rehabilitación donde continuará su tratamiento.

El día anterior a recibir al alta, el fotógrafo aseguró querer irse y que «no aguantaba más estar ahí», escribió su colega Kaloian Santos Cabrera en una publicación de esa misma red social.
También explicó que el padre del fotoperiodista, Fabián, le llevó una cámara nueva a su hijo, que reaccionó con una sonrisa y acarició el dispositivo «con una delicadeza que no le conocía».
Grillo fue agredido con un dispositivo de gas lacrimógeno que le arrojó el cabo primero de la Gendarmería Nacional, Héctor Jesús Guerrero. Varios testigos filmaron cómo el fotógrafo tomaba imágenes de la represión a los jubilados en inmediaciones del Congreso y en ese momento, recibió el impacto.
La conmoción por el ataque causó repercusiones en las redes sociales, pero también en las calles, donde muchos vecinos y vecinas de Remedios de Escalada salieron a pedir justicia.
AUNO-05-06-2025
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