Lomas de Zamora, julio 29 (AUNO).- A los 82 años falleció el guitarrista Walter Malosetti, una referencia del jazz argentino que difundió el género no sólo como músico sino también como docente, una actitud que lo llevó a fundar la Escuela Superior de Guitarra y Jazz, a comienzos de la década de 1960.
“Finalmente papá terminó su lucha y ahora descansa en paz. Gracias por el amor que sabemos sus hijos y familiares que todos ustedes sienten por él”, informó su hijo, el bajista Javier Malosetti, a través de las redes sociales.
Discos, libros, clases, recitales. Todos los medios eran útiles para que Walter desplegara su saber teórico y práctico sobre el jazz. “La guitarra y yo somos inseparables”, definió en una entrevista que brindó a AUNO en 2011, antes de subirse a un escenario de zona sur.
En aquella ocasión, Malosetti contó sus comienzos en la música, su carrera y su dedicación a la enseñanza, además de analizar la actualidad del género en Argentina. A continuación, la entrevista:
—¿Cómo definiría al jazz?
—El jazz surge en New Orleans de una manera muy pura, basada en la fuerte influencia afro. Es un género que nos brinda a los músicos la posibilidad de ser libres en las interpretaciones, improvisaciones, fraseos, basándonos siempre en la estructura armónica de los temas.
—¿Qué representa en su vida este género?
—Es la pasión más fuerte que me llevó a vivir con plenitud toda mi carrera profesional. Sigo intentando día a día evolucionar para sentir el placer de transmitir al público y a los alumnos mi experiencia.
—¿Es correcto hablar de un “jazz argentino”? En su página web cita a Cortázar en “Rayuela”: el jazz es “algo absolutamente indiferente a los ritos nacionales, a las tradiciones inviolables, al idioma, al folklore: una nube sin frontera”.
—Pienso que la música es universal, un idioma que si se disfruta se lo entiende en todas partes, no tiene fronteras.
—Con casi 80 años, ¿qué lo motiva a seguir tocando?
—El deseo de sentir la inquietud de seguir escuchando, interpretando, componiendo. En fin, no me veo en otra actitud. Una vez me preguntaron cómo me vería cuando cumpliera 100 años y la respuesta fue: “Tocando jazz con mis guitarras”. Así que dentro de unos meses, cuando cumpla mis primeros 80, los estaré celebrando de esa manera, si se me permite.
—¿Cómo mantiene la vitalidad y la pasión por el jazz?
—La guitarra y yo somos inseparables. El jazz me apasionó desde que tengo uso de razón. Escuchar por la radio a Charlie Christian, West Montgomery o Louis Armstrong y poder ver a Oscar Aleman me volvía loco. Ni te cuento cuando mis amigos volvían de viaje de Europa o Estados Unidos y me traían revistas de jazz. Aún guardo ejemplares que al abrirlos me emocionan como la primera vez.
—¿Qué le aportó el jazz a su vida?
—¡Todo! Sin la música de jazz no hubiera encontrado mi ruta. No me imagino haciendo otra cosa.
—Con una vida consagrada al jazz, ¿qué planes o proyectos tiene para el futuro?
—Enseñar, poder estar interrelacionado con los alumnos me mantiene actualizado y me produce gran placer. Componer temas es algo que me da mucha paz. Actuar, ya que el contacto con el público es un estímulo permanente: sus mensajes, aplausos y conversaciones me hacen feliz. Compartir con los músicos amigos las actuaciones es de gran valor para mí. Además, estoy por grabar un nuevo disco, con algunos temas míos y otros de clásicos del jazz. El momento de la grabación es muy motivante. Por ahora estoy ensayando con mis queridos amigos, jóvenes y geniales músicos que me regalan la dicha de compartir esos momentos. Guillermo Delgado y Pablo Carmona en contrabajo, Mauro Vicino y Walter Coronda en guitarra rítmica y, además, habrá un tema sorpresa con un músico invitado.
—El jazz es un género musical que nació como expresión de los sectores marginados. ¿Por qué piensa que ha perdido esa base social? Incluso, podría decirse que, hoy en día, el público que escucha jazz es diametralmente opuesto al que lo originó.
—El jazz ha evolucionado hacia otros sectores de la sociedad pero sin perder la identidad que le dio esa clase oprimida, la idea de libertad que les brindaba. Era la ideología de rebelión de los que fueron esclavos. La definición que he escuchado sobre el jazz es la de la posibilidad que tenían los primeros músicos de crear, improvisar y así poder sobrevivir. Creo que es así y hace de este género algo único. El haber sido elegido por otros sectores sociales habla claramente del éxito del jazz.
—Descubrió el jazz en su infancia, escuchando por la radio a Louis Armstrong, Duke Ellington y otros. ¿Qué opinión tiene acerca de la escasa difusión del género en la actualidad?
—Esa es una realidad. Aunque tengo una idea optimista acerca de la evolución de más adeptos a esta música que irán demandando más jazz en los medios. En mis shows veo personas de todas las edades, familias que llevan a sus hijos a escuchar. Esto habla del interés de cierto público. Haber vivido toda mi vida viendo que hay muchos jóvenes que son admiradores del género es muy gratificante. Tuve en mi escuela miles de alumnos de todas las edades, por eso soy muy optimista.
—¿Cómo piensa que puede difundirse el género sin caer en las “garras” del mercado?
—Estar definido y enfocado en lo que a cada uno le gusta sin pensar lo que el mercado requiera.
—¿Qué lo motivó a dedicar gran parte de su vida a la enseñanza?
—El gran placer que da transmitir todo lo que se sabe, sin límites. Con la seguridad de que el alumno valorará todo lo que recibe. Recibo miles de mensajes de ex alumnos de mi escuela de Virrey Cevallos que hace tiempo que no veo. Ellos viven en Argentina y en diferentes partes del mundo. Esos mensajes me hacen emocionar y sentir que mi vida como docente ha sido valorada.
—Basándose en esa experiencia como docente, ¿piensa que el jazz puede ser enseñado y aprendido?
—¡Es así! Para que se pueda aprender tiene que sentir gran atracción y pasión por el género.
—Su hijo Javier realizó para canal Encuentro una serie de presentaciones para el programa “El Perseguidor”, con documentales sobre el jazz, blues y soul, ¿los Malosetti sienten el deber de difundir aquello que aman?
—Todo músico que ame su profesión desea que se conozca lo que hace. Javier realiza muy bien su intervención en “El Perseguidor” y lo sella interpretando temas que le dan más brillo aun al programa. Son muy buenos los episodios sobre “Historia del jazz”, de Ken Burns. Creo que esta difusión es muy positiva.
—¿Qué aspectos deben tenerse en cuenta a la hora de formar una banda de jazz?
—Los integrantes deben ser compatibles, se lleven muy bien, tener swing, ritmo, que disfruten y se diviertan con lo que hacen. De esta manera, se transmite al público la esencia del jazz.
—¿Cuán real es la idea de que el jazz es una música de improvisación
—La palabra “improvisación” puede llevar al error de pensar que el jazz no tiene normas. El género tiene una estructura básica: la melodía acompañada de acordes coherentes con el tema y en base a esto se improvisa, siempre sobre los acordes que contiene la línea melódica, sino sería un caos. El llamado estudio de armonía está para lograr tocar jazz. Siempre recomiendo la lectura de “Free Play: La improvisación en la vida y en el arte”, de Stephen Nachmanovich. Hay capítulos imperdibles sobre el tema, el autor analiza muy bien todos los conceptos y descarta cualquier teoría que califique al jazz como música improvisada, entendiendo como tal a una música sin normas ni reglas.
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