(AUNO) Las narices y lenguas electrónicas “son conjuntos de sensores”, describió el doctor en Química y docente de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, Martín Negri. “En el caso de las narices, se trata de sensores de gases que miden los vapores que larga un compuesto volátil y en las lenguas una tecnología completamente distinta los sensores van dentro del líquido o el alimento”.
Negri, a cargo del equipo de investigadores del Laboratorio de Arreglos Multisensoriales (LAMS) de la UBA – que desarrolló la primera nariz hace 7 años y creó la lengua electrónica y el flavorímetro durante el 2004 “#8220; destacó en una entrevista con la Agencia Universitaria de Noticias y Opinión (AUNO), que “cada sensor proporciona una señal diferente y el conjunto de las señales que se analizan da una huella digital del alimento o del gas que se esta estudiando”.
“En el laboratorio nos inspiramos en el sistema natural, pero nuestros instrumentos no hacen lo mismo”, explicó el docente. “A diferencia del hombre “#8220;precisó-, no dan una señal asociada con un sentido, como cuando nosotros comemos algo y decimos que es dulce, amargo, picante, agrio .” Según Negri, “las narices y lenguas están preparadas para clasificar en grupos las muestras de acuerdo a similitudes o diferencias y se valen de la matemática para describir lo que identifican”.
“El propósito es reconocer patrones por las señales que brindan los sensores, sin hacer un análisis químico, que es más costoso y más lento”, manifestó el químico y detalló que entre los objetivos se encuentran la “discriminación de productos a partir de sus aromas, la detección de emisiones gaseosas, el reconocimiento del estado de conservación de alimentos y la obtención de huellas digitales de olores de interés”.
Las líneas de investigación más relevantes de estos dispositivos son el estudio de los alimentos y bebidas, el encapsulamiento de saborizantes en geles biocompatibles, la discriminación de vinos, el análisis de conservación del pescado, la detección de fenoles y otros alcoholes en efluentes líquidos y la discriminación de fragancias para química cosmética.
Con respecto al encapsulamiento de saborizantes en geles, el investigador detalló que “se estudió la liberación hacia la fase aérea de saborizantes “#8220;como la esencia de tutti frutti- en función de los días de liberación” y para la investigación de la conservación de pescado “pudimos discriminar si una pieza de este alimento es fresca o si estuvo guardada unos días en la heladera”. Para Negri ésta “podría ser una herramienta para el control en pescaderías por parte de inspectores, y luego llevarlo a otro tipo de alimentos”.
En otro trabajo se logró diferenciar por sus olores entre muestras de diferentes vinos malbec argentinos y ahora se están analizando los del tipo chardonnay. Por otro lado, “podemos discriminar con las narices la presencia de alcoholes como el metanol y el etanol “#8220; y más tóxicos como el fenol- en efluentes líquidos, por ejemplo los desperdicios de todo proceso industrial”, comentó el científico.
Dentro de la química cosmética, “logramos distinguir, junto con panelistas entrenados, fragancias que tenían una pequeña cantidad de una nota de perfumería, un compuesto nuevo que se adhirió a la fragancia”, indicó Negri y subrayó que al proyecto “le otorgaron el Premio al Mejor Trabajo Científico en el XV Congreso Iberoamericano de Químicos Cosméticos (Buenos Aires, 2001)”.
“Una vez que obtenemos las señales, se mandan los datos en forma confiable y reproducible a una computadora para hacer cálculos con esa información y más tarde realizar una salida visual a la pantalla de otra computadora, que grafica el análisis”, explicó Negri. Destacó que “todos los materiales se desarrollan en nuestro laboratorio y hoy contamos con 4 tipos de narices electrónicas con distintas posibilidades de muestreo”.
Según el especialista, el estudio de los aromas es “fundamental” en las industrias de alimentos, cosméticos y bebidas, y en el empaque de productos, “debido básicamente a que el olor interviene mucho a la hora de elegir qué comprar. Además la identificación de olores ayuda en la seguridad industrial para la constatación de la presencia de gases en ambientes cerrados, como en estaciones satelitales y en naves de guerra, para descartar falsas alarmas de incendio”.
Con respecto a la invención del flavorímetro, Negri afirmó que es “una combinación sinergética de lenguas y narices, que permite analizar los dos atributos en forma simultánea, no invasiva, no destructiva, sin la necesidad de separar las dos fases para hacer el análisis en tiempo real”
La patente de este instrumento, que pertenece a la UBA y al Conicet, ya está articulada en el país. “Recientemente obtuvimos uno de los cinco financiamientos para patentes que otorgó la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica para patentar el flavorímetro “#8220;financiado también por la Fundación YPF- en Europa y Estados Unidos, a principios de este año”, recalcó Negri.
AUNO 10/1/05