A la escritora Selva Almada no le gusta la literatura en «plan panfleto». Con esa frase, dejó en claro que en sus obras no hay bajada de línea, aunque reconoció la influencia del feminismo y sus luchas en las escritoras actuales, ante una populosa audiencia en un ciclo de escritores en una librería en la ciudad de La Plata.
Oriunda de Entre Ríos, Almada estudió Comunicación Social, carrera que abandonó para hacer un profesorado de Literatura, y participó de los talleres de escritura que dictaba el escritor Alberto Laiseca, su maestro. Fue al único que asistió. Incluso después de haber publicado sus novelas iba “cada lunes”, porque le enseñó a tener “paciencia” con la escritura. En su vida, el autor de Los Sorias fue y es “fundamental”.
Muchos años después de ese primer taller, la novelista recomendó a los que desean escribir asistir a estos espacios, porque más allá de dar amigos, se puede compartir el proceso de escritura, los problemas y los aciertos con aquellos que “están en la misma”, señaló.
En la casa de los Almada no eran lectores, pero había libros porque siempre se “los regalaban”. Le gustaba mucho Cuentos de la selva de Horacio Quiroga porque estaba su nombre en el título. “Era una época en la que estaba bien leer”, recordó. Y si bien era lectora no escribía ni le interesaba hacerlo. “La escritura vino mucho después, cuando empecé a estudiar periodismo”, explicó.
Publicó numerosos cuentos, novelas, crónicas y hasta poesía. Entre sus escritos más destacados se encuentran Chicas Muertas, El viento que arrasa, Ladrilleros, No es un río. Cuenta que cuando un libro comienza a circular, le quita tiempo a la escritura, por asistir a charlas y ferias. Por eso, a la hora de escribir «trata de olvidar que será leído”.
Almada también incursionó en el cine, con el guión escrito a cuatro manos con Maximiliano Scholnfeld, de Jesús López, película que fue galardonada en 2021 con el premio a la Mejor Película Latinoamericana por el Festival de Cine de Mar del Plata. Además, fundó la librería Salvaje Federal, para difundir la literatura del interior del país.
El boom feminista
La literatura de Almada junto con las obras de otras autoras como Samantha Schweblin, Gabriela Cabezón Cámara, Ariana Harwicz, sólo por nombrar algunas, tiene reconocimiento no sólo a nivel nacional, sino también fuera del país. A raíz de esta reputación que también comparten otras escritoras de la región, se habla de un nuevo boom literario feminista.
Almada expresó que están “descontentas” con eso del “boom femenino”; a ninguna le “gusta” ese nombre ya que sus literaturas son “más espontáneas” que las del boom latinoamericano -de la que formaron parte Julio Cortázar (Argentina), Mario Vargas Llosa (Perú), Gabriel García Márquez (Colombia) y Carlos Fuentes (México), bajo el ala de su agente literaria Carmen Balcells-, porque ellas buscan «cosas diferentes”. “El boom sólo le sirve a las editoriales”, sentenció.
La novela de no ficción Chicas muertas, que narra la vida y los femicidios de Andrea Danne, María Luisa Quevedo y Sara Mundín, le “llevó años escribirla” ya que para esta obra buscó casos de asesinatos de mujeres que no estuvieran resueltos, que hubieran ocurrido en la década del ochenta y en el interior del país.
La realización de este libro fue con una beca del Fondo Nacional de las Artes, y como los fondos se estaban por terminar, y no podía continuar con la investigación, recurrió a una vidente, para conocer más sobre estas chicas. “Las curanderas no me asustan, sino al contrario, me atraen”, explicó. La vidente consultada, y que quedó inmortalizada en el libro, era conocida de Laiseca, también “muy esotérico”, explicó al referirse a su maestro de taller.
La idea la tomó de El empampado Riquelme, crónica de Francisco Mouat, en la que el periodista chileno recurrió a una vidente para conocer más sobre la vida y la muerte de Julio Riquelme, quien estuvo desaparecido por más de cuarenta años, hasta que su esqueleto fue encontrado en el desierto.
Antes de leer unas líneas de No es un río a la audiencia, compartió que la idea nació de una charla con primos, donde le contaron cómo habían pescado una raya, y le explicaron que fue por accidente, quedó atascada, peleó para escapar del anzuelo y cuando salió a la superficie le pegaron un tiro. “Ahí se terminó todo el relato bucólico”, sentenció.
Hace mucho que no escribe cuentos, porque siente que necesita escribir una novela para “contar algo”, y anticipó que está en proceso una novela donde la protagonista es una casa: “Sólo eso voy a decir”.
¿Qué es Litertulia?
Litertulia surgió antes de la pandemia de la mano de Máximo Calabrese, contó Ana de la Torre, periodista y docente de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y “compañera” del ideólogo de estos encuentros.
Desde julio del año pasado realizan estos encuentros “casi mensuales” en Rayuela libros, librería ubicada frente a Plaza Italia, entre 187 entre 44 y diagonal 77 en la ciudad de La Plata. «Los escritores y escritoras se re copan, y vienen gratis», remarcó de la Torre.
Con el tiempo Litertulia creció. Hay personas que asisten a todos los encuentros, y que siguen el espacio como parte de la de la agenda cultural de la ciudad. A veces la convocatoria excede, pero no cambian de lugar “por la generosidad” que brinda el espacio, expresó la periodista a esta agencia.
“Siempre es importante trabajar desde la cultura, hacerla accesible, que cualquiera pueda participar, escuchar a los autores y autoras que leemos pronunciarse acerca de las cosas que suceden», remarcó.
Por Litertulia pasaron Tomás Balmaceda, Federico Jeanmaire, Agustina Bazterrica, Paula Tomassoni, Gabriela Cabezón Cámara, Sylvia Iparraguirre, Juan Solá, Liliana Heker y Selva Almada.
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JV-SAM