«Se sigue manejando un discurso maniqueísta, donde todo el mal parece que lo produce el `paco´»

El sociólogo Alberto Calabrese, especialista en adicciones, se refirió al problema social que significa el «paco», una tema que pese a la difusión pública sobre la venta y el consumo del producto, no parece haber sido abarcado en toda su complejidad.

“No sé por qué me compran tantas virulanas estos chicos, ¿estarán ayudando a la madre?” Hace un año se escuchó un comentario como éste en un almacén de un barrio lomense. Hoy, sería imposible que alguien no supiera que el “paco” se fuma con un tubo como filtro y virulana para quemarlo, como la que pedían a la almacenera.

AUNO dialogó del fenómeno del “Paco” con el sociólogo Alberto Calabrese, que realiza trabajos sobre toxicología desde fines de la década de 1970, es asistente institucional del Fondo de Ayuda Toxicológica (FAT) que funciona desde 1966 y participó en programas de esa área durante la gestión de la Alianza.

Cuando Calabrese llegó a su oficina y el cronista le recordó el tema que lo convocaba, instantáneamente el sociólogo comenzó a ensayar una definición: “El `paco´ es una forma nueva de llamar a algo viejo que es la pasta base, remanente de la cocaína. Pero hay 17 años de estudio sobre la pasta base”.

— El discurso que circula sobre el “paco” lo muestra como una sustancia muy adictiva que obliga a consumir grandes cantidades por día. ¿Es así realmente?
— En realidad, la adicción es parcial. Lo que la gente evita cuando lo vuelve a consumir es una depresión aguda que viene después del efecto de la sustancia que produce excitación, sensación de hiperactividad. Lo que se hace al consumir, al fumar varias veces, es mantenerse “en el tope”.
— ¿Todos los consumidores se transforman en abusadores?
— Hay que entender la diferencia entre uso, abuso y dependencia. Usuario somos todos en la medida en que tomamos un café, una aspirina; abusadores son los que tiene regularidad en tiempo y espacio, por ejemplo el que dice: “No puede entrar a un fiesta si no tomo tantos vasos de cerveza”; y la dependencia es vivir para el consumo de determinada droga.
— Además de las secuelas neurológicas, ¿qué problemas de salud pueden generar en el consumidor?
— Falta de estimulación para comer que deviene en un cuadro anoréxico, desinterés del lugar donde se está debido a la hiperexitación. Pero lo que hay que resaltar es que quien consume paco, o cualquier otra sustancia, ya tenía previamente varios de sus horizontes cerrados, sus expectativas en nivel cero.
— ¿A qué se debe la insistencia de los políticos durante la campaña en hablar del “paco” relacionándolo con el delito?
— Hay que dejar de condenar a gente porque sí. La afiliación de la situación droga-delito se da cuando no hay políticas sociales de reinserción para los sectores de menores recursos. Esto no es incriminar a la pobreza sino lo contrario. La pobreza no genera delito de “per se” pero empuja a mucha gente al delito, porque la supervivencia te lleva a hacer cualquier cosa para “safar”; uno no lo justifica pero lo entiende.
— Hubo estudios que hablaron de un aumento en el consumo del 500 por ciento.
— El 500 por ciento sobre qué base. Habría que ver cómo hicieron las estadísticas. Porque mucha de la gente que hace estas encuestas son prebendarios de un clientelismo que tienen con el Estado para atender pacientes. Si pasáramos a no tener incriminada la tenencia para uso personal, quisiera ver de donde enganchan a los pacientes. Estas encuestas son todas cuestionables hay que revisar la metodología con la que se hicieron.
— Entonces, ¿cuál es la intención de que se publiquen resultados de este tipo en los niveles de consumo?
— Sirve para esconder todo lo que no se hace. Por ejemplo, para hablar de seguridad social habría que hablar de políticas de reinserción, y de esto no se habla porque el país tiene 50 años de lavarse las manos y nunca se ha continuado una política social con otra. Entonces es más fácil decir “la droga, la droga, la droga”, pero porque no dicen que los pibes se le se mueren porque no tienen una canilla de agua potable en su casa, porque no tiene cloacas, porque sus padres no los pueden acompañar a estudiar porque son analfabetos. Esta es la realidad de la inmensa cantidad de personas que viven en el conurbano. ¿Por qué no van a hacer una sentada o una llorada las “madres del éxtasis”? Porque ellas lo pueden ocultar y si se pone jodida la cosa lo mandan a Miami.
— Hablando de las “madres de”, ¿cómo ve el surgimiento de los grupos de mujeres cuyos hijos consumen “paco”?
— Al principio veía mal a esas organizaciones. Antes, muchas de las madres que tenían un hijo adicto, los denunciaban porque ellas habían hecho las cosas “bien” y su hijo era el que las estaba haciendo mal. Ahora no se animan a denunciarlos porque la relación cambió, los hijos están más cuestionadores, más libres y ellas tienen miedo de perderlos. Entonces prefieren echarle la culpa a alguien de los males que están pasando y se vuelven a aliar con el discurso mediático, en el que la droga tiene la culpa de todo. Entonces las madres empezaron con este discurso: “Yo no soy mala madre, y como quiero a mi hijo denuncio al traficante”. Y el traficante en realidad es uno del barrio de ella y el día que lo agarren, al narcotráfico no le va a costar nada poner otro porque hay mucha plata de por medio… Pero cuál es la parte buena: las madres, a medida de que se junten, van a llegar a un punto en que no van a poder seguir señalando a un culpable, a “la mojarrita” del sistema. Entonces van a saber que tienen que reclamar en nombre de su ciudadanía olvidada; van a tener que dar ese paso que abarque al tema en su complejidad.
— ¿El desafío es no poner a sus hijos como víctimas de la droga y dar un paso más?
— Sí, creo que tienen que lograr ir más allá. Supongamos que logran que no aparezca en el barrio un sólo vendedor más de “paco”… Esto es una ingenuidad, porque si alguien tiene ganas de drogarse, lo necesita por razones que no son solamente por la oferta de la droga. Un adicto no se hace por casualidad, tiene características hay antecedentes, condicionantes, desencadenantes…
— En una de sus conferencias usted habló de un “manera legal” de enfrentar el problema de la adicción.
— La ley obliga a una triple imposición que es educación – tratamiento – penal. Este trinomio tendrían sentido si todas las adiciones fueran tratadas igual. Pero de las adicciones como el sexo, alcohol o juego, ninguna tiene una pena educativa ni tratamiento obligatorio. Entonces para mi vulnera el principio de igualdad ante la ley.
— Los Centros Provinciales de Atención a las adicciones (CPA) llegan a ser 187, según los datos oficiales del Ejecutivo bonaerense. ¿Qué relación guardan con esa tríada legal?
— Los CPA empezaron con un marco así, pero actualmente hay algunas líneas que van cambiando. Aunque están relacionados con el concepto médico sanitario que indica que “droga” es igual a “adicto”, una afirmación que no se cumple siempre, porque puedo tomar un café sin ser un cafeinómano… Sin embargo, en la línea actual, los CPA tienden más a reflejar la situación en el campo social, a ser un tratamiento más participativo y no se limitan al trinomio droga-adicción, adicción-gravedad, gravedad-internación.
— ¿Cómo analiza la óptica social sobre las drogas ilegales?
— Sólo alguien que piensa que la droga es mala “per se” puede hablar del problema de la droga de manera taxativa. Sin embargo, la droga es cómo este corta papel (muestra uno), que me sirvió para abrir una carta y lo puedo usar para clavárselo en la garganta de alguien. En cada caso cambia el objeto y el sentido, según la persona que lo utiliza. Las drogas son un objeto. La misma sustancia puede ser “buena” o “mala” según el uso que se le imprime.
— ¿Entonces?
— A la sociedad le cuesta pensar en los problemas sociales y cuando lo hace lo abstrae a que el problema es de otro. Pero el hombre es un ser social. ¿Cuándo nos damos cuenta que un problema social es global, como lo es la droga? Cuando ya no es de un sector particular, edad determinada, de un localización urbana o rural, sino que está en todos lados. Sin embargo, algunos siguen manejando un discurso maniqueísta, donde todo el mal parece que lo produce el “paco” o como lo quieran llamar, porque yo he oído lo mismo del LCD, la marihuana…

NL-AFD
AUNO-07-12-07
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