Sarmiento y su crítico

El Día del Maestro, que se celebra el 11 de septiembre por la fecha en la que falleció el político sanjuanino, es una excusa más para hablar de la obra literaria de un autor que no fue ajeno a los cuestionamientos de sus pares, en especial de uno de sus máximos oponentes, Juan Bautista Alberdi.

Horacio Raúl Campos

Lomas de Zamora, 11 de setiembre (AUNO)- Juan Bautista Alberdi fue uno de los primeros críticos de Domingo Faustino Sarmiento. Lo hizo muy poco tiempo después de la Batalla de Caseros, en los primeros meses de 1853: Se trató de una polémica entre el tucumano y el sanjuanino que pasó a ser conocida como ‘Las ciento y una’, por parte de Sarmiento, y ‘Cartas quillotanas’, por el lado de Alberdi.

La polémica se desata en el contexto de las diferencias entre ambos a raíz de la política que lleva adelante Justo José de Urquiza y que fue recogida por la prensa chilena. Alberdi estando en Chile escribe las Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, cuyo prefacio fecha en Valparaíso, el 1 de mayo de 1852.

En el centésimo vigésimo quinto aniversario de su fallecimiento, se puede asegurar que Sarmiento nunca pudo superar su primera obra Facundo, escrita en 1845, por entregas en el diario chileno El Progreso, en medio de un contexto caracterizado por una violenta disputa entre facciones de la política chilena.

El nombre original del libro, cuya primera edición la realizó en Chile, en ese mismo año, es: Civilización i Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga. Aspecto Físico, Costumbres i Abitos de la República Argentina. Según la simplificación ortográfica que proponía.

Así fue que Alberdi escribió un libro que se llama Grandes y pequeños hombres del Plata, silenciado durante más de un siglo, porque la obra es una crítica a la Historia del general Belgrano, escrita por Bartolomé Mitre; y el Facundo, de Sarmiento. Ambos “próceres” quedan muy mal parados en los textos del tucumano.

Las ediciones de ese libro de Alberdi tienen cuarenta capítulos y un anexo que se llama ‘El biógrafo de Facundo’, que es una dura crítica al texto de Sarmiento, aunque mantiene en ese momento su postura librecambista. Alberdi dice allí que, al revés de lo que dice el cuyano, la campaña representa la “civilización”, pero como proveedora de materias primas a las potencias coloniales.

Es más o menos aceptado que el Facundo contiene una profusión de géneros: denuncia periodística, novela, historia, biografía, programa, panfleto de ataque a Rosas. Alberdi, que detestaba el estilo bárbaro y loco del sanjuanino, analiza el libro en ese texto de poco más de ochenta páginas.

“El Facundo –-escribe— fue un álbum en que todos los amigos literarios del autor, emigrados en Chile, dictaron una o varias página por vía de conversación”. Dice después que Sarmiento no conocía en 1845 sobre “hombres, cosas y hechos y lugares de su país; sin conocer más provincias que las de Cuyo”. (218)

Alberdi asegura que la obra constituye “una usurpación” y que el sanjuanino no tenía “capacidades” para ser gobernador de San Juan y presidente de la Nación, después.

“En realidad capacidades no tenía y el resultado ha sido que de ningún puesto público se ha probado merecedor, y en todos ha cometido errores y desaciertos dignos realmente de un hombre sin la menor preparación para el manejo de los negocios públicos o del Estado”, escribe (219).

Agrega después: “En ninguno se ha mostrado consecuente con las ideas y las doctrinas liberales del Facundo, por la sencilla razón de que, no siendo suyas, las olvidó tan pronto como las dio a luz, si alguna vez las tuvo presente antes de copiarlas”. (219)

Alberdi es uno de los más sistemáticos y fuertes refutadores de la obra del sanjuanino. Hasta una novela le dedicó: Peregrinación de Luz del Día o viajes y aventuras de la Verdad en el Nuevo Mundo (1871). Allí presenta al ‘padre del aula’ como “Tartufo”, personificación de la mentira.

El clima violento en que se escribe Facundo

El ensayista Alberto Palcos en su libro El Facundo. Rasgos de Sarmiento, publicado para el centenario de ese texto del sanjuanino, analiza la gestación de esa escritura y lo sigue a través de sus ediciones. Por medio de elementos íntimos acerca de su obra y ciertos detalles.

Dice que la primera crítica provino de la Revista de Ambos Mundos y que a Sarmiento “no se le estimó con imparcialidad en Chile porque él tampoco adoptó igual actitud en las luchas políticas. Era el abanderado en la prensa del partido en el poder. Y publicó Facundo en momentos menos propicios para la serenidad”.

El Progreso, periódico redactado por Sarmiento y en cuyas columnas se insertó Facundo como folletín, sostenía la reelección del general Bulnes, en Chile. La oposición no veía en Sarmiento, sino el partidario de Bulnes y de Manuel Montt, además extranjero y doblemente sospechoso. Además de los motivos políticos se añadieron agravios de carácter personal. La crisis y la exaltación se habían registrado antes de aparecer el Facundo, escribe Palcos.

“El primer incidente violento es contado por Sarmiento en carta a Posse, fechada el 29 de enero de 1845, en San Felipe. Allí dice que ‘los del Siglo dijéronme caballo cuyano y qué sé yo. Instigado por López, me dirigí a la imprenta del Siglo, requerí al ofensor, no me daban una explicación, escupíle en la cara, y él, entre sí se le pasaba el susto, se hacía algo por lavarse la afrenta, trató de agarrarme, alcanzó los cabellos, me desasí de él y le eché en hora mala’”. Luego circuló la versión en Chile que a Sarmiento lo habían molido a palos.

Sarmiento siempre tenía a un enemigo enfrente tanto o más violento que él. En abril de ese año se registró un nuevo incidente, reflejado en un intercambio de cartas con el escritor y director de la imprenta del El Siglo, Victoriano Lastarria, quien luego fue su amigo. Datan del 22 de abril de 1845.

“Tras estos incidentes, Sarmiento se metió en otros. La redacción de El Siglo había pasado a un bravío peleador de la prensa, el coronel Pedro Godoy, conocido por ‘El Rebujón’. A este Sarmiento lo compara con Dorrego y lo llama ‘pillo de café, sin séquito, sin reputación’”, dice Palcos.

Desde El Siglo arrecian los ataques y le dicen lo único que todavía no le habían gritado: “Aconsejamos Sr. Sarmiento que procure contener su carácter díscolo y sus ímpetus de infante o de demente, que ponen en problema la cabal organización de su cabeza”.

En esa atmósfera cargada de electricidad, vapuleado y vapuleando a su vez, apareció Facundo. Indudablemente lo escribió después de enero de 1845, fecha de la carta a Posse, donde hace mención del libro.

Desde El Siglo, luego de que esquiva hablar de la obra, semanas después dice: “El autor de Facundo se forjó un plan, quiso llamarla biografía de un hombre célebre en los anales de la revolución argentina, pretendió describir una de las épocas más sangrientas de esa revolución (…) sin los conocimientos necesarios, sin ideas fijas sobre política, sin el talento que se necesita (…) y no contando en suma más que con el atrevimiento natural, con el poco costo de la impresión del folleto y con la paciencia de los lectores, sacó a la luz el tejido de absurdos que ahora examinamos”, cuenta Palcos.

La mutilación

El libro de Palcos contiene además análisis extensos sobre las fuentes historiográficas, filosóficas y literarias de Sarmiento; los problemas que tuvo el autor para publicar sucesivas ediciones ante los cambios políticos en la Argentina,

En ese sentido, Palcos advierte que “la primera edición de Facundo es de 1845; la segunda, de 1851; la tercera, de 1868, y la cuarta, de 1874. Si el lector tiene la curiosidad de revisar la tercera edición se encontrará con una sorpresa: el libro está trunco. Le faltan la introducción y los dos capítulos de la tercera parte que se denominan Gobierno unitario y Presente y Porvenir”.

La segunda edición, como la primera, se hizo en Chile, y está dedicada a Valentín Alsina. De viaje a Europa, Sarmiento se detiene en Montevideo a fines de 1845 y comienzos de 1846. Allí se entrevista con los argentinos exilados. El Nacional [periódico de los unitarios] publica en forma incompleta Facundo en folletín. Sarmiento después eliminó la introducción y los dos últimos capítulos por influencias de los mismos unitarios como Alsina.

Es indudable que la mutilación del libro obedeció al cambio del panorama político argentino. De 1845 a 1851 la situación era bien distinta. Suprimió todo lo concerniente al gobierno de Rosas, que siguió al asesinato de Quiroga, la exposición de la doctrina de los emigrados y el programa del nuevo gobierno que pronosticaba como próximo.

Bibliografía
-Juan Bautista Alberdi, ‘Facundo y su biógrafo’, Grandes y pequeños hombres del Plata, Buenos Aires, Lancelot, 2009.
-Carlos Altamirano, Beatriz Sarlo, Ensayos argentinos. De Sarmiento a la vanguardia, Buenos Aires, Ariel, 1997.
-Alberto Palcos, El Facundo. Rasgos de Sarmiento, Buenos Aires, Editorial Elevación, 1945.

AUNO 11-09-2014
HRC-AFG

0 comentarios en «Sarmiento y su crítico»

    • Horacio Raúl Campos dice:

      Hola Malena. DFS cuestiona a la Campaña Pastora, como “partido civil”, que entra a tallar en política, como él define a ese espacio donde estaban, según él, los “gauchos malos”: Artigas, Facundo, etc. Atte.

    • Horacio Raúl Campos dice:

      DSF cuestiona a la “campaña pastora”, donde, según él, estaban los gauchos malos: Facundo, Artigas, etc. Para el cuyano, eso era la “barbarie”. La civilización está, según el Facundo, en ciudades como Buenos Aires, Montevideo, etc. Allí donde había emigrados unitarios. Atte.

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