Manuel Ugarte, los medios y el chimpancé

El escritor y político argentino (1875-1951) denuncia en un libro, entre otros temas, el comportamiento de diarios y agencias de noticias de su contemporaneidad. Especialmente informaciones sobre México y la Argentina.

Horacio Raúl Campos

Lomas de Zamora, ene 21 (AUN) – El libro La Patria Grande quizás es el libro más conocido de Manuel Ugarte y entre los temas que analiza allí se encuentra el comportamiento del sistema mediático de su tiempo.

Analiza la política de América Latina. Entre ellos la balcanización de Colombia, la decisión de renunciar al Partido Socialista y la política colonial en la región y trata la cuestión nacional y continental.

Relata su visita a México, en 1919, da detalles del recibimiento en ese país y constata un penoso procedimiento periodístico que con el tiempo habrá de ser materia de millares de ensayos y estudios en todo el mundo.

Fue a México, entre otros motivos, para observar si la realidad política, social, económica y cultural de ese país tiene correlato con la que cuentan los agencias y los diarios en torno a esa república y si es cierto lo que los mexicanos supuestamente evalúan sobre temas de la Argentina, según también las noticias emitidas por las agencias internacionales que responden a intereses de potencias coloniales europeas, en unos casos, y estadounidenses, en otros.

Claramente expresa que no coincide con los puntos de vistas que expresan algunos diarios argentinos sobre México, país que para el momento se lo visualiza como ingobernable y caótico a raíz de las guerras civiles.

“Nada más infundado que la versión que presenta a México como un país caótico, rezagado en los primeros escalones de la civilización”, señala Ugarte en La Patria Grande. Después destaca las similitudes de ese país con la Argentina y precisa su número de habitantes, población de las ciudades principales, sistema ferroviario y cultural, producción agrícola, manufacturas, exportaciones e importaciones y el sistema educativo superior.

Cuando llega a una república recorre, estudia y lee diarios y libros del lugar. Hace un viaje militante. Quiere conocer la realidad en todos los sentidos por su propia cuenta, como una forma de eludir el cerco mediático. Ese es el motivo de sus viajes:

“La larga gira por América, que realicé en medio de las manifestaciones entusiastas a que daba lugar, no el humilde viajero, sino la ansiada reaparición concreta de un hondo anhelo continental, me permitió conocer íntimamente el carácter de esos pueblos, en cuyos tumultos ciudadanos me hallé mezclado, y me dio la oportunidad para examinar de cerca, en su filosofía y en su proceso evolutivo, los acontecimientos que desde la guerra de Cuba se vienen desarrollando entre el Golfo de México y el canal de Panamá”, escribe.

Analiza, entonces, en México, el gobierno del dictador Porfirio Díaz, la relación con los Estados Unidos de Norteamérica y la revolución de Francisco Madero, a quien conoció personalmente; las actuaciones de Villa, Zapata y Carranza y la intervención de Estados Unidos en tales episodios, que consta en documentos oficiales y cuya injerencia prueba en ese libro.

Pide no darle crédito a los medios

Realiza un llamamiento a las Repúblicas de América Latina: “(…) No pueden seguir prestando crédito ciego a una información suministrada por lo que ignoran nuestros propósitos y luchan naturalmente por la exaltación de su grupo”. Como lee, aparece otra vez la desconfianza absoluta hacia algunos de los medios más poderosos.

Después leemos algo que podría ser calificado, sin exageraciones, sino con justicia, como una joya de oro temprana, muy temprana, de análisis del discurso. De esa forma da punta pie inicial a ese tipo de trabajos que habrá de hacerse aquí y allá y desde las más variedades posturas ideológicas. Porque Ugarte lo expresa en 1919:

“Se trata en realidad de una campaña bilateral. Si leyéramos lo que a México se telegrafía sobre nosotros, comprenderíamos la verosimilitud que puede tener lo que a nosotros nos cablegrafían sobre México”, afirma el escritor y político.

Después agrega: “Mientras estuve en la capital azteca marqué en rojo en los diarios noticias curiosas; la Argentina había declarado la guerra a Alemania el 20 de abril; Chile se preparaba a atacar a Bolivia, y en la Patagonia se había descubierto una nueva especie de chimpancé”, escribe.

“Nada se decía de nuestra vida superior, de nuestra actividad creadora, de nuestro progreso, a pesar de la ansiedad con que se lee en aquella república cuanto atañe a las naciones del Sur. El cable sólo vibra para transmitir invenciones o comentarios que deprimen, desalientan y anarquizan”, advierte en ese mismo libro.

Cuánta actualidad y tradición dejó ese tipo de manejo periodístico. En el caso del análisis que realiza Ugarte se trata de informaciones de agencias de noticias y de diarios, que a su vez utilizan el servicio de agencias, para generar resquemores, pedir dictaduras y hasta para alentar guerras entre las repúblicas.

Por tanto, el accionar de los medios a lo largo del siglo XX, y muy tempranamente, se convirtió en el mejor de los casos en cómplices de tales desgracias, cuando no partícipes necesarios.

Después sigue con el análisis de los textos periodísticos: “(…) He podido comprobar personalmente en México la absoluta inexactitud de ciertas noticias que nos envían con toda seriedad a la Argentina y Chile. Agencias de información ajenas a nuestras palpitaciones desprestigian a la América del Sur en México y deprimen a México en la América del Sur (…) Porque es evidente que de este estado de cosas nacen los malos entendidos dolorosos, las agrias reservas y las apreciaciones inexactas que hacen más distantes la realización de los ideales de los hombres de la independencia”.

Alude claramente a las posibilidades de unidad latinoamericana socavadas con mucha pasión por un sector poderoso del sistema de diarios y agencias de noticias.

La puesta de relieve de esos textos de Ugarte a casi cien años de haber sido redactados, de ninguna manera se trata de meros recuerdos borrosos, sino que lamentablemente tienen una extraordinaria vigencia catastrófica en el debatido amanecer del siglo XXI.

Ugarte insiste en que después de haber recorrido la tierra mexicana de Norte a Sur y de Este a Oeste, en sus provincias más apartadas, atravesando las zonas que señalan como especialmente peligrosas “puedo afirmar perentoriamente que no he encontrado nada de lo que nos cuenta el cable” de agencia de noticias.

El autor de El dolor de escribir compara la disparidad de las noticias que llevan a cabo los medios de países que son potencias coloniales cuando se refieren a sus propias realidades y cuando informan sobre América Latina:

“En Inglaterra, en Francia, en Italia, en Rusia, en parecidas conmociones se han ejecutado monarcas, se han incendiado palacios, se han hecho saltar vías férreas, se han desterrado políticos, se han herido intereses nacionales y extranjeros; y de esas tempestades, que han durado muchas veces más que la que se acaba de abatirse en México, no nos han hecho nunca pensar que esos países sean ingobernables”, asegura.

La campaña mediática que denuncia Ugarte la llevan a cabo varias agencias de noticias: Havas (francesa), Reuters (británica) y_ Wolff _(alemana). Todas hijas de la expansión colonial europea; y también las norteamericanas Associated Press (AP), Internacional News Servicié (INS) y la United Press, que también apoyaban la expansión colonial. Las norteamericanas, por su parte, empiezan a tallar fuerte a nivel internacional partir de la primera guerra del 14 entre potencias colonialistas.

El cine

Ugarte descubre también que la campaña de desprestigio, además de la intervención de diarios y agencias, es lleva a cabo además por el naciente cine:

Escribe: “Lo que ha dado origen a la campaña de desprestigio que se ha emprendido alrededor de México y alrededor de sus presidentes en las repúblicas del Sur, campaña que ha llegado hasta utilizar el cinematógrafo para alcanzar sus fines, es la resistencia que aquel país está oponiendo a las presiones internacionales”.

Asegura después: “Basta reflexionar un poco para comprender que no se halla México bajo ningún concepto en la situación que dejan entrever los cables. La noticia de la toma de Puebla por el general Blanquet, desmentida después oficialmente, dio una idea de los procedimientos empleados” por diarios y agencias.

Esos mecanismo de desinformación, después, se afinaron y se llevaron y se llevan a cabo todavía hasta niveles escandalosos e increíbles en 2013, en el contexto de una decadencia absoluta del periodismo generado por el sistema mediático oligopólico, tanto audiovisual como gráfico, que llega incluso a verificarse hasta en el más pequeño de los diarios o las radios de cualquier localidad de las provincias argentinas, aunque hay excepciones.

Ese comportamiento, claro, no es sólo del sistema mediático de la Argentina, sino que en otros países se registra una situación análoga e incluso peor.

Ugarte llama a ese tipo de periodismo, que empezaba a mugir hacia 1919, “tristes voceros del abatimiento y del abandono”. Un descubrimiento a tiempo y justiciero de los mecanismos de información originado en las potencias colonialistas y seguido al pie de la letra en las colonias y semicolonias.

Bibliografía: Ugarte, Manuel, La Patria Grande, Buenos Aires, Capital Intelectual, 2010. La primera edición de ese libro se realiza en Madrid, en 1924. En la Argentina, la Editorial Coyoacán de Jorge Abelardo Ramos editó también esa obra en 1960.

AUNO 21-01-14
HRC

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