Lomas de Zamora, jun 21 (AUNO) – Manuel Ugarte escribió decenas de libros, fue dirigente del Partido Socialista, que lo expulsó por sus posturas antiimperialistas, vivió en España, Francia y Chile; realizó giras por América Latina y fue embajador del primer gobierno peronista.
Está en Viña del Mar cuando escribe uno de sus famosos libros, ya de su madurez: Escritores Iberoamericanos de 1900 (1942).
Ese libro consta de dieciséis capítulos. Analiza el papel del Grupo Inicial [alude a la generación del 900, que la define como “vencida y malograda”], después ubica los dedicados a París y Madrid; y examina a Delmira Agostini, Francisco Contreras y José Santos Chocano.
Incluye también allí a Rubén Darío, Enrique Gómez Carrillo, José Ingenieros, Leopoldo Lugones, Amado Nervo, Belisario Roldán, Florencio Sánchez, Alfonsina Storni y a José María Vargas Vila. El capítulo final tiene como título y propósito analizar ‘El destino de una Generación’.
“(…) En los más diversos géneros, novela, poesía, cuento, ensayo político, Manuel Ugarte ha probado las cualidades literarias que corresponden a un maestro de su raza y a un director de la juventud; su influencia espiritual se extiende a la América Latina entera y la raza ha recibido de él doctrina y consejo en sus asuntos vitales (…)”.
Ese mensaje fue enviado en 1942 por prestigiosos escritores de la época al gobierno argentino, en el que se pedía para el autor de esa obra el premio nacional de literatura. Lo firmaron Gabriela Mistral, Ramón Pérez de Ayala, Francis de Miomandre, José Vasconcelos, Rufino Blanco Fombona, Gregorio Martínez Sierra, etcétera”, según el breve prólogo de la edición que comentamos*. Jamás le dieron el premio.
“Voy a hablar de una generación malograda, de una generación vencida”, explica en el primer capítulo de aquel libro. “Obligados a luchar contra fuerzas hostiles, se dispersaron en cambios de residencia o en preocupaciones accesorias”, señala en referencia a aquellos escritores.
Ugarte nació en 1875 en Buenos Aires, integró el Partido Socialista, de donde fue expulsado, invitado a reingresar a sus filas años después y nuevamente expulsado.
Felizmente no se llevó bien con el partido de Juan B. Justo a raíz de las posiciones de esa fuerza política favorable a la política imperialista de Estados Unidos contra América Latina, la que se expresaba en el periódico oficial La Vanguardia.
Nacido en el seno de una familia con gran poder económico, sus padres lo llevan a pasear a Francia y después está en España y se establece en Niza. En esa ciudad francesa está cuando se produce la guerra de liberación de Cuba contra España. La caída de la Isla después bajo la férula de Estados Unidos lo conmovió profundamente. El hecho será clave para su conducta política hasta el final de sus días.
Ugarte, autor de unos cuarenta libros, es uno de los tantos escritores y políticos olvidados por la Argentina. Es decir, por el sistema mediático, cultural, editorial, académico y político.
En la década del treinta, en plena Década Infame, se halla en Buenos Aires y asiste al suicidio de varios de sus amigos. Entre ellos, el de Alfonsina Storani.
Se halla en Viña del Mar, Chile, cuando se produce la Revolución de 1943 y la gran movilización de masas del 17 de octubre. Desde allí sigue los acontecimientos de la Argentina y del resto de América Latina; y de la segunda guerra interimperialista.
Ugarte conoce a Perón
Después de las elecciones del 24 de febrero de 1946, en las que Perón derrota a la Unión Democrática bancada por Estados Unidos, regresa a la Argentina, apoya la revolución nacional en marcha, conoce a Perón, a instancias de Ernesto Palacios, y después es nombrado embajador en México, Nicaragua y Cuba.
Su obra más famosa es tal vez La Patria Grande, pero son de importancia también El destino de un continente, El porvenir de América Latina (originalmente llamado El porvenir de América española) y La reconstrucción de Hispanoamérica.
Ugarte es embajador en Cuba cuando presenta su renuncia por diferencias con la Cancillería argentina y porque Perón había resuelto dar un giro en su política exterior que consistió en un acercamiento con Estados Unidos, hecho calificado por historiadores como “un giro táctico”, que Ugarte comprende unos años después.
Vuelve a la Argentina en 1951 para votar por el peronismo en las elecciones presidenciales de ese año y después se va nuevamente. Fallece en Niza, en 1952. Murió en el autoimpuesto destierro.
El primero en editar algunos de sus libros clave en la Argentina fue Jorge Abelardo Ramos, que además organizó junto a otros un funeral cívico en ocasión de la repatriación de sus restos, a inicios de la década del 50.
No se podía esperar otra cosa de la Argentina oligárquica, de sus academias pacatas, de sus diarios paquidermos vacunos y sus partidos políticos seniles que le hiciesen el vacío a Ugarte porque todos libros políticos apuntan contra el imperialismo yanqui, el país granero con hambre; y a favor de los negros, los indios, los mestizos, las montoneras y los inmigrantes.
El mismo peronismo aún en el gobierno también olvidó a Ugarte y sólo Perón mandó un telegrama cuando repatriaron los restos. A ese curriculum se agrega el dato de haber sido funcionario de la ‘segunda tiranía’ y eso no poduede ser perdonado.
*Manuel Ugarte, Escritores Iberoamericanos de 1900, México, Editorial Vértice, 1947. La primera edición la realizó la Editorial Orbe, Chile, 1942.
AUNO 21-06-13.
HRC