«La narración oral se potencia con Internet»

Claudio Ledesma nació para contar cuentos. Va de aquí para allá, con sus historias a cuestas, por distintos países de América Latina y provincias de la Argentina. En esta nota, el organizador del Festival Internacional de Cuentacuentos habla del presente de una disciplina en crecimiento.

Emmanuel Videla

No hace otra cosa que contar. ¡Posta! Uno, dos, tres… contemos un poco: Claudio Ledesma se la pasa narrando historias. Encontrarlo en su departamento es odisea vieja. Ufff… “¿En dónde está ahora?”, se preguntarán los que lo conocen. Con una valija llena de aventuras que hará vivir desde la palabra, el hombre había-una-vez pasa sus días del año entre los países de Latinoamérica y las provincias del país. Con su boina que lo caracteriza en escena, va y viene. Viene y va. Este artista de la narración oral no le teme a ese cuentito viejo que dice que las nuevas tecnologías de la comunicación van a acabar con el face-to-face, sino que todo lo contrario: “Hay que agarrarse de ellas para explotarlas y potenciar el hecho de narrar”. “La palabra exorciza”, sostiene el también organizador del festival internacional de cuentacuentos de la Argentina.

Ledesma dedicó un capítulo de su vida a su formación en actuación en el IUNA. Y otro al profesorado de Literatura. Contó poco ese cuento, porque no hizo ni una cosa ni la otra, sino que escribió su propia historia. Y en varios capítulos habría que narrarla. Conduce un programa dedicado a la narración oral en Radio Sofía, de la Plata. Es uno de los organizadores del Festival Internacional de Narración Oral, que lleva trece años en Argentina y que reúne a narradores de todo el mundo. “No podría vivir de otra cosa”, dice este juglar, que aprovechó para dialogar con este cronista sobre la vigencia de la palabra contada y la importancia de entender a esta práctica como un arte, entre otros temas que se dispararon por el ida y vuelta de su cháchara. Había una vez y se desprende el gran cuento de la narración oral…

*-Todos los días escuchamos historias por diferentes medios. ¿Cuál es el valor agregado de la narración oral? *
-Los cuentos tienen que tener una estética, una concepción y un criterio de espectáculo y de arte que sea seductor para los otros, placentero. La narración genera espacios que hoy la sociedad no tiene. Estamos bombardeados con imágenes mediáticas, rápidas, que atropellan nuestras vidas. Lo que produce el cuento es que nos detengamos. Al escuchar construimos nuestras propias imágenes y hasta nuestra historia. Creo que es una necesidad y creo que por eso se ha desarrollado tanto la narración oral. Se generan tantos espectáculos porque hay un público que está deseando, buscando.

*-En ese deseo del público, ¿cuáles son los temas que más cautivan? *
-Al público le encanta reírse. Le encantan los espectáculos de humor, que tengan optimismo, tinte humorístico. Cuento de todo, pero me es difícil hacer humor porque es un trabajo extra. El humor es algo serio. Exige un esfuerzo mayor. La pata de espontaneidad para comunicar esos relatos de humor es importante. Juegan mucho el ritmo y la exageración. La oposición y la repetición, también. Son recursos que atraviesan todos los lenguajes y que los aplico a la oralidad para generar humor.

*-Según tu experiencia en diferentes países, ¿hay temas que atrapen más en algunos países que en otros?
*-Nosotros, los argentos, somos de la Avenida Corrientes, de las librerías. Nos gusta escuchar a Cortázar. Por eso acá la tradición oral se basa fundamentalmente en los cuentos literarios. Es un cuentito particular de nosotros, porque en países hermanos, como Colombia y Cuba, la tradición es fuertemente oral. Es un tema de la idiosincrasia.

-Además de los temas, los lugares comunes donde se escuchan los cuentos varían según el país, ¿no?
-Exactamente. En Colombia, en el seno de las universidades, se hizo el primer taller de narración oral. Se creó espacio en los campos de la facultad, por eso el narrador colombiano es más callejero, es de trabajar más con el cuerpo que con el texto. Cada lugar tiene su identidad. Acá, en Argentina, el movimiento surge en las escuelas en los años setenta. Esto hace que la mayoría de los narradores sean mujeres y docentes. El origen del movimiento, en algún sentido, marca su desarrollo.

*-Volviendo entonces a la historia, ¿Te sentís parte de esa tradición argentina hacia lo literario o preferís agarrarte de otros recursos para contar cuentos?
*-Generalmente tomo autores latinoamericanos, con los cuales me siento identificado. Es literatura que me atraviesa, que me gusta y a nadie más. Pero también es una literatura que quiero compartir. Hay otra que quiero leer en soledad y no me interesa compartirla. En cambio, Graciela Cabal, Marco Denevi, Julio Cortázar y Abelardo Castillo son autores que disfruto, por eso trabajo con sus textos. Mi acervo cultural es el literario en gran medida.

*-¿Y los recursos tecnológicos tienen incidencia?
*-Estoy en un proyecto que me ofrecieron de una radio de Puerto Madrid. La propuesta es pasar cuentos de distintos narradores. Luego, esos audios serán subidos a un blog. Esas ediciones de cuentos se hacen con un programa específico. ¡Por suerte existe ese programa! Tener ese acceso es muy rico, porque un cuentacuentos tiene en algún lado de Internet su cuento colgado y cualquiera puede escucharlo. La narración oral se potencia con Internet. Es una invitación a llegar a otros lugares y escuchar y sentir el cuento. Seguro es una invitación a leer, a conocer a esos autores, a descubrirlos. Otra experiencia es “Juglaria”, mi programa en Radio Sofía, que conduzco con el maravilloso Miguel Fo.

*-Por lo tanto, no sos apocalíptico, sino que más bien estás integrado…
*-Se dice que las nuevas tecnologías atentan contra el libro, porque se puede leer en un ipod o en la pantalla de la computadora. No lo considero así, pienso todo lo contrario. Por ejemplo, las nuevas tecnologías nos han ayudado a que hoy por hoy existan los libros álbumes, que antes eran impensables. Entonces, de esta manera, el uso de la tecnología ha devuelto estas imágenes en una obra de arte. Siempre hay una necesidad. El libro nunca se va a perder como objeto, porque hay cuestiones que no reemplazan el ipod y la computadora. Por ejemplo: la textura, el color, el olor del papel, la comodidad. Pero también me parece buenísimo que existan los ipod porque te permiten leer en lugares impensados, también material que no se consigue. En fin, son herramientas todas. Y hay que explotarlas.

*-Ahora, un novato de la narración oral, ¿cómo diferencia la narración oral de una obra de teatro, que podría traducirse en un monólogo o un stand-up?
*-La narración oral es, ante todo, un vínculo de comunicación, que se establece con el interlocutor respecto al ámbito en el que se desarrolla: la escuela, un aula, un café, un teatro. Lo que pasa cuando estamos en el teatro es que tenemos que aggiornar esos lenguajes al servicio de la narración para que nuestro arte se desprenda de lo teatral. La gente, en especial los técnicos, está acostumbrada al teatro en sí. Una de las cosas que hago es trabajar con luz a media sala para poder ver al público. Cuando la sala es muy grande trato de trazar en el escenario un rectángulo para suscribirme en ese espacio. En el escenario me exigen trabajar con planos, espacios totales, parciales, superiores, inferiores. Todo para proyectar el trabajo. Sino el narrador se ve como un granito perdido en la llanura, en medio del escenario. Y también uso los otros recursos: las luces, la música. Cuando presento un espectáculo en un teatro, soy el director, el dramaturgo y el actor.

*-¿Cómo te llevás con el concepto de improvisación? *
-En los talleres de narración oral te dicen que contar cuentos es un acto de amor. Es cierto. Pero el cuento te habla, te busca, te pide, tenés que buscarlo. Hay una cuestión muy New Age, esquizofrénica, que rodea a la narración oral. Estoy en contra, porque hay que transmitir herramientas concretas con las cuales abordar los textos, cómo aprenderlos, cómo comunicarlos, que sea seductor para el otro. La narración oral exige disciplina, estudio, rigurosidad y, por sobre todo, profesionalidad. Todo el mundo piensa que todos pueden contar un cuento. Sí, es verdad, pero no todos pueden hacer un hecho artístico de un cuento.

*-Como hecho artístico, ¿cuál es el status de la narración oral en el campo cultural?
*-La narración oral ha hecho mucho en la Argentina. Tiene que ser más popular, más conocida. Creo que aún la consume cierta élite, gente que sabe que existe el género. Tiene que haber más formadores con mayor capacitación, mayor formación. Me parece que tenemos que buscar calidad en los textos que se cuentan. Mucha gente que cuenta no lee. Entonces, es muy difícil tener un buen repertorio. Eso se da simplemente con la lectura, ¿no? Creo que también hay que jerarquizar la narración oral como arte, no bastardearla o manosearla. No decir que todos lo pueden hacer, aunque puedan hacerlo todos. Hay que consumirla como ir al cine, como un espectáculo de música, así. Es una batalla de todos los días.

*-Hace ya más de diez años, sos uno de los organizadores del Festival Internacional de Cuentacuentos, junto a Claudio Pansera. ¿Cuál es la filosofía del encuentro?
*-Ideológicamente, el festival tiene como objetivo que los narradores se presenten en teatros; en zona sur, zona norte, oeste y capital. Se toman varias salas y la idea es llevar la narración al teatro, al escenario. El segundo objetivo es que el público que consuma sea virgen, es decir, un público que no está acostumbrado a escuchar cuentos, que vaya a un festival y que vea de qué se trata. Que a través de esa función pueda descubrir y conocer el género, que conozca que hay un movimiento muy grande, que se presentan muchos narradores en múltiples espacios.

*-¿Cuál es la propuesta de los invitados extranjeros? *
-Tratamos que cada narrador invitado traiga un taller diferente, porque cada uno tiene su identidad y esto hay que saberlo: nadie tiene la verdad absoluta. Todos estamos en una búsqueda y siempre aprendemos. Por eso me parece interesante intercambiar con colegas y con profesionales de otros países, conocer su mirada, su forma de encarar el trabajo para ir sumando, porque creo que es lo que cada uno necesita. Algunas cosas no encajan y otras sí, pero es parte de la búsqueda. Cada uno trae su lengua, su cultura, su música, su identidad para compartir.

-¿Qué significa narrar?
-Es algo que repito bastante. Lo tengo como manifiesto. Es también una necesidad. Es lo único que sé hacer. Cuento porque me gusta y porque no podría hacer otra cosa. No podría vivir de otra cosa. Me sirve para conectarme, vincularme y, por sobre todo, exorcizar a través y con la excusa del cuento, tomar palabras ajenas, tomar palabras prestadas. Exorcizar miedos, demonios, angustias, consuelos. Todo con la excusa del cuento. Nunca fui a terapia, porque en lugar de ir a un psicólogo, cuento cuentos. Un poco así es la cosa. El arte funciona, en cierta manera, así: es terapéutico. Desde ya, además es un hecho estético y artístico.

AUNO-30-05-14
EV-MDY

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