Lomas de Zamora, diciembre 19 (AUNO).- Sí o No. Dos opciones sobre la mesa de la consulta popular que el Frente Nacional contra la Pobreza (Frenapo) hizo bajo el lema “Ningún hogar pobre en la Argentina”, en un año en que más de la mitad de los argentinos vivían debajo de la línea de pobreza y tampoco tenían un trabajo estable. La primera de las alternativas proponía darle una mano, la segunda prefería mantener el statu quo y continuar con las políticas que llevaban al país hacia una catástrofe que venía tomando carrera desde hacía más de diez años.
La consulta fue realizada por las diferentes organizaciones sociales, de Derechos Humanos, religiosas y de trabajadores agrupadas en el Frenapo, y se llevó a cabo entre el 14 y 17 de diciembre de 2001. Democracia directa, el pueblo sin intermediarios. Esa fue la herramienta que utilizó el conglomerado popular y que proponía “un shock redistributivo” a través de la implementación de un seguro de empleo y formación para los jefes de hogar desocupados, una asignación universal por cada hijo menor de 18 años para todos los trabajadores (con o sin empleo), así como también una retribución no inferior a la jubilación mínima para las mujeres mayores de 60 años y para los hombres que superaban los 65.
“Será la primera vez, en la historia del país, en que el pueblo votará para expresar su apoyo a una propuesta y no solamente a candidatos”, rezaba uno de los documentos difundidos por el Frente, que consideraba que la crisis no era más que un problema de distribución y que, para sanear la difícil situación en la que se encontraban miles de familias, hacía falta redistribuir un 3,3 por ciento de la riqueza producida en el país.
Restitución de aportes patronales de grandes empresas, replanteo del impuesto a las ganancias y del gravamen de los consumos no esenciales y reorientación del gasto social, entre otras cuestiones, fueron algunos de los puntos clave que sumaban los casi 11.400 millones de pesos que se necesitaban para asistir la demanda que aquejaba a ese 27 por ciento de la población que era pobre y a ese 7 que caía en la categoría de indigente.
“El planteo era, básicamente, un involucramiento mayor del Estado. No sólo se trataba de brindarles una ayuda económica, sino también de dar capacitación”, recordó la cofundadora de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la Republica Argentina (CTERA) Marta Maffei a AUNO.
Más de 3 millones de personas participaron de la consulta en la que ganó el “Sí”. Sin embargo, la propuesta no fue capitalizada por el gobierno de Fernando De la Rúa, que días más tarde caería. “Lamentablemente, esas ideas no se recogieron a tiempo. Recién en los últimos años se les dio valor”, sostuvo la ex diputada nacional.
Bronca, indignación, desesperanza, malestar general. Esas sensaciones salieron a flote en cada una de las colas que se formaron en los lugares donde estaban emplazadas las urnas. “Parecían días de elección nacional, pero ahí había un nivel de puteada altísimo”, recordó a esta agencia el titular de la Federación Tierra y Vivienda, Luis D’Elía, un de los referentes de aquella época y quien sufragó en la escuela de La Matanza donde supo ser profesor.
Además, el dirigente social describió al Frenapo como “una salida democrática muy distinta al caos que proponían sectores conservadores” y lamentó que la consulta popular previa al estallido social no sea recordada cuando se menciona la crisis de 2001. “No está registrado en la memoria de la gente, contrario a lo sucedido el 19 y 20 de diciembre, un momento espasmódico. Habría que darle al Frente un valor histórico donde prevalezca la verdad”, reflexionó.
Otro de los aspectos de la iniciativa fue la unión de los distintos organismos populares en el Frente, algo que “se dio como una alternativa a lo que se proponía desde el Gobierno, además de que se pudo volver a mirar las situaciones sociales que antes se ignoraban”, destacó Maffei.
“Algunos sectores se vieron conmovidos sólo cuando la situación les afecto el bolsillo, hasta ese momento no habían demostrado ningún tipo de solidaridad”, añadió la ex legisladora y una de las impulsoras de la Carpa Blanca docente instalada frente al Congreso durante la presidencia de Carlos Menem.
Antes de las balas, las piedras y las muertes, hubo un intento democrático, las urnas quisieron ser una salida, la efervescencia popular trataba de expresarse sin sobresaltos. Pero la dirigencia política, por indiferencia o negligencia, no entendió la gravedad del momento y, tras diez años de gestiones inoperantes, el pueblo salió a la calle a exigir “Que se vayan todos”.
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AUNO-19-12-11