«Hay sectores que quedan fuera de la información»

Marcelo Arias, autor de _La noticia televisiva_, analiza en su nuevo libro qué ocurre con la información elaborada por los noticieros. Discute con la noción de objetividad y entiende que hay «marginados» de la televisión comercial.

Alan Reynoso

Lomas de Zamora, septiembre 9 (AUNO).- Marcelo Arias, docente de las cátedras de Semiología y Análisis del Discurso de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, aseguró en diálogo con AUNO que “el gran sujeto estigmatizado por la televisión comercial es el pobre”.

El autor de La noticia televisiva: resplandor de un discurso inquietante (Biblos) presentó este libro en el Centro Cultural Padre Mugica (Avenida Hipólito Yrigoyen 7923), en compañía del periodista y director de este medio, Daniel Miguez, y Adriana Speranza, profesora titular de Lingüística en la Universidad de Moreno.

Arias sostiene que “en el discurso periodístico, la objetividad es impracticable tanto para aquellos que tienen buena intención como para los que no”, y que se la defiende para ganar “legitimidad ante la sociedad”.

Por otro lado, el licenciado en Letras agradeció a la universidad pública: “Este libro es fruto de mi trabajo como docente en la Facultad de Sociales de Lomas de Zamora”. Además, mencionó a la Ley de Medios, porque en ese contexto surgieron las reflexiones que derivaron en su trabajo.

—¿Cómo surge su libro La noticia televisiva?
—Este libro nace en un momento de pleno desarrollo de la discusión de la Ley de Medios. Es producto de mi trabajo dentro de la universidad. Por eso, en el libro agradezco a la universidad pública y en particular a la Facultad de Sociales de Lomas de Zamora, dentro de la cual desarrollé las reflexiones que se proyectaron en este libro. Es un genuino fruto del trabajo docente en esta facultad. El agradecimiento no es una expresión hipócrita sino un sentimiento genuino.

—Como docente de Semiología, ha explicado conceptos de Umberto Eco, como el “lector in fabula”: la construcción del lector modelo por parte del autor, y del lector que construye a su autor. ¿Se pueden aplicar estos conceptos a su libro?
—Sí, por supuesto. Hay muchos autores que han intervenido en esta reflexión que he hecho. Sin ninguna duda, Eco ha sido uno de ellos. Las ideas de construir el autor modelo y lector modelo sobrevuelan buena parte de los contenidos de este libro. Aclaro que el análisis es a una noticia en especial: la televisiva comercial. A veces sentimos que es la única manera de construir la información. Cuando en realidad, gracias a la Ley de Medios, se puede empezar a pensar la información que no sea la que construye o produce la televisión comercial.

—Un factor que enuncia en su libro es la anticipación en la noticia de la TV comercial. ¿Cómo funciona esto?
—En los tiempos que corren, cada vez más, se percibe una forma de vértigo: te quieren informar las cosas que ocurren en el momento y, a veces, antes de que ocurran. Ahí sucede la anticipación. Ese vértigo es un acto de irresponsabilidad, escondida en un supuesto mérito profesional, lo cual provoca múltiples desajustes. Esto es tremendamente irresponsable desde todos los puntos de vista. Y peligroso, inclusive. Porque en el afán de querer contarte pronto lo que ocurre, el periodista cuenta lo que va a ocurrir. La historia de la televisión argentina y mundial está llena de grandes atrocidades discursivas en esa búsqueda de anticipación en la noticia.

—¿Por ejemplo?
—Yo pongo en el libro el ejemplo de una jornada electoral en 1999. Prematuramente se anticipó que había ganado una candidata que era Pinky (Lidia Satragno, candidata por la Alianza), en el partido de La Matanza. Una vez que se contaron los votos se confirmó que no había ganado y, luego, se anunció esto a la audiencia. Ese famoso titular, “Ganó Pinky”, mostraba ese hecho como ocurrido cuando no era cierto. Es una gran paradoja de la información ese vértigo de decir las cosas pronto.

—Si la noticia es una construcción social, ¿qué piensa de la objetividad como recurso televisivo?
—La objetividad es impracticable. En los tiempos que corren tenemos muchas muestras de periodismo elocuentemente deshonesto. Se dice a sí mismo “objetivo” cuando la objetividad no se puede proclamar. Pero también se contempla esto mismo en un periodismo que no es deshonesto. La objetividad es impracticable incluso para aquellos que tengan buenas intenciones comunicativas. No se puede ser nunca objetivo por el sólo hecho de que la mera selección de palabras que cuentan un relato lo orienta. Y ese relato ya no es la realidad. Ningún relato reproduce la realidad.

—¿El fin de la objetividad es comercial?
—Cuando se esgrime tanto la objetividad se busca legitimar el discurso periodístico. Y se apela a un valor del siglo XIX que ya no resiste la menor discusión. Quedó como un viejo criterio legitimante del periodismo, ya que, si no se sostuviera, para mucha gente resultaría molesto. Pero, tal vez, sería saludable un nuevo paradigma de la información. El periodismo nunca puede ser objetivo y la legitimidad del periodista puede pasar por otros lados. No creo que la objetividad tenga que ver con otra cosa que con intentar legitimarse. El reivindicar la objetividad es legitimarse ante la sociedad. Hoy en día está perimido.

—¿A que público está destinada la noticia televisiva?
—En el libro trabajo la idea de que parte de un emisor que es un “nosotros” hacia un “ustedes”, que serían básicamente los sectores medios. Y hay un “ellos”: un sujeto social muy amplio al que la noticia televisiva comercial no está destinada. Les habla a los sectores medios como público consumidor y no como ciudadanos.

—¿La noticia estigmatiza a algunos sectores?
—Es un paradigma exclusivo de la televisión comercial. Hay sectores que quedan afuera de este circuito interlocutivo de la información. Hay un “ellos” que se puede encarnar en muchos sectores, en general. En el discurso de la inseguridad arman un “ellos” que son los marginados. En algún momento de la historia argentina del periodismo fueron los piqueteros, las travestis, los jóvenes violentos. El gran sujeto estigmatizante en la noticia televisiva no es el piquetero o el homosexual, sino el pobre. Es la pobreza vinculada a la criminalidad. La televisión comercial te deja picando que el pobre se puede convertir en delincuente. Fragmenta a la sociedad. No ocurre en la televisión pública o en los canales comunitarios. La minoría es parte integrante y activa de la sociedad. No son sujeto relegado en el discurso informativo.

AUNO-09-09-2014
AR-MDY-MFV

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