Cuando se habla de prostitución se discute desde diferentes perspectivas: para algunos puede ser el oficio más viejo del mundo, para otros es el empoderamiento de la mujer para hacer lo que quiera con su cuerpo y para otro resto, defender la prostitución es defender el derecho del hombre de pagar por el consentimiento de una mujer, es decir, una violación sistemática.
Después de vivir 18 años bajo el sometimiento de proxenetas, Elena Moncada se define como una mujer que sobrevivió a la peor de las formas de la violencia de género. Además, denuncia que hay un Estado “totalmente ausente” y que, junto a una “convivencia policial”, permiten el funcionamiento de prostíbulos y la violencia en la calle.
Esta sobreviviente de la trata exige políticas públicas que “ayuden” a las mujeres prostituidas a dejar las calles y asegura que ve en la abolición “un paso imprescindible en la lucha contra diferentes formas de opresión” porque no quiere a las jóvenes “paradas en la esquina”, que entran “en el mundo de la prostitución a los 13 o 14 años”.
Elena escribió dos libros (Yo elijo contar mi historia y Después, la libertad) y ahora no sólo lucha por los derechos de las mujeres, por el fin de la trata de personas y la explotación sexual en Argentina, sino también acompaña a sus compañeras, como dice ella, que están en situación de prostitución. Con su organización no gubernamental Mujeres en Actividad sale por las noches a recorrer las esquinas de Santa Fe, donde vive, para ayudar a quienes siguen atrapadas en ese sistema.
-¿Qué te hizo elegir contar tu historia?
-Tenía unos 48 años y sentía que había vivido muchos, muchos años por todo lo que me tocó pasar… Muchas noches, droga, alcohol, muchos riesgos, mucha violencia y una lo había recontra naturalizado. Siempre decía que iba a ponerlo en algún lugar donde ya no me doliera ni me molestara. No sé si tenía la idea del libro en ese momento, pero tenía ganas de ponerlo en papel y que alguien se haga cargo de algo que no era mío, según yo. Me parecía que ya me dolía mucho estar con eso dando vueltas, para mí fue poner en palabras todo esto que me pasaba.
-¿Cuándo tomaste la decisión de abocarte a la militancia y al activismo?
-Nací en AMMAR CTA (Asociación de Mujeres Meretrices de la Argentina), que eran trabajadoras sexuales. Ahí empecé mi militancia en realidad, pero me di cuenta que para mí la prostitución no era trabajo y de a poquito empecé a elegir sin saber que lo hacía.
Cuando se separa AMMAR por el año 2002, Graciela Collante, Sonia Sánchez, Margarita Peralta, Argentina Ascona, Mimi Sifón, Martina Soriano y yo nos quedamos con AMMAR Capital, que estaba en Flores, y ahí seguí activando. Después me volví a mi ciudad natal, aquí en Santa Fe, con la idea de hacer una organización: se llama Mujeres en Actividad y hace 12 años que estamos trabajando.
-La pandemia sigue, estamos en la segunda ola, ¿cómo se vive desde la organización Mujeres en Actividad? ¿Qué problemas encontrás?
-Estamos en un momento muy crítico porque las compañeras el año pasado estuvieron meses encerradas y después tuvieron que estar escondiéndose de la Policía. Hoy hay mucha más violencia en la calle y el mundo está enojado, les roban y las violan por dinero, pero también porque sí. Además, el Estado está totalmente ausente, recién este mes nos dieron un bolsón de mercadería, pero son siete productos de mala calidad y es la nada misma.
Ahora mismo estamos con una campaña para juntar frazadas y, si viven lejos, recolectar dinero para comprar mercadería porque las compañeras viven en casas muy precarias.
-Siempre decimos “sin clientes, no hay trata”, pero ¿a quiénes ves como los verdaderos culpables de que las mujeres sean prostituidas?
-Yo siempre digo que es muy bueno el eslogan “Sin clientes, no hay trata” porque la verdad que sí sería lo ideal, pero como sobreviviente del sistema prostituyente, yo Elena Moncada y me hago cargo, digo “sin convivencia policial, no hay trata”.
Mujeres prostituidas van a haber siempre porque siempre hubo, creo que así como se terminó con el esclavismo podemos abolir esto, por eso soy abolicionista, pero me parece que tiene que ver muchísimo quién habilita estos lugares. “Sin clientes, no hay trata” está bueno, vamos a concientizar y me parece que eso es muy importante. Está bueno el eslogan, pero sin la convivencia policial no hay trata.
-¿Qué rol cumple la convivencia policial en el sistema prostituyente?
-La Policía está implicada en todo esto, hay prostíbulos que no pueden estar habilitados, pero tienen un amparo policial, los jueces deliberan lo que quieren y son los mismos que consumen. Entonces, juega el papel de siempre, tenemos un Estado proxeneta y eso hay que decirlo.
-La postura regulacionista ve a la prostitución como un trabajo más, que las relaciones de dominación están en todos los ámbitos laborales…
-En realidad hay una sola mujer que está en esto del trabajo sexual, que es Georgina Orellano, la secretaria general de AMMAR.
¿En Santa Fe hay trabajadoras sexuales? No. Cuando las chicas van a la calle dicen “me voy a trabajar” porque no pueden decir me voy a chupar un pene, hacer poses o hacer un completo. Todas dijimos en un momento “me voy a trabajar”, lo tomamos de esa manera porque hasta que vos no ves que es violencia, que te violan sistemáticamente, que corrés el riesgo de ser “Ni una menos” todo el tiempo y todo eso hace que todas digamos que es trabajo, pero en realidad no es un trabajo. La prostitución son violaciones sistemáticas hacia los cuerpos de las mujeres, entonces no la podemos nombrar nunca como trabajo.
-¿Qué se te cruza por la cabeza cuando escuchas esas cosas?
-Mucha angustia e impotencia. Nadie quiere a sus hijas ni a sus nietas paradas en la esquina. En los 18 años de prostitución he conocido como mucho a cinco compañeras que han estado con sus hijas y nietas, en 18 años el porcentaje es mínimo. No queremos a nuestras hijas, no queremos a las jóvenes. Hay nenas de 12 años prostituidas y no es lo mejor que te podría ocurrir.
Las estadísticas dicen que el 85% arrancaron en el mundo de la prostitución a los 13 o 14 años, entonces el cuerpo a los 35 o 40 años está sumamente explotado porque además hay que consumir drogas y alcohol para anestesiarse, para no sentir.
-¿Qué busca el abolicionismo?
No estamos en contra de las compañeras que están en las esquinas, que es lo que las reglamentaristas quieren decir. Nosotras estamos para garantizar los derechos de las compañeras, que se empoderen, que sepan que tienen derecho a terminar de estudiar, a tener su casa, a tener su trabajo digno.
-Desde varias organizaciones piden separar trata y prostitución…
Se sostienen de esto para regularizar porque las instituciones reglamentaristas lucran con el cuerpo de una piba prostituida, que es secuestrada, seducida o enamorada, que no es menos violento que el anterior. Además de eso, con la vulnerabilidad y la pobreza que tiene la Argentina, ¿qué hacen los captadores? Están atentos para ver qué mamá tiene tantas hijas y que seguramente le dice “te presto plata” o “soy el novio de la nena”, porque hay muchas maneras de entrarle a la pobreza y es lo que hacen los fiolos. La prostitución y la trata son lo mismo.
-¿Por qué son lo mismo?
-A mí no me llevaron secuestrada ni me pusieron droga, pero me sedujeron, me llevaron a una casa con comodidades y nadie quiere volver a la pobreza. Venís preparada para el mundo de la prostitución: me casé, entre los 17 y los 23 años tuve cuatro hijos y seguía siendo cada vez más pobre, cada vez más ignorante. El tipo me estaba esperando, yo estaba servida para ser prostituida. El famoso grillete con la cadena de la trata, que está en la pata de la cama de la chica, acá es invisible.
-¿De qué forma se representa ese grillete?
-Los tenemos en la cabeza porque nos dijeron que iban a violar a nuestras hijas o matar a nuestros hijos. En mi época, se le pegaba un tiro en la rodilla o se le cortaba la cara para que se acordara siempre del fiolo cuando las mujeres se escapaban. Esto de la trata me supera porque tengo compañeras en la esquina que no quieren estar ahí, entonces no se puede hablar de trabajo cuando se ve claramente que hay un negocio que pide que le devuelvas el dinero cuando saben que no lo vas a poder hacer.
-¿Cómo se puede ayudar, desde el activismo, a las mujeres que se prostituyen y que no quieren hacerlo más?
– Multiplicando que las mujeres no lo eligen y dejar de decir con tanta liviandad que ellas están ahí porque quieren o porque no quieren trabajar. El activismo puede hacer muchísimo, el feminismo siempre dice “con mi cuerpo hago lo que quiero”, entonces ¿por qué hay feministas que dicen “hay que reglamentar la prostitución, las mujeres tienen derecho”? No es así. Tenemos que exigir políticas públicas al Estado para que las compañeras dejen de estar en las esquinas, al menos pensar en las compañeras de 35 en adelante, porque la psiquis queda hecha mierda pero capaz pueden hacer otras cosas. Me parece importante que hablen las sobrevivientes del sistema prostituyente y del Estado proxeneta.
-¿Qué medidas son urgentes para luchar contra la trata? ¿Cómo se lograría una efectiva abolición de la prostitución?
-Hay que exigir políticas públicas al Estado Nacional que las empodere, que las ayude a pensarse de otra manera, como sujetas de derecho y que no sean programas que se terminen rápidamente. Además, si bien hay una ley contra la trata, no tiene presupuesto. Después de los procedimientos para desmantelar los prostíbulos, no les dan un acompañamiento a las sobrevivientes y las deudas que quedan las pagan sus hijas o nietas. Es muy fuerte, pero tenemos que luchar haciendo prevención y promoción, tratar de no juzgar a las mujeres.
Crédito fotografía: Diario La Capital
* Nota realizada en el marco de la cátedra Taller de Periodismo Gráfico