Camino de las Flores: un pulmón verde protegido por la lucha vecinal

Se trata de un área natural “oculta” en la localidad de Longchamps que contiene kilómetros de biodiversidad y gracias a la lucha de vecinos, vecinas y militantes medioambientales logró ser reconocida y considerada un “espacio protegido”.

Los lugares verdes del Conurbano bonaerense, verdaderos refugios naturales entre tanto asfalto, fábricas y una urbanización que cada día se expande más, peligran ante el avance implacable de la acción humana. Sin embargo, historias como la de la reserva “Camino de las Flores” renuevan la esperanza: en abril de 2023, la Cámara de Senadores de la provincia de Buenos Aires aprobó el proyecto que declara paisaje protegido a este espacio ubicado en la localidad de Longchamps.

La iniciativa fue presentada en la legislatura bonaerense en 2021 por la entonces diputada provincial Cristina Vilotta, pero la idea de proteger esta área natural no es un sueño reciente ni surgió de los pasillos de la política tradicional. La propuesta germinó años atrás en el corazón y la lucha de los vecinos y vecinas del barrio Campo Ramos, de la mencionada ciudad bonaerense.

Esta comunidad, que no se resignó a ver desaparecer uno de los últimos pulmones verdes de la región sin plantar cara a la desidia y al olvido, se juntó para exigir la creación de un espacio verde que redujera el impacto negativo en el agua, la tierra y el aire provocado por la emisión de residuos y sustancias tóxicas del Parque Industrial de Burzaco.

En ese sentido, se comenzaron a generar debates y propuestas para la protección de la comunidad y la preservación medioambiental.

Estudiantes terciarios del distrito participaron de una recorrido por la reserva. Foto: Marcos Cabrera.

El accionar vecinal ganó impulso en 2017 con la fundación del “Refugio de la Esperanza”, un centro comunitario que fortaleció la lucha a través de la educación ambiental y la realización de actividades para conciencia ecológica. Desde allí se impulsaron las propuestas que desembocaron en la normativa aprobada este año.

“Este proyecto busca la conservación, contar la riqueza de la biodiversidad que contempla que el ambiente somos todos: la naturaleza y también la comunidad”, explicó a AUNO Francisco da Costa, miembro del refugio y uno de los integrantes del grupo promotor. 

Con la creación del refugio y la lucha de organizaciones sociales y ambientalistas, la propuesta comenzó a tener más repercusión y notoriedad. Gracias a la fuerza popular, en 2019 fue declarada como de Interés Municipal por el municipio de Almirante Brown, y luego por el Congreso Nacional, precedentes importantes para su tratamiento en la legislatura provincial.

La reserva se ubica en Ruta 16 y José Ingenieros, Longchamps. Fotos: Marcos Cabrera.

Sobre la iniciativa, Francisco explicó: “Nosotros teníamos la idea de que sea una reserva, pero no teníamos antecedentes que hayan prosperado. Sabemos que Lomas tiene a Santa Catalina, que Esteban Echeverría tiene tiene la Laguna de Rocha y nosotros no teníamos una reserva natural”, y soslayó: “Era justo que tengamos un espacio protegido”.

El siguiente paso va a ser conformar el comité de gestión del área. Tenemos el compromiso de participar todas las organizaciones, porque a la par se fueron sumando varias organizaciones ambientalistas, como la red de Jardínes Silvestres, el Club de Observadores de Aves y dos institutos de formación docente”, señaló Da Costa a AUNO.

El Refugio de la Esperanza organiza caminatas guiadas por las 200 hectáreas que componen la reserva. Fotos: Marcos Cabrera.

Identidad y biodiversidad: la historia detrás del Camino de las Flores

Parafraseando al pensador pedagógico Saúl Taborda, Da Costa comentó que “no hay revolución sin tradición”, y explicó: “Teníamos que hundir las raíces de la propuesta en aspectos que ya estaban en lo profundo de nuestra tradición, mostrando que era un camino rural muy antiguo”.

De allí que el nombre escogido para la reserva refiera a la antigua denominación que tenía la Ruta 16, cuando era de tierra. Popularmente, también se la conocía como “Camino de las latas” o “calle Ancha”.

El avistaje de aves y el estudio de humedales y flora nativa son las principales atracciones del lugar. Fotos: Marcos Cabrera.

Para acercar esta historia a los vecinos, desde el refugio organizan caminatas informativas con establecimientos educativos del municipio, marco en el que se dio la visita de estudiantes, docentes y Coordinadores Institucionales de Políticas Estudiantiles (CIPEs) del Instituto Superior de Formación Docente y Técnico (ISFDyT) Nº 53, María Ester Tommasi. 

En este recorrido, los y las visitantes exploraron las aproximadamente 200 hectáreas de la reserva, mientras apreciaron su flora y fauna diversa. La tierra forma parte de la llanura pampeana y tiene un clima templado, donde predominan pastizales y árboles como el Tala y el Espinillo

Andrea Bravo, vecina del área natural y estudiante del Plan FinEs en “el Refu” (como llaman al Refugio de la Esperanza), resaltó la importancia de la reserva. “En verano los chicos se meten en los humedales y se llevan para pescar. Mis sobrinos la pasan muy lindo; llevan las bicis, arbolitos para plantar y barriletes”, comentó a AUNO.

Tras destacar al área natural como “algo muy bueno”, la vecina puntualizó: “Es nuestro pulmón del barrio a pesar de todas las fábricas que lo rodean y que están contaminando nuestro aire, agua y tierra. Tenemos la esperanza de que un día todo cambie gracias a la reserva”.

Allí se identificaron alrededor de 130 aves silvestres, una de las que se logró avistar fue el Batitú (Bartramia longicauda), un pájaro único en su género que migró desde Alaska, Estados Unidos, y que eligió la reserva uno de los lugares para pasar los meses más cálidos.

El profesor y pintor Mario Grasso retrató a esta curiosa especie en su obra “El vuelo del Batitú”, parte del proyecto pictórico “Suturar la tierra”, donde, a partir de la experimentación de la vida silvestre, apunta a “visibilizar el contacto con la tierra” desde la educación.

El ave real y la representación artística del profesor Mario Grasso.

Otro animal que logró ser descubierto en la reserva fue el “Killi”, un pez poco común en su especie que tiene la llamativa característica de poner huevos que resisten a la sequía: cuando el agua del humedal desaparece, los huevos quedan en “estado de latencia” y cuando vuelve a llover eclosionan, dándole nacimiento a los peces.

A su vez, la antropóloga e investigadora UBA/Conicet María Inés Carabajal indicó que los humedales como los que se encuentran en Camino de las Flores “ayudan a combatir el cambio climático” porque brindan protección ante las inundaciones “absorbiendo el agua de lluvia”.

La especialista remarcó que estos espacios de biodiversidad representan valores culturales para las poblaciones que las habitan o lindan con ellas. “La identidad de una comunidad muchas veces se define alrededor de los cuerpos de agua, de la interacción con animales y plantas que lo habitan, generando un ecosistema donde las poblaciones humanas y la biodiversidad forman un espacio de comunión, un patrimonio cultural y natural”, detalló respecto de la importancia de los humedales.

La regulación asegura la preservación y gestión de la diversidad biológica de las aproximadamente 200 hectáreas del terreno natural, en cumplimiento de la Ley 12.704 de “Paisaje Protegido de Interés Provincial” y/o “Espacio Verde de Interés Provincial”.

MC-MEM
1-7-2023

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