Lomas de Zamora, diciembre 22 (AUNO).- “Fue el amor” hacia el cantante de Sumo lo que al cineasta Rodrigo Espina lo llevó a realizar el documental “Luca”, en el que cuenta la vida de ese hombre, ícono del rock nacional. En una entrevista de cinco cuadras caminando por la calle con AUNO en el auricular, contó su relación con Prodan, ahora que se cumplen 23 años de su fallecimiento.
—¿Cuándo conocés a Luca?
—Un día, arriba de un tren en Retiro u Once, cuando entro al vagón veo un grupo de gente alrededor de alguien que los deleitaba con una historia sobre África. Yo no conocía nada de Sumo ni de Luca. Tiempo después, en un recital de la Rock&Pop en el ’85, vi lo que era Sumo y lo que era Luca. Me dio vuelta. Ahí me di cuenta de que él era el hombre del tren. Era imposible aburrirte, parte de su religión era divertir a la gente.
—Pero más allá de ese momento en que te enterás de quién es Luca, ¿cuál fue el primer contacto físico que tenés con él?
—Fue cuando hicimos el amor en 1986… Perdón. Fue un chiste. Hablando en serio, cuando se hizo el recital ése, yo estaba por iniciar un corto y después de eso quería que Luca actuase. Pasados unos días del show en la radio, lo crucé saliendo de un mercado con las bolsas en la mano y mi asistente Josefina se largó a correrlo. Cuando volvió me dijo: “Ya está. El martes lo tenés grabando”. Era obvio que aceptó porque se la quería coger…
-¿Cuál fue tu principal motivación para realizar el documental “Luca”?
—El amor. El amor que yo le tenía a una persona que me cambió, me enseñó a reír, a conocer mis límites. Se acercó y se animó a ser mi amigo. Soy un hombre con muchos laberintos y él me explicó cómo salir.
—¿Cómo te enteraste de su muerte?
—Medio que me enteré al toque. A las 10 de la mañana más o menos. Uno de los que vivía con él en la casa de Alsina y Defensa me avisó. Recuerdo el momento exacto. Yo estaba armando la cámara en el set. Cuando le vi la cara, lo supe en el acto.
—¿Tenías la sensación de que en cualquier momento Luca podía morir?
—Daba señales. Pero todos pensábamos: “Luca, ¿morirse? No, si él es el maestro, el capo, el que nos enseña todo. Nos vamos a morir nosotros primero”. Él sabía cómo iba a terminar. Seguro tuvo miedo, pero se la bancó solito.
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