Viandas para el receso, apuntes digitales y menos materias por cuatrimestre. Así son las estrategias de las y los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) para enfrentar una cursada “cada vez más cara”, contaron en diálogo con AUNO.
Aseguraron también que las ayudas económicas del Estado, como la Beca Progresar y el Boleto Estudiantil, “no alcanzan para cubrir los costos» de una carrera universitaria, en un contexto en que el último aumento de las tarifas en los colectivos llevó el mínimo a 370 pesos y la inflación acumula 79,8% en lo que va del año, con una variación del 271,5% interanual en junio.
Uno de los estudiantes que vive esta realidad es Pablo, de 32 años, que cursa las materias de primer año de Comunicación Social. Desde noviembre del año pasado, el joven está desempleado y tuvo que dejar algunas materias durante el último cuatrimestre. «Para estar concentrado, uno tiene que tener trabajo«, explicó a este medio.
Contó además que no cobra la Beca Progresar, ya que sólo pueden acceder quienes tengan hasta 30. Sí pudo anotarse al Boleto Universitario, una ayuda estatal que valoró mucho, ya que se le complicaría viajar hasta la UNLZ si no lo tuviera.
Pablo hace changas de mudanza con su tío durante el fin de semana, pero «no es todos los sábados, y a veces no sale nada», contó. Si bien reconoció que su familia lo ayuda para seguir con la carrera, siente que no puede depender demasiado de ellos.
“El cuatrimestre anterior, usé los apuntes digitales”, comentó. Además, elige almorzar en lo de su mamá y si debe cursar de noche, guarda en la mochila alguna galletita y té que trae de su casa, porque prefiere no consumir en el buffet. «Mi situación es bastante compleja», admitió.
Sin la Beca Progresar, la cursada es imposible
Javier tiene 27 años y también cursa en la carrera de Comunicación Social, aunque tuvo que dejar todas las materias. Al no cobrar desde hace dos meses la Beca Progresar, no puede seguir con la carrera. “A pesar de que era un ingreso mínimo, se hacía valer”, explicó el joven a este medio.
Esta ayuda económica para estudiantes consiste en 20 mil pesos mensuales, pero dejó de depositarse en marzo, ya que al mes siguiente había que volver a inscribirse. Al igual que Javier, miles de estudiantes de los distintos niveles educativos esperan saber si la nueva postulación fue aceptada.
Javier trabaja como monotributista para el Estado y hace changas como creador de contenido en redes sociales, pero ahora está más concentrado en buscar otro empleo que en su carrera universitaria. Participa como oyente en las materias que dejó, pero suele traerse comida de su casa, porque «es imposible sostener» la cursada.
El Boleto Estudiantil ayuda más de lo que aparenta
Karen y Yanina reconocieron que las «afectó muchísimo» los últimos aumentos del colectivo, que llevaron el mínimo a 370 pesos. Ambas son beneficiarias del Boleto Estudiantil, un programa del Gobierno bonaerense para estudiantes regulares, que consiste en la acreditación de 45 viajes mensuales en la Tarjeta SUBE registrada.
Nicolás es otro de los jóvenes que accedió a esa ayuda estatal. Si bien afirmó que el viaje a la Facultad no afecta su economía, admitió que «si no tuviera el subsidio sería muy complicado» ir a cursar.
En el caso de Benjamín, otro de los estudiantes, los viajes acreditados por el boleto estudiantil solo le alcanzan «para una quincena».
“El año pasado, si no viajaba mucho, la SUBE me quedaba cargada dos meses, pero ahora no me dura nada”, explicó Sofía, que cursa Periodismo.
En el Centro de Copiado subieron los precios y bajaron las ventas
Los apuntes para cursar son usados, contó también Sofía. Los consigue por los grupos de Facebook o de WhatsApp. Karen compra solo los textos de una materia, que tiene correlativa y los necesita. Los otros, explicó, los tiene digitales en su celular. Su amiga Yanina también hizo lo mismo.
Leila es otra de las estudiantes que «tiene todos los apuntes en la computadora», mientras que Ailén es una de las pocas que los puede imprimir, aunque lo hace a través de un pariente que «no le cobra».
La merma en las ventas de libros y copias de apuntes también fue confirmado por el Centro de Copiado de la Facultad de Ciencias Sociales a este medio. «En años anteriores se vendía más, pero bajó mucho ahora”, explicó uno de los empleados.
Lo cierto es que algunos textos académicos cuestan más del doble a comparación con el año pasado. Hace dos cuatrimestres, el libro para cursar la materia Taller de lectura y escritura costaba 3.700 pesos, pero en el último escaló a 14.500. Otro ejemplo son los apuntes de Historia Social Argentina, que estaban 1.200 pesos en 2023 y en marzo de este año subieron a 4.000 pesos.
Frente a esa situación, algunas cátedras tomaron la decisión de separar los módulos para que las y los alumnos puedan comprarlos por separado.
“Las becas de apuntes vuelan”, explicó Sarina, integrante del Frente Estudiantil Popular (FEP), uno de los centros de estudiantes. También aclaró que “cada vez son más quienes se acercan a la mesa para consumir una fruta, un café o pedir yerba para el mate”.
Solo mates y fotocopias en el buffet
Al igual que el Centro de Copiado, las y los estudiantes hacen malabares. “Yo compro lo más barato: una galletita o un café con una medialuna”, explicó Sofía, sentada en una de las mesas del lugar. Yanina y Karen contaron que ellas traen la comida de su casa, algo que también hacen Leila y Ailén.
En el buffet de la Facultad de Ciencias Sociales, un café chico está 1.200 pesos y uno más grande, está 1.800 pesos, mientras que cada medialuna cuesta 600 pesos. Para almorzar, las empanadas están 1.200 pesos cada una y media tortilla sale 4.000 pesos.
El encargado del bar, Gustavo, explicó que “se vende muy poco comparado con años anteriores” y señaló que bajó el consumo de las comidas más elaboradas, al igual que las galletitas. “Solo vienen a tomar mate”, aseguró.
AUNO-15-08-24
JV-MB