(AUNO).- Cuando una persona viaja a un país en el que hablan una lengua que desconoce siempre encuentra, al comienzo de su llegada, enormes impedimentos para expresarse y entender a los otros. Por lo tanto, recurre a señales universales para interpretar las acciones. Con el paso del tiempo, se puede conseguir una excelente comunicación o no. Polísta es la misma situación, agravada por otros factores, con la que se enfrentan los sujetos que sufren de afasia.
“La persona afásica tiene dificultad para hablar, comprender lo que se le dice, leer y escribir. Puede ser que alguna de estas funciones esté conservada, pero generalmente, en mayor o menor medida, están todas dañadas”, explicó en diálogo con AUNO la presidenta y directora de la Fundación Argentina de Afasia, Silvia Rubio.
Como consecuencia de ello, muchos afásicos no pueden expresar sus necesidades ni sus sentimientos. “No podía hablar. Estaba inmóvil y tenía una sensación fantástica de haber sido envuelto en una valija amoldada a mi cuerpo. Estaba en mi agonía, en mi desesperación”, cuenta Hamilton Cameron, un paciente recuperado, de 48 años.
Frecuentemente indica Rubio la familia cree que la persona afásica comprende todo lo que oye. Puede que así sea, pero en muchos casos, son los elementos del contexto, los gestos que se le hacen o los objetos que se le señalan, lo que él conoce del mundo que lo circula, y eso es lo que le ayuda a comprender. Fuera de esta situación familiar, su comprensión también está dañada.
Cuando los diestros 93 por ciento de las personas sufren una lesión en la parte izquierda del cerebro pueden padecer afasia. Los daños cerebrales se producen por múltiples factores: el más frecuente es el accidente cerebrovascular, desencadenado generalmente por hipertensión arterial. Pero también la afasia puede aparecer debido a traumatismos craneanos, tumores cerebrales, intoxicaciones y enfermedades infecciosas (meningitis, encefalitis, y otras).
En Argentina, si bien no existen datos precisos, se estima que en base a estadísticas internacionales hay alrededor de 100.000 afásicos permanentes, y que en cada país surgen por año 150 casos nuevos de afasia por cada millón de habitantes que posea.
Las lesiones en el cerebro se dan en diferentes niveles, los cuales desencadenan distintos grados y tipos de afasia. Están las fluentes y las no fluentes.
“En las afasias fluentes el paciente habla sin pausas ni vacilaciones pero no es comprensible lo que expresa, los mensajes no tienen sentido. Tampoco encuentran el término justo, entonces dicen una palabra por otra o vocablos sin sentido”, señaló la directora de la Fundación.
Asimismo, Rubio aclaró que “la mayoría de los pacientes con este tipo de afasia no tiene conciencia de sus dificultades en la expresión. La comprensión está muy perturbada y generalmente no se acompañan de dificultades motoras, pero en general son verborrágicos”.
En cambio, en las afasias no fluentes el habla es titubeante y vacilante. Los afectados dialogan lentamente y se esfuerzan para expresarse. Presentan muchas pausas y las frases son incompletas. “Tienden a utilizar pocos sustantivos, verbos, preposiciones y artículos; usan una especie de lenguaje telegráfico. Hablan poco y con palabras aisladas. La comprensión en general está bastante conservada y frecuentemente está acompañada de una parálisis total o parcial del lado derecho del cuerpo”, sostuvo Rubio.
De todos modos, a menudo los pacientes presentan características de ambas formas de afasia. Esta lesión puede darse en cualquier edad, tanto en niños como en adultos. Pero existe una predisposición en las personas mayores de 60 años y en las mujeres cuando entran en la menopausia.
La recuperación del paciente variará de un individuo a otro y dependerá también del grado de afasia que padezca. Polísta puede ser leve, moderada, severa o total. Cuado la expresión y la comprensión están severamente perturbadas, se habla de afasia global o total.
“Hasta ahora no se conocen medicamentos o cirugías que puedan curar la afasia. La rehabilitación ayuda al paciente pero no garantiza su curación. El propósito de la rehabilitación es enseñarle al afásico a utilizar aquellas facultades que no han sido afectadas y al mismo tiempo proporcionarle formas compensatorias de comunicación”, explicó Rubio.
El tratamiento es interdisciplinario. Está integrado por médicos neurólogos, neuropsicólogos, neurolingüistas, fonoaudiólogos, psicólogos, neuropsicopedagogos, neuromusicólogos, terapistas ocupacionales, kinesiólogos, trabajadores sociales y profesores de arte, entre otros.
De todos modos, el apoyo psicológico es fundamental. Se basa en la detección y posterior abordaje de los estados emocionales del afásico. Ello no sólo permite que la rehabilitación sea más efectiva, sino que es uno de los eslabones más importantes en el tratamiento integral del paciente. “Lo importante es mejorar la calidad de vida de los individuos que padecen la afasia”, enfatizó Rubio.
La Fundación Argentina de Afasia, único centro en América latina especializado en este trastorno, trabaja además con los familiares de los pacientes, ofrece talleres, un microemprendimiento productivo de cuero, realiza diversas actividades de difusión sobre cómo evitar los factores de riesgo, y creó recientemente una escuela para afásicos, la cual les permite adquirir nuevos conocimientos.
“Cuando finalicemos la encuesta sobre el nivel de conocimiento de la afasia que hay en la población, planeamos reclamar al Ministerio de Salud de la Nación que realice una campaña con el objetivo de concientizar a la sociedad sobre las causas que llevan a la afasia y explicar cuáles son los factores de riesgo”, aseguró la Presidenta de la Fundación.
AUNO 23-06-05 RC/EV