Mariano, un cartonero de Lomas de Zamora, argumentó que estar en una cooperativa lo beneficia porque “el trabajo en grupo hace que la tarea no sea tan pesada”. El distrito alberga a más de 18 mil familias que sobreviven de la recolección de residuos reciclables. De este grupo, sólo el 2 por ciento está asociado a la única cooperativa cartonera del partido. Uno de los referentes de esa iniciativa presume que “si todos los cartoneros tomaran conciencia de trabajar en conjunto, los beneficios serían mayores”. No dicen lo mismo los que trabajan solos o con sus familias: “(Las cooperativas) quieren utilizarnos como burros de carga para que le traigamos el cartón, vidrio y otros desechos, todo listo para vender a las grandes pymes; para eso mejor sigo trabajando solo”, aseguró Pedro que vive en Temperley.
La vida del cartonero es dura. “Recolectan un promedio de 50 kilos de residuos por día y pone en funcionamiento un negocio millonario del que se quedan con migajas. El valor de lo que recogen en las calles se sextuplica cuando termina la cadena (de comercialización). Y lo que hace una cooperativa es equilibrar un poco la balanza de las ganancias”, argumentó a AUNO el titular de la cooperativa lomense Nuevo Rumbo, José “Pepe” Córdoba.
Cada día, alrededor de 500 carreros circulan por Lomas de Zamora buscando residuos que les sirvan para revenderlos. Estos trabajadores están divididos en dos grandes grupos: los que están en el rubro desde hace más de 30 años, y los que se incorporaron recientemente como una forma de subsistencia luego de haber perdido su trabajo formal en 2001. “Este último grupo fue el que, en su mayoría, se acopló rápidamente a la cooperativa”, sostuvo el referente institucional de la cooperativa.
Los trabajadores más antiguos pueden ganar por mes entre 280 y 480 pesos con la venta de lo que juntan, mientras que los que están en la cooperativa tienen una paga mensual que oscila entre 1000 a 1500 pesos, según datos proporcionados por Nuevo Rumbo.
“Hace cinco años perdí mi trabajo como ayudante albañil; busqué un tiempo, pero no aparecía nada, así que me conseguí el carro y con esto les doy de comer a mis cuatro hijos; estando asociado en la cooperativa me siento resguardado, además ganó más del 50 por ciento que cuando trabajo por mi cuenta “, explicó Marcelo, uno de los 250 trabajadores de Nuevo Rumbo.
“Trabajamos desde hace mucho tiempo y nunca escuchamos hablar de las cooperativas, igualmente me daría miedo de que haya un intermediario y que me diera un porcentaje. A mí me gusta realizar todo el trabajo así puedo calcular mi ganancia”, sostuvo Maria, otra trabajadora independiente.
En su mayoría, los cartoneros “no quieren incorporarse a una cooperativa porque no tienen una cultura de trabajo en conjunto”, es decir que “prefieren trabajar solos porque aseguran que tienen más posibilidades laborales, aunque también ganan menos. Por ejemplo un kilo de vidrio a un trabajador independiente se le paga 8 centavos (en cualquier acopiadora privada), mientras que a una cooperativa se le pagan un peso, lo que hace que el cartonero se lleve una mayor ganancia”, explicó Cordoba.
La conducta asumida por el cartonero a lo largo de la historia fue una capacidad adquirida por necesidad, desde un rebusque informal se inició y funcionó lejos del agrupamiento. Y “la formula de trabajar solos les dio resultados, y ahora tienen miedo de probar una labor en conjunto”, analizó uno de los voceros del Movimiento Nacional de Trabajadores Cartoneros y Recicladotes (Mocar), Alejandro Kacero.
Para los trabajadores del rubro es común que un mismo núcleo familiar tengan dos carros y dos caballos: por un lado salen los hijos mayores, y por el otro los padres acompañados por los hijos.
Ante la gran cantidad de trabajadores menores de 18 años, el Mocar puso en marcha un emprendimiento con Recursos del Ministerio de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires de Capacitación con salida laboral. En conjunto tiene como meta la integración de jóvenes cartoneros en situación de vulnerabilidad y riesgo Social.
“Juntamos papel y cartón, porque las botellas no nos convienen. No pagan nada por el vidrio” indicó Zulema. Tiene 11 años, está en quinto grado y recorre la ciudad acompaña de su hermano de 16 años. Ellos trabajan solo con su familia cada día, salen a las 17.30 de su casa y vuelven a las 23.
Casos como este hacen que “el objetivo de la cooperativa es que el trabajo del cartonero sea formal y organizado, reconocido y revindicado”, afirmó Córdoba.
Por esto, el sector cree que es necesario “instalar en la conciencia social que el recolector de residuos es también un ‘recuperador’ de materiales para el reciclaje”, y en ese marco que Nuevo Rumbo “piensa que solos no vamos a poder modificar esta realidad que vivimos de exclusión y marginalidad, sino que la solución está en la unidad de acción de todos los trabajadores del cartón y las organizaciones sociales”, concluyó.
EG-AFD
AUNO-22-11-07
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