La desnutrición infantil dijo presente una vez más en el sur del Conurbano a partir de seis casos denunciados por agrupaciones sociales y políticas de Lanús. Uno de ellos es el de Yamila Lezcano, que con sus 8 años presentaba en junio un peso de 17,1 kilos y una estatura de 1,14 metros, lo que se traduce en un índice de masa corporal por debajo del normal. AUNO tuvo acceso al diagnóstico por escrito de la niña en el que el médico José Bonanno, profesional de la Unidad Sanitaria N°1 de Monte Chingolo, determinó que se encontraba en “riesgo nutricional” que provocaba un “retraso en el aprendizaje”.
En esa localidad del sur de Lanús, las docentes de la escuela EPB N°46, a la que la niña concurre, enviaron una carta a la Secretaría de Desarrollo Social local en la que expresaban que la familia de la nena no poseía los “medios económicos para que Yamila y sus cuatro hermanos coman como corresponde”. Sin embargo, ni la institución ni la familia recibieron respuestas por parte del Ejecutivo.
El caso de los hermanos Valdez es otro de los ejemplos de desnutrición infantil en el barrio La Fe, de Lanús: Richard, de 11 años, pesaba en junio pasado unos 25 kilos en lugar de los 40 que debería tener por su edad. Roland Valdez, de 6 años, fue diagnosticado el 23 de julio con “desnutrición grado uno” por pesar 16 kilos y medir 1,4 metros; esta situación sumada a un cuadro de meningitis, le habría provocado una discapacidad mental, de acuerdo a un diagnóstico de la misma unidad sanitaria.
Por su parte, la coordinadora barrial del Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD), denunció en marzo otros tres casos. Una nena de 3 años llamada Liliana Morales fue diagnosticada con “desnutrición grado uno” por los médicos del hospital Fiorito. Una situación similar atravesaban Lucas Cantero, de 8, y José Morales, de 4, que padecían una “desnutrición oculta”, es decir la carencia de micronutrientes como el hierro, el zinc y la vitamina A necesarios para el desarrollo infantil.
Carmen Ozorio, miembro del Frente Popular Darío Santillán explicó a AUNO que los niños concurrían a ese comedor y que luego del diagnóstico no recibieron apoyo de las autoridades locales para costear la medicación necesaria para recuperar su salud.
Carlos López, miembro del Polo Obrero (PO) local denunció que en 2008 se detectaron “alrededor de 20 casos de desnutrición” en los comedores que la organización coordina en Villa Caraza, Villa Jardín, Monte Chingolo y La Fe, y que desde que la situación tomó conocimiento público, el intendente Darío Díaz Pérez le quitó el suministro de alimentos.
La Municipalidad de Lanús admitió tener un registro de casos de desnutrición pero no respondió al respecto al ser consultada por esta agencia: “Que AUNO publique la información de los piqueteros y después nosotros responderemos”, expresó una fuente cercana al Ejecutivo comunal.
A la hora de buscar las causas de este mal, los denunciantes entienden que en ello hay un origen político porque el problema de las familias no sólo responde a los salarios por debajo de la línea de pobreza de gran parte de los argentinos sino también a las condiciones precarias en las que viven. “A veces la gente que concurre a los comedores no tiene siquiera una frazada o un colchón. Y, mucho menos, acceso a la salud y a una dieta balanceada”, concluyó López.
DESNUTRICIÓN EN LOMAS DE ZAMORA Y ALMIRANTE BROWN
“Existen casos de desnutrición y no tenemos los medios para afrontarlos”, denunció Daniel Luna en referencia a los diez comedores que reúne la organización en la que milita, la Coordinadora Comedores Populares de Lomas de Zamora. La mayor parte de ellos asiste a familias de Cuartel IX y Santa Marta, a razón de 70 chicos cada día.
En la misma línea, Luna aseguró a esta agencia que la situación de estos centros en el distrito es “mala” porque sólo cuentan con “el esfuerzo de la gente del barrio” para contrarrestar la situación de la desnutrición infantil.
Almirante Brown es otro de los distritos señalados por el dedo de la carencia de recursos para acceder a la canasta básica, situación que no sólo se genera en los hogares donde los adultos están desocupados sino también para los que trabajan en situaciones de precariedad o con un salario por debajo de la línea de pobreza. En Solano, San Jerónimo, Rafael Calzada, Mármol Y Longchamps, los comedores populares del PO reciben a razón de 30 chicos por día.
Javier Becerra, un docente del distrito, señaló que además de los “salarios ínfimos” otra de las causas de la desnutrición es el “vaciamiento de comedores escolares” por el recorte del presupuesto de la provincia de Buenos Aires. O la implementación en la Educación Secundaria Básica (ESB) de una “merienda reforzada, que es un alfajor o una empanada que no responde a la proporción de alumnos de las instituciones ni a la cantidad de horas que se encuentran en la escuela”.
“La insatisfacción de las necesidades primarias genera consecuencias sociales negativas, como la violencia”, indicó y citó como ejemplo el asesinato de la pequeña Milagros Belizán en Almirante Brown, por el cual la Justicia estudia la responsabilidad de dos niños vecinos.
“La cantidad de niños que asiste a nuestros comedores desnuda la realidad que vivimos”, sintetiza Sergio Zavala, miembro del PO, para definir ese intento de buscar herramientas en el propio barrio para suplir las carencias de alimentos y los fantasmas de la desnutrición y la mortalidad infantil. Frente a ellos, agrupaciones sociales y vecinos se organizan en comedores y merenderos populares.
El testimonio de Zavala responde a la experiencia de su organización, que instaló comedores en barrios lomenses como el de Santa Marta y La Loma, en cada uno de los que reciben alrededor de 40 personas diariamente, no sólo niños porque “los adultos también tienen la necesidad de comer”.
Los centros son manejados por los propios vecinos: administran los alimentos, cocinan y realizan actividades recreativas abiertas a la comunidad más cercana para juntar el dinero necesario para comprar insumos, desde utensilios hasta garrafas.
Pero la ausencia de recursos se acentúa cuando las autoridades “no brindan el respaldo en alimentos frescos” necesarios porque, según denuncia, “consideran que ya no hacen falta los comedores”. Sin embargo, desde la agrupación señalan que entre marzo y abril comenzó a sentirse un nuevo incremento en los concurrentes.
Si las agrupaciones sociales y políticas de alcance nacional señalan dificultades para responder a la demanda de los más pequeños, el camino de organizaciones locales resulta más cuesta arriba. Pese a ello, en el barrio lomense Villa La Madrid funciona el comedor “Madres manos solidarias”, al que concurren 287 chicos, según precisó su secretaria, Isabel Vázquez.
La institución trabaja en red con los centros de salud de 172 manzanas. Ante la aparición de un caso de “bajo peso”, se lo atiende en el centro asistencial con calcio y vitaminas, y desde el comedor hacen un seguimiento del niño para “proveerle el almuerzo y la merienda sin falta”. Sin embargo, hasta el momento “no se presentó ningún caso de desnutrición en el barrio pero sí de bronquiolitis”, otra de las amenazas a la salud de los chicos.
MNL-NV-AFD
AUNO-25-07-08
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