Lomas de Zamora, julio 30 (AUNO).- Con las mejillas sonrosadas, cerca de 200 padres y niños desafían el frío de la tarde del lunes adroguense a la espera de que comience la obra teatral gratuita “El soplador de estrellas”, de Ricardo Talento, en la Casa de la Cultura.
Con sonrisas pícaras y la inquietud a flor de piel, los jovencitos se sientan en el centro de la sala Raúl Soldi, en una alfombra especialmente dispuesta para ellos. La obra tarda unos minutos en empezar y los nenes se distraen sacándose la lengua a través de los antifaces multicolores que les da la producción del espectáculo.
Las morisquetas se acaban de súbito cuando aparece en escena el imponente maestro Bornolio (Gustavo Nilson), alto y morrudo. Un tipo soñador, inventor, muy distraído, pero serio y recio. Se gana enseguida la antipatía de los nenes. Como el maestro necesita una secretaria, contrata a Cibelina (Natalia Sismonda), su opuesto complementario: alegre, hiperactiva, dice la verdad sin filtros y dispara las palabras sin dejar espacios. Es casi una niña en el cuerpo de una adulta, quizás por eso enseguida se gana el favor de los pibes.
Bornolio y su ayudante viven una relación de amor-odio. Él, como quiere pedir deseos sin restricciones, inventa un impronunciable dispositivo para apagar estrellas (el Electro-aerófono-retráctil). Ella se opone a ese flagrante acto de egoísmo que atenta contra la naturaleza, y allí comienzan las rispideces entre los personajes. Los entredichos se resuelven con empujones y discusiones hilarantes que hacen que los nenes lancen esas carcajadas tan contagiosas que tienen.
Por momentos, los más pequeños, los que tienen menos de cinco o seis años, se aburren. Se paran, se gritan, se empujan. Vuelven con sus padres. Es que, aunque el lenguaje corporal de los actores es elocuente, los diálogos son, quizás, algo complejos para los más peques. Los que son un poco más grandecitos siguen con atención el espectáculo y se divierten más.
Los nenes no tienen tapujos, y su favoritismo por Cibelina es evidente durante todo el show. Cuando Bornolio les cuenta en secreto que quiere echar a Cibelina, lo primero que los chicos hacen cuando entra la secretaria es contárselo a gritos. El boicot continúa: cuando el maestro les pregunta a los nenes “¿se dieron cuenta de que soy un genio?”, los chiquitos, indómitos, le espetan: “¡Noooooo!”. La rebeldía no se detiene y cuando Cibelina se esconde entre el público porque ató a Bornolio para que no apagara más estrellas, los nenes no le indican al maestro donde está oculta su secretaria. La mayoría; un par de pibes la terminan delatando.
Al final triunfa el amor. Cibelina puede vencer el orgullo de Bornolio y lo convence de dejar de apagar estrellas.
Terminada la obra, se abre una ventana de dulzura. Cuando los actores bajan del escenario, se acercan a sacarse fotos con los chicos. Los nenes, ilusionados, piden hasta autógrafos a Natalia Sismonda, que se lleva todos los flashes. “Recibir el cariño de los nenes es la parte más linda de las vacaciones de invierno. Se acercan en manada porque se va multiplicando el deseo y cuando te miran en el escenario te ven un poco inalcanzable, por las luces y esas cosas. Cuando bajás es lindo recibir besos, abrazos. Uno se va con el corazón lleno”, describe Natalia.
“El soplador de estrellas” es una de las cerca de 250 actividades que el municipio de Almirante Brown ofrece gratuitamente a lo largo de estas vacaciones en más de 50 sedes distribuidas en las diferentes localidades.
AUNO-30-07-2014
FRS-MDY