Tras una agitada jornada, los restos de Perón descansan en su quinta de San Vicente

En medio de tiros, bombos, palos, cánticos, adoquines y peleas mano a mano entre patotas sindicales, los restos de Juan Domingo Perón fueron depositados en el mausoleo construido en la Quinta de San Vicente. Hugo Moyano fue abucheado e insultado. Hubo más de 50 internados. Para Cafiero, las peleas fueron “circunstancias inevitables”.

Situaciones muy diferentes se vivieron en aquel 17 de octubre de 1945 y en el de ayer. En medio de una batalla campal, el féretro con los restos del ex presidente Juan Domingo Perón fue depositado en el mausoleo que lo albergará en la que fue su morada íntima con Eva Duarte, la quinta de San Vicente.
Tras los enfrentamientos entre sectores de los sindicatos de Camioneros y la Uocra, el presidente Néstor Kirchner y el gobernador de Buenos Aires, Felipe Solá, decidieron no asistir al acto para no avalar las situaciones de violencia que comenzaron a las 15 y ensombrecieron el resto de la jornada de tal modo que el hospital local internó a más de 50 heridos.
“Hoy hemos cumplido con el deseo del General de que sus restos descansen en la provincia que lo vio nacer”, sostuvo satisfecho Jerónimo Vanegas, secretario general de las 62 Organizaciones y uno de los oradores del acto central.
Sin embargo, la fiesta que pretendía cumplir con aquel deseo de Perón fue empañada por los actos de violencia que se desataron poco antes de la llegada de la cureña que transportó los restos del líder, y enfrentamientos similares en el transcurso de las alocuciones centrales, puntualmente la del secretario general de la CGT, Hugo Moyano, que –entre otros calificativos- fue acusado de “traidor”.
Desde el palco y en medio de abucheos, silbatinas y objetos que le volaban cerca, Moyano no trató de apaciguar la violencia entre sus seguidores y los de otros gremios: “Aquí está su cuerpo, mi general, a pesar de los imbéciles que lo quisieron impedir. Nada ni nadie podrá empañar la figura del más grandes entre los grandes”, arremetió.
El primer enfrentamiento donde volaron palos, piedras, hierros y balas comenzó entre sectores gremiales que se encontraban adentro de la quinta contra otro que estaba afuera, que pujaron por ocupar espacios de privilegio frente al palco central.
El segundo se desató cuando desde los parlantes se anunció que Moyano tomaría la palabra. No bien se oyeron los abucheos, comenzó un nuevo round al costado del palco, a metros del féretro con los restos de Perón. Nuevamente, distintos objetos fueron arrojados en dirección al escenario donde se encontraba el líder de la CGT y un grupo abigarrado de dirigentes.
Los oradores coincidieron en el deseo de que el general “descanse en paz” en su quinta, aunque el marco del evento no se haya caracterizado por la armonía y paz que suelen reflejarse en un “día peronista”.
El féretro con el cuerpo del ex presidente reposa en el mausoleo donde –para concretar la idea final con que fue construida- se pretende depositar también los restos de Evita, posibilidad que hasta el momento es negada por la familia Duarte.
Para Antonio Cafiero, los hechos de violencia fueron una “circunstancia inevitable” cuando se junta una multitud. “Tenemos que dejar las cosas que nos separan para homenajear al General –reflexionó-. Lo que ha pasado es una circunstancia. Son cosas que, en cierta medida son inevitables cuando se juntan 500 mil personas para acompañar al General Perón.”

NG-AFD

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