Prisión perpetua a dos acusados por la muerte del joven boletero

Tres personas fueron halladas «culpables» por la Justicia por «tortura y muerte» de Hernán Peres, el joven de 25 años, en 2003. Trabajaba en una boletería de la estación de trenes de Monte Grande, cuando fue asesinado. Su madre pide que el tribunal revea la absolución de dos gendarmes que sindica como «coautores».

Ayer por la mañana, cuando se cumplieron cinco años de la muerte de Hernán Peres en una boletería de Monte Grande, el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de Lomas de Zamora sentenció a prisión perpetua a los dos hombres acusados de “torturarlo y asesinarlo” con el propósito de robar la recaudación de la caja fuerte que la empresa Transporte Metropolítano, guardaba en ese puesto.

Según informó la abogada de la familia Peres, Débora Carreño, Luis Martires Cardozo y Juan Manuel Carrara recibieron el segundo castigo más alto que prevé el Código Penal por su participación efectiva en la muerte del joven, es decir 35 años de cárcel, mientras que Juan Ramón López deberá pasar diez años encarcelado ya que fue hallado culpable como “partícipe necesario” del crimen.

Finalmente, un cuarto hombre acusado de cómplice, Diego Pérez, fue absuelto porque durante la investigación se “quebró” y testificó sobre lo ocurrido la noche que asesinaron al muchacho de 25 años.

La letrada que asesora a los Peres reconoció a AUNO que “se sabía que Pérez no iba a quedar preso porque desistimos de efectuar la acusación; él brindó una gran cantidad de elementos favorables para la causa”.

Sin embargo, la familia expresó su descontento por la libertad que el tribunal otorgó a los ex gendarmes Carlos Michellod y Félix Diez, encargados de cuidar la estación el fin de semana del episodio. “Es una barbaridad, ellos estaban ahí para cuidar que no pase lo que pasó”, relató Sara Troche, la madre de Hernán, apenas horas después de escuchar la sentencia. La mujer afirmó que los oficiales alegaron en su defensa que “no pasó nada, como si un marciano hubiese bajado de un plato volador y hubiese matado a Hernán”.

Durante la lectura de las absoluciones, la mujer le expresó intempestivamente a los ex integrantes de esa fuerza de seguridad su desacuerdo, profiriéndoles su angustia “por que tiene responsabilidad en la muerte” de su hijo, según contó.

Por su parte, Carreño describió que durante su ofuscamiento, la mujer “los responsabilizó por no cumplir con las rondas” de vigilancia que les correspondían, y que luego la llevaron en custodia porque “se descompuso”. Por otra parte, estimó que recién este jueves las partes accederán a los fundamentos del fallo (“emitido por mayoría, no por unanimidad”, recalcó) y a partir de su análisis, la familia decidirá si apelará o no.

Perceptiblemente disgustada, la madre afirmó “no salir del asombro por la sentencia para los (ex) gendarmes. La fiscalía pidió la máxima pena por mal desempeño de una función pública y la querella coautoría por omisión, y sin embargo fueron absueltos; es una barbaridad”.

La indignación de Sara Troche tiene que ver con su teoría sobre los hechos: “Ellos dicen que mientras uno estaba en la estación escribiendo en el cuaderno de actas, a unos doce pasos de donde murió mi hijo, el otro estaba en la plaza porque había unos chicos tirando piedras. A Hernán lo torturaron por media hora ¿Ninguno lo escuchó gritar? ¿Por qué abandonó su puesto de trabajo para ir a la plaza?”.

Su hipótesis es que formaban parte de la organización que pretendió atacar la caja fuerte que la empresa tenía en esa estación: “El que sabía fue el que se quedó, y al otro se lo sacó de encima. Es decir que formaron parte (del crimen), por eso me parece hasta injusto que a unos les dieran 35 años y perpetua, y ellos se van lo más tranquilos”, añadió Troche.

La abogada amplió además que “la Justicia no probó ningún móvil” que explique la saña en la forma de muerte, pero sospecha que a Hernán “le dictaron una sentencia de muerte desde el primer momento porque conocía a quienes lo atacaron. Lo torturaron —afirmó— para que les dijera dónde estaba la llave de la caja fuerte pero él no la tenía. Y aunque quisieron instalar otro móvil (puntualmente se refiere a una versión de la defensa que pretendió que el muchacho que resultó víctima acostumbraba a ingresar con mujeres ajenas a la empresa durante la madrugada) no hay indicios que lo prueben”.

Según la autopsia, el joven padre murió por asfixia mecánica —constricción manual de la garganta— y por soga —fue estrangulado con el cable de un cargador de celular—, y por politraumatismos encéfalo-craneanos múltiples efectuados con dos objetos diferentes. También demostró que algunas de la quemaduras que evidencias sus miembros inferiores fueron realizada aún con vida y otras post mortem.

GD-AFD
AUNO 03-11-08
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