Pintar la calle: arte urbano en el sur

Ana Laura Cantera y Florencia Menéndez, dos artistas que dejan su huella en la región, relatan la experiencia de pintar fuera de los límites de un cuadro. Murales que embellecen las calles se multiplican cada día y despiertan impresiones de los que pasan distraídos.

Malena Pallás

Lomas de Zamora, julio 2 (AUNO).- Ana Laura Cantera vive en Monte Grande desde muy joven; Florencia Menéndez en Temperley, donde se convirtió en un ícono de la localidad, y ambas artistas tienen en común haber decidido expresarse mucho más allá de los límites de una muestra pictórica, para sociabilizar su arte a través de murales que se reproducen en las calles de sus barrios.

“Historia de un ciclo” se llamó al concluirse los 25 metros de mural en una pared abandonada en Fair al 1.100 (en el Partido de Esteban Echeverría) que dejó de serlo cuando llegó Ana con sus pinceles, latas de pintura y la idea de basarse en sus “historias personales”.

Ese mismo día una señora le propuso dar clases de arte en una Iglesia: “Lo primero que preguntan es, _¿y qué querés decir vos con esto?_”, relató y agregó que la gente que se acerca mientras pinta aportan “buenas interpretaciones, ese es el valor, sino se vuelve algo hermético y cerrado”.

Luego de haber buscado y desandado su propio camino artístico, hace un par de años esta joven artista, a la que siempre le gustó “pintar y trabajar en grande”; entendió que había que “despegarse un poco del ambiente aburguesado de las galerías de arte” y que en definitiva derribando esas paredes y sacando su arte a las calles, plasmándolo en murales urbanos la movilizaba más como artista y “llegaba a un público más interesante y popular”.

“Las paredes siempre hablan de algo, cuentan cosas, relatan. Yo trato de escucharlas. Tienen una historia y siempre que pinto, si bien tengo alguna idea preconcebida, en general se va formateando y consolidando de acuerdo a cada sitio”, contó Ana, mujer “detallista” como se define, que se dedica a la investigación y a la docencia, y que en este momento está metida de lleno en la pintura de una escuela, donde cuenta con la colaboración de sus alumnos de arte.

Ana Cantera remarcó a AUNO que desde la Municipalidad de Lomas de Zamora se realizan tareas de “embellecimiento urbano” donde está abierta la convocatoria a cualquier muralista que quiera participar y se le proveen de los elementos para realizarlo. De hecho, con estos recursos ella realizó el mural de Fair, según subrayó.

Sin embargo, también se la puede observar en paredes de Monte Grande o en la estación de El Jagüel en una pintada con motivo del 98° aniversario de Esteban Echeverría.

Por su parte, la artista temperlina de 39 años Florencia Menéndez recordó, también en diálogo con AUNO, que realizó su primer mural en la calle de “casualidad” producto de una juntada con amigos para hacer modelo vivo en su “Taller de Arte”, en Temperley, donde actualmente dicta clases.

Pero aquella modelo en realidad nunca llegó, por lo que las ganas de pintar quedaron plasmadas en el paredón de al lado del taller, mediante una reproducción del cuadro “Los músicos” del pinto ecuatoriano Oswaldo Guayasamín. “Fue una experiencia que renovó la calle y nos dio mucha alegría hacer”, subrayó la artista y agregó: “Cuando se termina el trabajo quedamos transformados el lugar y nosotros”.

Como repasando aquellas imágenes sensoriales de lo pintado mientras las relata, Florencia recordó que “la pared tiene un contexto, antes de elegir un tema me siento a mirarla un rato largo. El caso de los cuadros es totalmente diferente porque los empiezo siempre sin saber qué va a salir, nunca se dónde va a terminar la obra, me dejo llevar”.

“Al muralista la gente lo siente cercano, se le anima, le dice lo que piensa, sabe que el mural es de todos y eso anima a decir”, recalcó, mientras entre palabras buscó sintetizar esta experiencia que según expresó se siente atraída por “la cercanía con el otro, la apertura y predisposición para hablar de arte, para expresar su propio encuentro alguna vez con él o su deseo de acercarse más”

Termperley se bañó del arte urbano de Florencia Menéndez, desde un kiosco, un garaje, el paso peatonal del bajo en Turdera que ahora es un “puente de color” y hasta el hospital Gandulfo pasaron por sus pinceles. Uno de sus murales temáticos fue “Vincent en Finky”, que un recuadro inferior reza “El arte es el hombre agregado a la naturaleza” en Turdera.

“Lo busqué mucho antes de decidirme dónde hacerlo, y era que tenía ganas de resaltar la figura de un hombre y pintor al que admiro” señaló la muralista. Mandalas gigantes, intervenciones floridas, diferentes personajes o mujeres son temáticas recurrentes de sus obras.

Ambas jóvenes muralistas coincidieron en la pintada que realicen es un “fluir constante” tanto sea de emociones como de caminos que se abren a diversos lugares. “No busco quedarme en un lugar mucho tiempo, hoy te puedo decir que el muralismo tiene más que ver conmigo que otro tipo de obras, pero todo se va eligiendo al hacer y a medida que se crece”, afirmó Menéndez.

Alrededor de tanto ruido y contaminación visual, están ellas dejando arte al pasar; hormigas atómicas incansables, muralistas con o sin escaleras que intentan llegar a captar una mirada, o siquiera un suspiro.

02-07-13
MP – AG

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