Nueve de cada diez mujeres realizan trabajo doméstico no remunerado, el más esencial y menos reconocido

Un informe de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía demostró que las tareas del hogar y de cuidado no pagas, en mayoría a cargo de las mujeres, representan el 15,9 por ciento del Producto Bruto Interno y supera sectores estratégicos como la industria y el comercio.

En medio de la pandemia de coronavirus y como medida preventiva ante la crisis sanitaria, varios rubros habilitaron la modalidad del teletrabajo para que los trabajadores continúen en sus puestos laborales sin salir de las casas. Pero además, dejó al descubierto la superposición ocupacional que viven las mujeres a cargo en su mayoría de las tareas domésticas.

Un informe de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género del Ministerio de Economía publicado este mes demostró que nueve de cada diez mujeres realizan trabajo doméstico y de cuidado no remunerado (TDCNR) y le dedican en promedio más de 96 millones de horas diarias, tres veces más que los varones.

“Para las feministas, los datos no son una novedad”, reconoció en diálogo con AUNO Adriana Pascielli, feminista integrante de la Colectiva Tatagua Conurbano Sur, y explicó: “Porque uno de los ejes centrales de nuestras movilizaciones y paros fueron los trabajos no reconocidos, las tareas domésticas y de cuidado”.

De todas formas, reconoció que la estadística “lo que vino a plasmar es lo que significa para el aporte del PBI este trabajo no remunerado en recursos que se ahorra el sistema”. Por primera vez se difunden en el país cifras oficiales del impacto del trabajo doméstico no remunerado en la economía e indicó que representa el 15,9 por ciento del Producto Bruto Interno.

“El sistema en general ha tenido una mirada muy productivista, donde lo que se valora es la parte de la producción y no la de reproducción y cuidado que históricamente hemos tenido a cargo las mujeres y cuerpos feminizados. Es una parte oculta de los trabajos que sostienen la vida cotidiana y que garantizan la reproducción de esa vida”, advirtió.

En ese sentido, la estadística probó que el TDCNR tiene un impacto en la economía por encima de lo que representa la industria (13,2 por ciento) y el comercio (13 por ciento). Además de analizar también el incremento que se vio en las tareas del hogar con la llegada del coronavirus: mientras muchos sectores productivos presentaron caídas en su nivel de actividad, el trabajo de cuidados aumentó un 5,9 puntos porcentuales con respecto a la medición sin pandemia. 

“Por la cuarentena, muchas veces se habla de que la economía está paralizada pero cualquier persona que tenga a alguien a cargo para nada está inactiva, está trabajando a todo ritmo. Solo que por no ser una actividad paga parece que no lo hace”, reconoció consultada por este medio Victoria O’Donnell, asesora de la Dirección y parte del equipo que elaboró el informe.

En cuanto a los objetivos de la estadística comentó: “Nos parecía una buena estrategia para dar cuenta del valor social de este tipo de tareas y de la ubicuidad de estas tareas que se realizan en todas las casas”. Además, aseguró que “los quehaceres domésticos son esenciales para permitir que los trabajadores puedan ir a trabajar en la economía tradicional o en la supervivencia. Las tareas consideradas son aquellas que permiten esa reproducción”.

En sintonía, Pascielli sostuvo que en materia de economía “se habla de la producción de las mercancías pero para que esa producción pueda existir hay todo un trabajo de cuidado y doméstico que no es reconocido monetariamente”. “Para poder producir tiene que haber alguien que permita la reproducción de la vida cotidiana. Es la que alimenta, la que educa, que sostiene, trabaja en el hogar, limpia la casa, cuida de los chicos, de los ancianos. Siempre recae ese trabajo en las mujeres y cuerpos feminizados”, insistió.

Para O’Donnell, la modalidad home office instaló una “simultaneidad entre los trabajos remunerados y los de cuidados, lo que se vuelve insostenible a costa de mucho estrés y una reducción de la capacidad de hacer las actividades normalmente”.

Con la instalación del trabajo remoto “quedó más clara la polifuncionalidad que tenemos las mujeres”, sostuvo la militante de Tatagua y agregó: “Hay una doble carga física y mental que significa no solamente tener que cumplir con las tareas fuera del hogar remuneradas sino también las de cuidado”.

Con la vista puesta en la reactivación económica en la pospandemia, la especialista del Ministerio analizó que “será importante tener en cuenta la dimensión del cuidado porque si algunas actividades se abren mientras no estén abiertas las escuelas y los espacios de cuidado, las mujeres como responsables mayoritarias de este tipo de responsabilidad no van a poder volver al mercado laboral”.

El trabajo doméstico no remunerado y la desigualdad en el mercado laboral

El reconocimiento de que las mujeres son quienes dedican más horas a las tareas de la casa puso en evidencia la desigualdad de género en el desarrollo de las carreras profesionales. En este sentido, la analista O’Donnell reconoció cómo la dedicación a las actividades domésticas “repercute en un eslabonamiento de horas, energía y recursos del que disponen las mujeres para insertarse en el mundo laboral pago”.

En palabras de Pascielli, las mujeres “tienen los tiempos acotados y se les quiebra cualquier posibilidad de crecimiento y desarrollo en cualquier área, como persona, como trabajadora en cualquier rubro, como profesional, porque tienen menos competitividad en el sistema”.

“Cuando tenés tanta sobrecarga de trabajo doméstico, tenés los tiempos acotados y menos posibilidad de hacer cursos, capacitarte, estudiar, formarte”, lamentó. De todas formas, O’Donnell valoró que la visibilización de los datos despierta “la discusión interna en los hogares de una distribución distinta de los cuidados” ya que “una distribución más equitativa representará mejores indicadores para las mujeres” en el futuro.

AUNO-17-9-20
AB-SAM

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