“No sería la misma persona si no hubiera sido atravesada por la poesía”

Hay muros que encierran otros muros, alambrados intercalados con rejas, vigilancia incesante. ¿Cómo hacer de este espacio de reclusión un espacio de libertad? Liliana Cabrera, presa en Ezeiza, parece haber encontrado el secreto: la poesía.

Juan Relmucao

Lomas de Zamora, julio 12 (AUNO).- Cuando Liliana Cabrera llegó a Ezeiza “todo era como un tornado”, pero esa confusión de tener que adaptarse rápidamente a un ambiente desconocido cesó cuando empezó a participar del taller de poesía organizado en la cárcel por la ONG Yo no fui. “Me dio un norte, algo tangible”, un escape a la rutinaria vida del encierro.

Su trabajo en el taller, lugar de nacimiento de sus libros Obligado Tic Tac y Bancame y Punto, fue reflejado en Lunas Cautivas, un documental de la guillonense Marcia Paradiso premiado en el Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos (DerHumanAlc), que se estrenará el 25 de julio en el Cine Gaumont.

En el film, junto con el proceso creativo de otras dos internas del penal, se ve a una Liliana de poesía lúcida y profunda que gesta junto a sus compañeras un ámbito de libertad tras las rejas.

Además, se puede ver la presentación de Obligado Tic Tac, el libro que fue el disparador de Me Muero Muerta, su editorial cartonera. En esas escenas, Liliana, sonrisa temblorosa y cálida, ojos negros que se achican debajo de unas cejas oscuras y angostas, parece confirmar los versos de otra poeta del Conurbano: la edad / de las personas / se delata en / sólo dos cosas/ sus manos / su poesía.

-¿Cómo te encontraste con la poesía en la cárcel?

-Empecé en el taller de poesía de Yo No Fui en 2006, ni bien ingresé a la Unidad. Al principio iba como oyente, después arranqué a escribir, pero no me animaba a mostrar lo que hacía. Estaba muy nerviosa las primeras veces, no quería leer… cuando me pongo muy nerviosa tartamudeo y pensé que me iban a cargar, como si estuviera en el colegio. Como en el taller trabajamos con ejercicios que nos traen las profesoras, cuando estuve más segura de los ejercicios que hacía, empecé a compartir los poemas. Mis compañeras se sintieron sorprendidas, me alentaron a que siguiera escribiendo y eso me hizo sentir muy bien

-¿Qué te produjo poder abrirte ante los demás, poder mostrar tu poesía?

-Yo no era de hablar ni de acercarme a las personas. Esto es una cárcel, por más que este pabellón en particular sea un lugar de buena conducta, no me sentía muy segura de acercarme a la gente y de por sí siempre fui bastante tímida. La poesía me dio la posibilidad de sentirme más segura. No sería la misma persona si no hubiera sido atravesada por la poesía. Me dio mucha seguridad contar lo que me pasaba, me dio la posibilidad de una catarsis. Además, el taller, la poesía, me dieron un norte, algo más tangible: la posibilidad de escribir y publicar.

-¿Cómo surgió la editorial?

-Mi primer libro, Obligado Tic Tac, fue editado por una editorial neuquina que tenía relación con Yo No Fui. Como era muy complicado traer los libros desde Neuquén y volver a llevarlos, decidimos con Silvia Prietto, una mujer que también escribe en el penal, poner a funcionar Me Muero Muerta en el penal. Ahora, además de nuestros trabajos, tenemos la posibilidad de editar a otra gente, poetas amigos del taller. Soy polifunción, tipeo, edito, hago de todo. Lo que me interesa es que sea algo artesanal y original. Es algo muy lindo, A Me muero… la banco con mi trabajo acá adentro, fajinas en dirección.

-¿Cuál fue la reacción de las autoridades cuando les presentaron la idea de hacer la editorial dentro del penal?

-Al principio les resultó algo extraño para ellos la idea de una editorial acá adentro. Pero después vieron que no era algo abstracto, cuando les pedí permiso para hacer la presentación y vieron que eso era algo concreto como que les quedó la impresión de que era algo factible. De hecho me facilitaron bastante las cosas, hay que agradecer eso y también a mis compañeras, por supuesto, que me apoyaron siempre y sienten orgullo de que hayan salido los libros desde acá. Creo que es una muestra de que si una puede, todas pueden.

-¿Cómo fue la experiencia de ser filmada en el taller para Lunas Cautivas?

-Me causó mucha sorpresa que quisieran hacer un documental sobre el taller de poesía porque si bien lo valoramos mucho y esperamos toda la semana para tenerlo, no esperaba que alguien se fijara en esto. El trabajo de Marcia Paradiso fue muy interesante: ella estuvo viniendo durante casi un año y durante ese tiempo entró y se fue un montón de gente. Al principio ella participaba como observadora, después empezó a escribir con nosotras, a compartir, a expresarse. Primero estuve muy nerviosa con la filmación pero con el tiempo fue como si la cámara no existiera. Llegó un momento en que, a pesar de que estuviera el equipo de filmación, todo era como parte de la biblioteca, la cámara no existía.

-¿Qué sentiste cuando viste el documental terminado?

-Me encantó. Fue como ver un tiempo largo de mi vida. Reconocí a un montón de gente que ya se había ido en libertad y eso es muy fuerte. El taller de poesía es así, van surgiendo estas cosas sobre la marcha, la gente está, les llega el momento de irse, vienen otras. El documental es un fiel reflejo de lo que hacemos, está tan bien plasmado, nos interpreta tan bien. Es natural. Me recordó cosas puntuales, como algunas poesías de algunas compañeras que se habían ido y también pude ver la vida de muchas internas además de Lidia y Majo (las otras protagonistas de la película).

-¿Qué te llevás de las presentaciones del documental que hiciste junto a la directora y tus compañeras?

-Me llevo esas caras de emoción, esas caras de sorpresa. Todo envuelto en esa emotividad tan grande con la que está cargada la película, que se realza con ciertos diálogos, con ciertas cosas que se dicen que ni yo me acordaba. También me queda la difusión del mensaje, de esa otra perspectiva sobre las cárceles: no es todo violencia, no es todo como sale en la televisión. Hay algo más allá de lo que te venden los medios. Siempre que tenga la oportunidad de verlo voy a ver me encanta compartirlo y ver qué piensan.

-Te queda poco tiempo para salir en libertad condicional. ¿Cómo se viven esas semanas previas?

-Es rarísimo estar cerca de la libertad. Cuando uno llega acá todo es como un tornado. Es horrible, te encierran, te tenés que hacer la idea, hacer una rutina, decir “todos los días hago esto”. Tenés una fecha y es como que lo pensás todo en pos de esa fecha. Cuando llega un beneficio, hay que hacerse la idea de que sí… y eso crea cierta ansiedad sobre lo que uno va a poder hacer con sus proyectos. Ahora estoy esperando que venga el oficio del estimulo educativo y salgo en libertad. Todo depende de la resolución del juez, lo último que supe es que estaba todo bien y que ahora depende del juzgado, pero los trámites están llenos de burocracia, van a un lado a otro, piden el visto bueno de la fiscalía. Lleva un tiempito, pero cuando ya esperaste tanto, esperar un poco más…

-¿Cuáles son esos proyectos?

-Me encantaría dar el taller de poesía junto con la gente de Yo No Fui. Estamos muy contentos con esa idea. Además, me encantaría seguir con el proyecto editorial y poder editar a compañeras que estén adentro. Una vez que conocés esta situación….yo no puedo salir y olvidar, ahora que me estoy yendo pienso en todos los que quedan acá. También hay un tercer libro de poemas encaminado, pero para eso falta todavía. Es curioso, para dar el paso de la salida en libertad, es necesario darse una idea de lo que es el afuera, así como fue necesario darse una idea de lo que iba a ser estar adentro cuando llegué.

-¿Cómo se encamina esa salida en libertad?

-A medida que vas avanzando tenés que ir haciendo mas cosas que tengan que ver con el aire libre. Durante cinco años trabajé en la biblioteca, como es entre cuatro paredes, todavía era el encierro constante. Cuando una avanza un poco más en ese proceso y llega al período de prueba tiene que salir de los trabajos de adentro porque si no se estanca en el encierro. Yo hice jardinería durante un año, por ejemplo.

-¿Cómo crees que esta futura libertad actúe sobre tu poesía?

-Pienso en eso muchas veces, porque para escribir me nutro de lo que vivo día a día. A medida que fue pasando el tiempo es como que uno va a haciendo catarsis de diferente manera, yo primero necesitaba escribir sobre lo que me pasaba acá, sobre lo que me pasó antes. Después llega el tiempo en el que se puede escribir sobre cualquier cosa. Por supuesto que la poesía se va afectar, creo que voy a poder volar, pensar desde otro lado.

Fotografía: Damián Lamanna Guiñazú

12-07-13
JR-AG

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