Las claves del campeón

Con el correr de las horas, la euforia vivida por los hinchas de Banfield tras la obtención del Torneo Apertura 2009 comienza a menguar y se imponen análisis más fríos, despojados de tanta pasión. Esta nota pretende enumerar las diez razones por las cuales este plantel que condujo Julio César Falcioni se quedó con la gloria.

Mariano Verrina

1) La vuelta del César

Carlos Portell y Julio Falcioni se bajaron del caballo, olvidaron todos los agravios que se habían cruzado y decidieron recomponer su relación. “Pelusa” ya había hecho de Banfield su lugar en el mundo. Volvió y completó su obra, ésa que había empezado entre 2003 y 2005, al cambiar la mentalidad de todos los hinchas. Se necesitaban. Y juntos consiguieron lo máximo. En un equipo que, sin dudas, fue construido por el DT a su imagen y semejanza.

2) La elección de los refuerzos

El entrenador eligió a su gusto y acertó, para completar un plantel que ya tenía una base en proceso de solidificación. Marcelo Quinteros se hizo dueño del carril derecho con un rendimiento parejo, sin los chiches que había exhibido Nicolás Bertolo, pero con una labor táctica imprescindible. Roberto Battión (un 5 elegante) y Julio Marchant (un 8 de ataque) fueron los recambios en el medio; Santiago Ladino ayudó cuando hacía falta en defensa y Luis Salmerón esperó que (Santiago) Silva bajara su nivel para aportar sus goles, aunque la merma del uruguayo nunca llegó. Ninguno rompió el mercado de pases, pero todos aportaron lo suyo para armar un plantel homogéneo.

3) La fortaleza del grupo

Con todos a disposición, la pretemporada en Mar del Plata fue vital para formar la mística, para armar una carcasa anímica y forjar esa solidaridad colectiva que después se reflejó en la cancha. Según cuenta Falcioni en una de los tantos triples turnos realizados, mientras el plantel se disponía hacer un nuevo giro en la pista de 400 metros, el entrenador, enterado del flamante sorteo del fixture les dijo: “Si corremos así no podemos ganarle a River en la primera fecha”. El resultado del reto dio efecto inmediato, el plantel aceleró a fondo y el DT recibió el primer gran guiño de una campaña a la postre histórica.

4) La recuperación de Erviti

Cuentan que en el verano había que elegir entre la venta de Santiago Raymonda o la de Walter Erviti. Los dirigentes preferían que se fuera el ex hombre de San Lorenzo, que no había tenido un buen primer semestre. Pero Falcioni inclinó la balanza hacia el otro lado. Finalmente el “Pato” terminó en Argentinos Juniors y Walter fue la manija de Banfield campeón. Manejó el equipo a su antojo desde el centro del campo. Potenció a Maximiliano Bustos, su fiel ladero. Hizo jugar al colombiano James Rodríguez. Le metió pases milimétricos a los delanteros. Y por si fuera poco, hizo un tremendo golazo para ganar el partido contra Estudiantes, uno de los más difíciles del torneo. Hizo lucir nuevamente la camiseta número 10 del “Taladro”.

5) La grandeza de Méndez

Despejó hasta los prejuicios. Porque llegaba tambaleando, más cerca del retiro que de transformarse en un patrón del equipo campeón, como finalmente terminó siendo. El Gallego jugó con el corazón porque supo mejor que nadie que daba ventajas físicas, por esas malditas rodillas. Fue un gladiador. Ordenó a todos desde el fondo. Formó una pareja de centrales durísima junto al sobrio y efectivo Víctor López. A su manera, se ganó la admiración y el respeto de todo Banfield.

6) La contundencia de Silva

Todo campeón necesita de un goleador y Banfield lo tuvo. Gigante lo del “Tanque”. Un repertorio completo de goles: de cabeza (a Gimnasia, a Argentinos), desde afuera (River, Chacarita, Godoy Cruz), de penal (Lanús, Newell’s) de zurda (Estudiantes, Independiente) y hasta se vistió de asistidor en un partido clave ante Vélez, para hacer festejar a Cristian García. Sin dudas fue la pieza más importante para este histórico logro.

7) Un equipo sin estrellas

Los actores de reparto fueron fundamentales en este equipo. Julio Barraza y Marcelo Bustamente dejaron del otro lado de la raya sus flojos rendimientos y jugaron al servicio de sus compañeros: se proyectaron cuando el partido lo pedía y custodiaron su sector cuando había que cuidar el cero. Justamente en ese rubro fue vital Cristian Lucchetti, con apenas 11 goles recibidos, fue el arco menos vencido del torneo. Además, Víctor López terminó gritando el gol del campeonato, con ese cabezazo agónico ante Tigre. James Rodríguez, le aportó el necesario cambio de ritmo que sus 18 años pueden ofrecer. El “Petiso” Sebastián Fernández se la bancó ante los gigantes defensores rivales como si fuera un gigante. Y todos, absolutamente todos, tiraron para el mismo lado.

8) Los arbitrajes no lo perjudicaron

En este torneo en el que los hombres de negro fueron tan criticados, Banfield fue el equipo que menos tuvo que padecer sus errores. Le cobraron cuatro penales a favor en las primeras diez fechas, de los cuales hubo dos que no fueron: frente a Newell’s en la sexta y ante Atlético Tucumán en la octava. Ambos los convirtió Silva. Además le sancionaron sólo dos en contra en todo el torneo: contra Arsenal en la novena fecha (lo falló Diego Galván) y ante Boca en la última jornada (lo convirtió Martín Palermo). Y tuvo un solo expulsado en todo el Apertura: Silva, tras un encontronazo contra Rolando Schiavi sobre el final del partido que Banfield le ganó 2-1 a Newell’s , en la sexta jornada.

9) La suerte del campeón

Y sí, algo también hay que ligar. Muchas veces Banfield desequilibró partidos parejos en los momentos justo. Algunos ejemplos: la victoria 1-0 contra Gimnasia en La Plata (cabezazo de Silva cuando promediaba el segundo tiempo), el triunfo contra Estudiantes (golazo de Erviti cuando el trámite pintaba para 1-1), el rápido empate (en contra de Mareque) frente a Independiente, la inmediata igualdad (con un penal mal cobrado) ante Newell’s, el desvío tras el zurdazo de James Rodríguez que abrió el juego ante Vélez y, por qué no, la ayudita de San Lorenzo en la última jornada, venciendo al equipo rosarino con dos goles de Fabián Bordagaray.

10) Con hambre de gloria

Casi nadie conocía el gusto de salir campeón. Apenas un puñado de jugadores —entre los que se destacaba Méndez con 7 títulos— habían saboreado la gloria. El resto, iba por ella. Y así lo hicieron sentir. Se jugaron la vida por el compañero, hicieron pata ancha en todas las canchas (en Santa Fe, en Rosario, en el “Libertadores de América”, en el “Nuevo Gasómetro”, en Lanús) y así escribieron la página más exitosa del club, en casi 114 años de historia.

AUNO-15-12-09
MV-LDC
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