Cuando todos los caminos conducen a la universidad pública

Desde distintos puntos del Conurbano y la Capital Federal, cientos de miles de personas se encontraron en la marcha más grande de los últimos años. Relato coral de una jornada histórica.

Con libros de todas las épocas y pancartas coloridas, una marea de “orgullosos hijos e hijas de la universidad argentina” se movilizaron este martes por las calles del país en defensa de la educación pública, gratuita y de calidad, con la convicción del “poder transformador de la universidad como formidable herramienta de movilidad social ascendente”. 

Desde el Conurbano sur, las casas de altos estudios hicieron sentir su presencia en los vagones de la Línea Roca rumbo a la Marcha Federal Universitaria convocada por el Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) en conjunto con el Frente Sindical de Universidades Nacionales y la Federación Universitaria Argentina (FUA) en el Congreso de la nación. 

Las primeras columnas de docentes se juntaron en la estación de Lomas de Zamora, junto a estudiantes y familias que colmaron el tren al ritmo de “la patria no se vende” y “universidad de los trabajadores”, acompañados de saltos, palmas, risas, y la alegría y el orgullo de ser la primera generación universitaria gracias a la apertura de instituciones fuera de las grandes capitales. 

“Aspiro a ser la primera generación en mi familia en recibirme, en tener un título universitario. Es un orgullo, y en este contexto más que nunca, defendiendo la universidad pública”, destacó a AUNO Ivana (28), estudiante de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), que se encuentra “en el último tramo” de la carrera. “Tuve el privilegio de tener el apoyo de mis padres, de mi madre, sobre todo y gracias a ella lo voy a lograr”, remarcó, poco antes de que la formación llegara al final del recorrido.

Estación Constitución, cabecera insignia del cono sur, se colmó de una marea popular cuyos aplausos y voces hicieron temblar el hall central. Una mínima expresión de una marcha histórica que saturó las calles de la ciudad de Buenos Aires y, sobre todo, la Plaza de Mayo. No cabía un alfiler. 

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Banderas argentinas, carteles y remeras con la leyenda “La universidad pública se defiende” se repetían en cada esquina. En medio de los bocinazos, se escuchan comparsas en manos de estudiantes y profesores que arengan, decanos y rectores que conducen a sus grupos, ex estudiantes y recibidos que se acercan orgullosos con sus afiches, todos se mezclan entre agrupaciones de sindicatos de trabajadores y asociaciones civiles que se unieron en apoyo a la marcha por la educación superior gratuita.

El pueblo salió a reclamar de forma pacífica, y la comunidad de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) acordó juntarse en la esquina de Entre Ríos y Belgrano, pleno centro porteño, para luego marchar junto al resto de las universidades del país desde el Congreso de la Nación hasta la Plaza de Mayo, en reclamo a los recortes presupuestarios del presidente Javier Milei.

Al cruzar 9 de Julio todos y todas caminamos bajo el sol a Casa Rosada. El sentimiento de alegría se sentía a cada paso y merodeaba entre los autos impacientes. Nos dimos cuenta de que no sería un día más. Esta vez éramos muchos. Caminábamos codo a codo y desde donde miraras llegaban más y más personas.

Era difícil de llegar, pero lo logramos. Para las 18 llegamos a la Plaza de Mayo. Estaba totalmente colmada. Todo fue emoción. Las camionetas de los canales televisivos registraban los banderazos infinitos y los drones merodeaban por todo el lugar.

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Sobre Entre Ríos, se juntaban las comunidades de distintas universidades que bajaban de los micros, así como también todos y todas aquellas que se movieron en el transporte público. Una de las consignas para la marcha era llevar y mostrar un libro. Las publicaciones que se pudieron ver tenían que ver más que nada con los Derechos Humanos. Dos de los textos que más se vieron fueron Nunca más y Las venas abiertas de América Latina de Eduardo Galeano.

Tal vez, más que seguro, los libros hiper extraños, pero interesantes, que se vislumbraron entre tanta gente hayan sido la Biblia arácnida, texto que tenía entre sus manos La araña porteña, un simpático personaje disfrazado de Spider Man con un guardapolvo blanco, para representar y defender la educación pública. El otro libro que se dejó ver y circuló de mano en mano, hasta volver a su dueño, fue El coloso justicialista de Juan Ruocco, un texto de ciencia ficción donde el protagonista es el peronismo.

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Un extraño calor inundó la tarde otoñal de la ciudad que, entre bombos y alaridos, fue testigo de las 800 mil almas que se movilizaron hasta la Plaza de Mayo. Referentes políticos y sindicales, estudiantes, docentes y graduados de todas las edades colmaron la Plaza al grito de: “Universidad de los trabajadores al que no le gusta se jode, se jode” y “la patria no se vende”. Y, a poco más de 100 días de gestión del gobierno actual, como si fuese la otra cara de la moneda, se oyó: “Milei, basura, vos sos la dictadura”.

Ofelia Torres (70) es madre de una egresada de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) y reflexionó: “Pienso en el futuro de todos los chicos que van a quedar sin educación pública y es un derecho adquirido, no lo podemos perder. Además, la sangre derramada no se negocia y acá hubo bastones largos y toda una historia que la gente no conoce”.

Pasadas las 17.30 se escuchó el altoparlante del escenario central que anunciaba el inicio del acto que tuvo como protagonistas a las y los rectores del Consejo Interuniversitario Nacional, a la organización de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, al premio Nobel de la paz, Adolfo Pérez Esquivel, y a las y los secretarios de las distintas agrupaciones sindicales docentes y no docentes, como Conadu, Ctera, Conadu Histórica, Fedun, y Fatun, entre otros.

En este sentido, ‘Taty’ Almeida, una de las líderes de la organización en derechos humanos de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, aseguró en su discurso que “hay que seguir la lucha” más allá de la derrota electoral porque: “No nos han vencido”.

La muchedumbre arengó: “El pueblo unido jamás será vencido” y Almeida respondió que “no hay que bajar los brazos” y que se debe “hacer lo que las madres, hace 47 años, han hecho” porque “la única lucha que se pierde es la que se abandona”. Por último, expresó: “No dejen de luchar, se lo decimos nosotras, las locas, que a pesar de los bastones y las sillas de ruedas, seguimos de pie. También estoy acá porque mi hijo Alejandro estaba cursando primer año de medicina en la universidad pública”.

En tanto, el premio Nobel de la paz, Adolfo Pérez Esquivel, sostuvo que para garantizar un “mundo mejor” es necesario contar con una “universidad pública, libre y gratuita” que es “una de las grandes conquistas de nuestro pueblo”. Además, resaltó lo “nocivo” de las medidas del gobierno para nuestro país y sus habitantes, y en este sentido, anunció que desde la cámara de diputados levantaron la orden de juicio político para el presidente Javier Milei.

El acto finalizó tras el discurso de Piera Fernández de Piccoli, la directora -desde 2022- de la Federación Universitaria Argentina (FUA). En el mismo, sostiene la importancia  “estratégica” de “invertir en la educación pública y promover la ciencia y la técnica nacional”.

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Con el atardecer que se despedía y la noche que se asomaba como una adolescente tímida, las personas comenzaban a abandonar la plaza para volver a sus hogares. Una de aquellas personas que volvía a su casa era Carina, estudiante de la Universidad Nacional de las Artes (UNA), quien contó a AUNO que asistieron junto con sus compañeros a la marcha porque quieren “seguir teniendo Facultad para continuar la cursada”, y parte “queremos que todos tengan la oportunidad de estudiar” porque aman  “la facultad” y desean que “los profesores estén bien, que las instalaciones estén bien”.

Otra de las personas que marchó fue Agustina, quien contó que estaba ahí en apoyo a “los jóvenes que estudian”. Ella no cursa ninguna carrera universitaria en este momento, pero tiene hermanos y hermanas que “sí lo hacen”, concluyó la muchacha antes de regresar a su casa después de una tarde donde defendió junto con miles de personas los derechos de todos y todas.

La dispersión fue serena. Un lento camino a casa, contentos con la tarea cumplida: mostrar que la Universidad de Buenos Aires y todas las demás no están solas. Miles de personas están de su lado, con capa y espada frente a este o a cualquier gobierno.

AUNO-25-4-24

Relato con las perspectivas de Elías Brizuela, Paola Jinks, Francisco Moreno y Julio Valenzuela

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