«La marihuana no mató a nadie en 5 mil años»

h4. El director de la revista THC, Sebastián Basalo, es uno de los impulsores de la despenalización del cultivo y consumo de cannabis, un debate pendiente en la sociedad argentina. Una entrevista sobre legislación, redes de narcotráfico, desinformación, mitos, amores y odios.

Pablo Tallón

Lomas de Zamora, noviembre 5 (AUNO).- Está armando uno. Acaba de sacar un lillo del paquete de los OCB y lo rellena con las finas hebras que están dentro de una bolsa de tabaco alemán Manitou. Después de prenderlo, devorará un par de medialunas de manteca. El director de la revista de cultura cannábica THC y militante por la despenalización de la marihuana para consumo personal, Sebastián Basalo, terminó su armado de tabaco y explicó a AUNO la situación actual de la legislación sobre drogas y la situación de los países de avanzada en el tema.

A favor y en contra, la marihuana es una sustancia que ha sabido ganarse seguidores y detractores en medio de una sociedad con una legislación aún vigente sancionada en 1989, es decir que tiene casi un cuarto de siglo.

En agosto de 2009, un fallo de la Corte Suprema reavivó el debate sobre las drogas: se estableció que el consumo de marihuana en el ámbito de la intimidad está protegido por el artículo 19 de la Constitución, que señala que “las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados”.

Sin embargo, “el fallo no era obligatorio, por lo que algunos jueces lo tenían en cuenta y otros no, y aquellos que lo cumplían lo hacían al final de un proceso, después de que la policía detuviera al consumidor”, explicó Basalo a esta agencia.

“No cambió en nada la realidad, sólo sentó el precedente. Pero lo que sí hizo la Corte fue encomendar al Poder Legislativo a que reforme la ley”, agregó el fundador de la primera revista de cultura cannábica en Argentina.

La ley 23.737 es la que, entre otras actividades, condena el cultivo y la tenencia para consumo de marihuana, “delitos” en los que establece que la “la pena será de un mes a dos años de prisión”.

Aunque estarían protegidas por el artículo 19 de la carta magna, Basalo ahondó en la “locura” de la norma sancionada y promulgada durante el primer año de la presidencia de Carlos Menem: “La Ley de Drogas es la única legislación que obliga a las personas a demostrar su inocencia. ‘Toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario’, reza el principio de presunción de inocencia”.

Lo que provocó esa visión de legislación sobre estupefacientes, al entender del director de la THC, fue “expandir el narcotráfico que, en Argentina, está organizado por la policía desde la década del ’70”.

Y la penalización de la tenencia hace que la Justicia esté “abarrotada de expedientes”. Según Basalo, “se arman 12 mil causas por año que entran por tenencia o cultivo mayoritariamente, de las cuales el 70 por ciento terminan siendo consumidores. Es decir 8 mil pibes criminalizados por año, y sólo el 3 por ciento son por comercio”.

Sancionada hace 24 años, la ley 23.737 necesita, al menos, un debate; y parte de esa discusión tendrá que girar en torno de otros modelos legislativos que hayan funcionado en su propósito de regular el cultivo, la tenencia y el consumo de marihuana.

Portugal es, según Basalo, un país que tuvo relativo éxito con “una ley despenalizadora sancionada hace trece años que, tras una década, logró bajar a la mitad el consumo en edad de secundario e hizo que pasaran de ser la nación europea con mayor índice de consumo en la sociedad en general a la menor de todo el continente”.

Esa reducción en las cifras se debe a que “la prohibición crea deseo”, aseguró el director de la THC, parafraseando al padre del psicoanálisis, Sigmund Freud.

“Está demostrado que la mayor incidencia en la elección de una persona de ir a consumir una sustancia considerada ilegal está mayormente determinado por la carga simbólica que tiene esa sustancia y no por los efectos puntuales que provoca”, agregó.

Los efectos están rodeados de un “halo de mitos” debido a que “hoy es nula la educación al respecto. Se escucha que la marihuana ‘es la puerta de entrada a otras drogas’, cuando, en realidad, es el mismo dealer el que te enseña e inicia en otras sustancias”, consideró.

“Lo ideal sería que cualquiera pueda acceder a una sustancia sabiendo los efectos que genera. Si le corrés el componente simbólico, la persona va a acceder de un modo un poco más objetivo a la relación sustancia-efecto.”

Parte de la batalla que lleva adelante Basalo es en la información: “Casi todas las cosas que se dicen sobre los efectos de la marihuana son un verso, una gran sanata no sustentada”.

Sin embargo no esconde que “la marihuana no es inocua, tiene riesgos como cualquier sustancia, pero son menores que el resto de las sustancias ilegales e incluso que las que están en las farmacias”.

“La marihuana no mató a nadie por causa directa en toda la historia de la humanidad. Cinco mil años de historia y ni un muerto”, subrayó.

Y esas “falacias” en cuanto al consumo de cannabis sativa es lo que lleva, en parte, a otras drogas: “A los pibes se les dice ‘la marihuana mata’. Entonces, el pibe sale del colegio, consume su primer porro y como mucho le dio risa, hambre y después de comer lo mandó a la cama. Entonces, piensa que si eso es un verso, también debe serlo con respecto al resto de las sustancias”.

Muchos de esos jóvenes recurren a la revista THC para que los ayuden a encarar una conversación con sus padres para contarles y explicarles que consumen marihuana. “Nosotros les recomendamos que hablen. En caso de que necesiten les pasamos información, lo que tengamos publicado y que hayamos cotejado. Y el único consejo que le podemos dar es que hablen. Es un tema que cada familia tiene que resolver a través del diálogo. Si hablás bien, prima la razón y eso no te puede llevar por mal camino”, opinó Basalo sobre su imprevisto rol de consejero de la juventud consumidora.

Contó también los detalles detrás de la publicación de la revista que lleva la sigla del componente psicoactivo de la marihuana: el tetrahidrocannabinol. Antes del primer número estuvo “ocho meses consultando con abogados” para no incurrir en ningún delitos.

En los siete años de vida que tiene la revista recayeron cuatro demandas por “apología”, aunque “todas fueron desestimadas por los fiscales, lo que es importante, ya que ni siquiera llegaron a los jueces”, explicó.

PT-AFD
AUNO-05-11-13

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