La exclusión enciende al «Paco»

Un informe de la Subsecretaría de Adicciones del gobierno bonaerense precisó que casi la mitad de los usuarios de drogas prohibidas que viven en los barrios más pobres del conurbano consume «Paco».

Según un estudio de la Subsecretaría de Atención a las Adicciones del Ministerio de Salud bonaerense, la “pasta base” ocupa el primer lugar de consumo entre drogas prohibidas con un 47 por ciento. A esta cifra la secunda la marihuana con un 35,9 por ciento, y luego la cocaína con un 15, 8 por ciento y diferentes inhalantes con un 1,1 por ciento de la población consumidora de drogas en los barrios más pobres del conurbano bonaerense.
La investigación reveló que el uso del “Paco” es “relativamente reciente” en comparación a otras drogas como la cocaína, marihuana y, en los más jóvenes, la inhalación de pegamentos. En muchos casos, la experiencia de consumo de estas drogas son el antecedente del “Paco”, cuya oferta se torna más atractiva por su bajo costo y la referencia de sus efectos más fuertes.
Los datos del informe surgieron de un relevamiento en un barrio “vulnerable” del Conurbano Bonaerense sobre la base de una muestra aleatoria simple representativa de 643 hogares y 2917 personas, lo cual significa –según los propios autores- que la muestra no puede interpretarse como representativa de la situación en todo el conurbano, sino sólo de los barrios en situación de exclusión.
Teniendo en cuenta que en el conurbano existen diez distritos en los cuales se registra una pobreza estructural del 30 por ciento desde hace una década y otros en la que las cifras ascienden a un 40 por ciento desde hace 15 años, no es difícil comprender el por qué de la elección del barrio testigo para realizar la muestra.
Los hogares entrevistados fueron 677 familias en 643 viviendas, lo que de alguna manera revela también otra problemática: varios núcleos familiares habitan la misma casa ante la imposibilidad de adquirir terreno propio.
En total fueron entrevistadas 2917 personas, más del 70 por ciento es menor de 30 años y sólo el 10 por ciento es mayor de 50. De los vecinos del lugar 402 son consumidores actuales de drogas prohibidas por la autoridad sanitaria.
El “Paco” está hecho con una mezcla de la pasta base de cocaína (PBC), kerosén, harina, talco, virulana y hasta los vidrios de los tubos fluorescentes. La idea de peligrosidad que lo acompaña es vinculada con las condiciones de su elaboración que, de alguna manera, explicarían desde su origen el potencial destructivo.
En la interpretación del informe, la incorporación del “paco” en un barrio tiene “severas consecuencias en el medio comunitario y crea una especial situación social”. El consumidor se constituye en un “doble excluido” porque no sólo forma parte de un grupo social que vive situaciones de aislamiento debido a su pobreza estructural, sino porque, además, el uso de esa droga “lo convierte en alguien peligroso con el que debe asegurarse una distancia protectora separándolo de su familia, su grupo y sus vecinos”. Esta situación, además, es potenciada por propio consumidor que se siente “amenazado y perseguido”.
Asimismo precisó que en los grupos de excluidos “son las mujeres quienes terminan siendo aún más maltratadas”. Es así que, según los especialistas, el abandono de sí misma en la representación de la mujer que consume se expresa como “una entrega física indiscriminada”.
El informe reveló además que “la creencia de una prostitución al precio de monedas caracteriza a la ‘paquera’ y la convierte en objeto de rechazo el cual, a su vez, hace que el que mantiene contacto con ella revela su propio deterioro”.
Por otra parte, se analizó que la imagen que la familia tiene del consumidor explica el “distanciamiento necesario del grupo de convivencia” lo que transfiere “el problema a la calle y a la comunidad”.
Las ansias compulsivas por consumir el “paco” explican la mayor violencia que se desencadena y que puede llegar a volcarse en las personas cercanas, la familia y la vecindad a través del hurto, concluyó la investigación.

JC-AFD

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