La alfabetización, herramienta para la inclusión

Los índices de analfabetismo de son similares a los del país. Hubo planes municipales que dejaron de activarse por falta de apoyo financiero. Los adultos son quienes más demandan un sistema educativo que los incluya. Las organizaciones sociales son las que lo activan. Un paneo por la situación de este déficit en el distrito.

Con una población de poco más de 500 mil habitantes, Almirante Brown tiene con alrededor de 7 mil personas mayores de 10 años que no saben leer ni escribir. Las principales causas que impide la inserción de adolescentes y adultos al proceso de aprendizaje son los prejuicios sociales, la vergüenza y las malas experiencias anteriores, que suman a los ya conocidos impedimentos como la falta de recursos y posibilidades, según datos de la Subsecretaría de Derechos Humanos local.

El cambio que se produce en la gente que accede a la alfabetización “es muy fuerte porque los adultos ingresan con muchos miedos y prejuicios difíciles de dejar a un lado”, comentó a AUNO Roberto Raggio, coordinador de uno de los programas de esa área. Por ese motivo es fundamental el apoyo no sólo en estrategias pedagógicas sino también en el acompañamiento de sus necesidades y problemas cotidianos.

La superficie de Almirante Brown es 129 kilómetros cuadrados y el 65 por ciento de su territorio está considerado como zona urbana, según datos del último Censo Nacional de 2001. Con más de medio millar de pobladores son casi 3 mil las personas que no tienen hogares y viven en “instituciones colectivas” u organizaciones sociales.

Esta información presenta un panorama poblacional del partido y es referencia a tener en cuenta para cualquier plan de alfabetización que, aunque con mayores o menores resultados, persistan en el tiempo y “no duren lo que dura el gobierno de turno”, consideró la secretaria general de Suteba, María Eugenia Riádigos, en diálogo con esta agencia.

Otros datos arrojados por el censo indican que en Brown no hay diferencias entre la cantidad de hombres y mujeres analfabetas. En cuanto a las edades de quienes inician un proceso de aprendizaje apartado del sistema educativo formal, por lo general corresponden a personas “muy mayores que les cuesta relacionarse con generaciones menores” y por eso no se animan a empezar la escuela primaria, aseguró Darío Flores, educador del programa nacional de alfabetización “Encuentro”.

Los principales inconvenientes que se registran en el aprendizaje de adultos son “desarraigar los miedos” que producen los cambios y “la vergüenza que llevan a cuestas”, como así también las dificultades que les produce concretar “un proceso de nivelación” necesario para que todos estén en las mismas condiciones y puedan avanzar con el ciclo primario, explicó Flores.

En la misma línea, Riádigos afirmó que “es necesario que tengan bien trabajada la autoestima porque los mayores vienen con varios fracasos” que aumentan las razones para no asistir a los centros de alfabetización.

Asimismo, aseguró que “aunque los logros son muy lentos, se perciben con el tiempo”, amén de que los adultos sean “muy ansiosos y exigentes” y en la mayoría de los casos fuera difícil su continuidad en el aprendizaje.

Una de las alternativas que pretende paliar el analfabetismo fuera del sistema de educación formal es el programa “Encuentro”, que busca ser un paso previo al ciclo primario para que la gente adulta se anime.

El proyecto comenzó en Almirante Brown en 2004 y esa fue su “etapa de explosión”, porque luego hubo cuestiones administrativas que “estancaron y complicaron” su desarrollo, según justificaron fuentes de Derechos Humanos.

De todas formas, son 22 los centros de alfabetización que funcionan en el partido y su mayoría está a cargo de organizaciones sociales que le otorgan reconocimiento oficial a los cursos.

La alfabetización se desarrolla en casas de familias, comedores, merenderos, bibliotecas populares, sociedades de fomento, centros comunitarios, clubes, centros educativos, y escuelas. Los que están al frente de los grupos son, en su mayoría, estudiantes terciarios que se desempeñan como alfabetizadores voluntarios y suman experiencia en la profesión.

Los cursos duran seis meses y en ellos el alfabetizador emplea libros con láminas que muestran problemáticas cercanas para abrir al debate. Sus contenidos son muy básicos, están destinados en menor medida a las matemáticas y con más énfasis se tratan cuestiones de lecto escritura que, según Flores, presentan “los mayores problemas de aprendizaje”.

Para combatir el analfabetismo, la idea es continuar trabajando en el proceso de alfabetización no formal y paralelamente fomentar la terminalidad primaria en los adultos. Estas son las actividades planeadas por el municipio que busca llevarlas a cabo con el apoyo del Ministerio de Educación provincial.

Sin embargo, Riádigos concluyó que no se deben “municipalizar” las cuestiones educativas porque sería “profundizar las diferencias” entre partidos y provincias, al mismo tiempo que contribuiría en la “descentralización” de la educación.

Por ese motivo, exigió que la supervisión del desarrollo pedagógico “esté a cargo del Gobierno nacional”, para garantizar una distribución igualitaria del conocimiento en todo el territorio.

RCI-AFD
AUNO-26-03-08
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