En el living de su cálido departamento, café de por medio, el diputado provincial del ARI no vaciló a la hora de poner en tela de juicio a un gobierno que “improvisa” permanentemente.
Horacio Piemonte es militante desde los 32 años y en 1997, ya en las filas de Elisa Carrió, fue elegido por primera vez diputado por la provincia, mandato que mantiene en la actualidad. – A un año de la asunción de Néstor Kirchner, ¿qué balance puede hacer?
– El balance a un año de gestión es que se han hecho algunas cosas bien, sobre todo en materia de derechos humanos, en la renovación de la Corte Suprema de Justicia, en la política internacional en aspectos como el caso de Cuba, no condenando su régimen y ligándose a profundizar las relaciones del Mercosur. Pero, en términos económicos, no modifica ni la forma de acumulación de riqueza del país ni la distribución de esa riqueza. Siguen la concentración económica, el mismo régimen con las empresas privatizadas, los salarios paupérrimos que había durante el menemismo y los planes asistenciales. Entonces, me parece, que eso es lo que Kirchner no cambia: ni los términos económicos ni las prácticas políticas del partido justicialista que quedaron de gobiernos anteriores.
– De acuerdo a esto, ¿cuáles son planteos del ARI?
– Se ha planteado fuertemente el tema del ingreso ciudadano para la niñez. Propuesta que tiene tres niveles: atender a la grave situación que está atravesando la niñez, distribuir el ingreso inyectando los recursos para otorgar a cada familia un monto mínimo de 150 pesos por chico, terminar con el clientelismo político materializado en los planes sociales que tienen a la gente como rehén, obligándola a ir a las marchas, a cortar rutas. Y me parece denigrante que a uno le digan que si no hace tal cosa, se le caiga el plan.
– ¿En qué cambiaría esta situación el seguro universal para la niñez?
– Cambiaría esta forma clientelar porque sería para todos los chicos. No habría que depender de nadie; se haría un registro de todos los pibes y sería para todas las familias que están obviamente por debajo del nivel de pobreza. Lo recibirían sin depender de un puntero. Entonces, atendería las tres cosas: la situación de la niñez, la reactivación del aparato productivo y pondría fin a estas prácticas que tanto mal le hacen a la política.
– Y, ¿cómo piensa que se implementaría dicho programa?
– Nuestra propuesta tomaría los planes que entregan la Nación y las provincias que a veces se superponen porque no hay un registro único, para avanzar, luego, en una reforma tributaria. La Argentina tiene uno de los sistemas tributarios más injustos de Latinoamérica y, por eso, los que más ganan no pagan más impuestos. Que nuestro país tenga su mayor recaudación en el IVA implica que es un sistema regresivo, desde el momento en que lo pagamos todos porque es el impuesto al consumo. Cuando, en realidad, hay que ir hacia un sistema que grave más el impuesto a la riqueza, a las ganancias, a la renta financiera, a la transacción de acciones. Un sistema impositivo y el ARI ha presentado propuestas para obtener recursos de quienes más tienen y destinarlo al ingreso ciudadano.
– ¿En qué estado se encuentra el proyecto?
– Esta es una batalla que pasa por la distribución del ingreso. Yo no creo que, con la mayoría que tiene el Gobierno en el Parlamento y en el Congreso, este proyecto avance porque implicaría acabar con la forma de hacer política que tiene el partido justicialista y que Kirchner no ha cambiado. Su hermana (Alicia Kirchner), en el área de Desarrollo Social, hace lo mismo que hacían los ministros de Menem. Todo se maneja por clientelismo político, por amiguismo. Para que la gente vaya tomando conciencia de que por acá pasa uno de los resortes de justicia social y de reactivación económica, nosotros tendremos que batallar mucho tiempo. Y que así como Kirchner hoy tuvo que modificar la Corte Suprema, en algún momento, éste u otro gobierno tendrán que hacer por presión de la gente un programa social que responda a las necesidades de la población.
– Respecto de la seguridad, ¿cómo le parece que se trata el tema desde el Gobierno?
– Un desastre. El problema de la seguridad es de índole nacional y el Gobierno no lo trata así, desde el mismo momento en que no sabe qué hacer. A partir de las marchas que encabezó Blumberg, el Gobierno tomó medidas que tienen que ver con el aumento de las penas y la mano dura. Es más, sus voceros fueron Ruckauf y Casanovas, dos diputados nacionales que cuando estuvieron en la provincia en el 2001 hicieron lo mismo. Hoy está claro que eso no sirvió. Pero como el Ejecutivo se ve apurado por las movilizaciones, hace que a nivel nacional se tomen estas medidas. Y, en la provincia, lo ponen a Arslanián diciendo que no hay que avanzar en las políticas de mano dura. Entonces, mientras que a nivel nacional se avanza en un sentido, a nivel provincial se avanza en el contrario. Esto marca que el Gobierno improvisa permanentemente.
– ¿Por dónde pasa, entonces, el problema de la inseguridad?
– Pasa por terminar con los focos y nichos desde donde se diagrama y diseña el delito. Para eso hay que terminar con la mafia de la connivencia entre la policía, la justicia y los políticos. En el conurbano funciona así, se sabe cómo y dónde se encuentra el delito y no se hace nada para detenerlo. Por otro lado, en la medida en que la sociedad siga en estos niveles de marginalidad va a continuar el delito, porque entre los chicos que hoy viven en la pobreza aumenta la deserción escolar y no hay acceso a los servicios de salud. A ese pibe la sociedad lo va empujando al delito.
– ¿Y una vez que delinque?
– En cuanto delinque, la respuesta del Estado es un récord histórico de chicos en comisarías. Hay 344 pibes porque no hay lugar en los institutos de menores. Y los que están en las comisarías son torturados, sufren vejámenes, comparten las cárceles con adultos.
– ¿Por qué piensa que la sociedad los empuja al delito?
– Porque no se da respuesta desde lo social. Cuando el pibe llega a cometer un delito lo mandan a la cárcel y lo tienen meses. Sino lo mandan al instituto, que es otra fábrica de delincuentes. El 70% de los chicos que están allí no cometieron ningún delito, están por ser pobres.
– ¿Los jueces qué papel cumplen aquí?
– Si ven que un chico está en una situación familiar en donde los padres son alcohólicos o el chico está en la calle, lo sacan de ese ambiente porque está en riesgo y lo ponen en un instituto. Ahora bien, cuando vemos la población de las cárceles de adultos, el 60% pasó por un instituto de menores. Es decir que, en realidad, la sociedad lo que está haciendo es fabricar delincuentes. En la medida que este sistema perverso no atienda en forma diferente a la pobreza y a la marginalidad, va a seguir fabricando delincuentes.
– ¿Cómo se puede revertir esta situación?
– Se necesitan decisión política, recursos y atender a esta niñez. El ARI propone, por un lado, el Seguro para la Niñez. Cualquier país del mundo mejoró la seguridad cuando mejoró la asistencia social no porque se aumentaran las penas. Por otro lado, el Gobierno tendría que acabar con los nichos desde donde se diseña el delito. Pero sobre eso, ni Kirchner ni Solá dicen una sola palabra. – ¿Por qué cree que Kirchner dispara en sentido contrario?
– Porque hay intereses políticos que no quiere tocar. Pero mientras que estas dos cosas no se enfrenten no va a mejorar la seguridad. Es más, cada vez va a ser peor. Que el pibe esté en la comisaría me preocupa, me parece denigrante como sociedad. Pero también se da el gatillo fácil. A los pibes los están matando. Esto no se trata de un chico lindo de Barrio Norte que fue secuestrado y que entonces se moviliza la sociedad atrás de un solo caso. Chicos en esta situación hay todos los días en este país. Y me parece que de esto hay que tomar conciencia. La seguridad está mal manejada y no hay decisión política de avanzar en otro sentido.
– ¿Cómo ve, entonces, las medidas del Ejecutivo en relación a las empresas privatizadas?
– Desde la primer medida que se tomó con respecto a la renegociación de contratos vimos cuál era la línea. Al frente de las empresas de peaje, por ejemplo, quedaron los mismos grupos que habían incumplido con el Estado Nacional. Pero lo peor es que el Gobierno, por un lado, dijo que no iban a aumentar las tarifas “#8220;y, de hecho, ya aumentaron- sin antes rediscutir los contratos. Por otra parte, se tienen que llevar adelante por ley audiencias públicas, y nunca se realizaron. Sin embargo, las tarifas subieron.
-¿Qué le sugieren estos ejemplos?
– Que se ha dado una situación en donde la línea es volver a favorecer a las empresas privatizadas. Aunque, en el discurso, se coincide con el Gobierno. Pues son empresas que han ganado fortunas durante la época menemista y que ahora deberían hacer un esfuerzo. Esfuerzo que vuelve a caer sobre la gente. Y, si bien se ha dicho que el aumento no es para los sectores residenciales, no hubo controles para que después las empresas no trasladaran esos aumentos a los precios. Produciéndose un incremento en todos los productos de la canasta básica de alimentos, del GNC y está previsto “#8220;aunque se ha atrasado- un aumento de la tarifa telefónica.
– Usted sugiere que hubo una estampida de precios y las privatizadas vuelven a ganar y desde la Casa Rosada no se hace nada por impedirlo.
– Sí. En el caso de las naftas, se ha logrado posponer el aumento. Pero es cierto, también, que en la Argentina la petrolera Repsol-YPF por más que hoy no haya incrementado el valor de la nafta, sigue ganando enormes sumas de dinero. ¿Por qué? Porque tiene el monopolio de la extracción y la producción de petróleo. Entonces, me parece, que no se ha logrado parar el aumento. A esas empresas se les tendrían que haber aplicado retenciones mucho más fuertes de las que habitualmente se aplica a las exportaciones. Porque han diseñado todo un programa para priorizar la explotación de petróleo y gas por sobre la red de obras que atienden el consumo interno.
-¿Cómo entra en juego el problema energético que padece hoy la Argentina?
– Estas empresas, en función de que el precio del petróleo se paga mucho más caro a nivel internacional, han dedicado toda su producción y sus redes a la exportación. Eso implica que no han hecho las obras indispensables para que nosotros tengamos hoy, el gas y petróleo que necesitamos. Por eso estamos ante una crisis de energía, producto de que las empresas han planteado una política pensando en su rentabilidad. En la actualidad, se les retiene el 20% de su exportación; cuando aun en los países más pro-imperialistas alcanza el 50%. Aquí nos quedamos sin empresa estatal de hidrocarburos. Siendo que nuestro país, teniendo multinacionales para su extracción y producción, cobra menos retenciones a las exportaciones.
– ¿Hacia dónde tendría que avanzar el Ejecutivo, entonces?
– Avanzar en esta línea. Caso contrario, la creación de la empresa nacional de energía no va a tener incidencia alguna, ya que no podrá competir con estas empresas. En la medida en que no se aplique una política de control, de regulación y de aumento de las retenciones, el precio lo va a seguir fijando Repsol-YPF. Y es más, al tener el monopolio, cuando se le ocurra puede volver a aumentar los precios. Desde ya que nosotros no estamos de acuerdo con ningún aumento tarifario ni de precios, mientras que desde la Casa Rosada no estén dispuestos a pensar en un aumento salarial. Porque lo que está congelado en la Argentina son los salarios, y el poder adquisitivo de la población se sigue achicando.
– ¿Qué opinión le merece la “garrafa social” que se implementó como una de las alternativas a esta situación?
– Es otra mentira. El ARI presentó un proyecto para ponerle precio máximo a la garrafa y el Gobierno nos dijo que no, porque esto de la “garrafa social” como ellos la llaman vuelve a ser una pantalla que muestra lo que no es. Lo que se ve de Kirchner es que dice una cosa y hace otra. Nosotros le recomendaríamos a la gente que cuando escucha su discurso que parece popular se dé cuenta de que termina yéndose a la derecha y beneficiando a los mismos sectores que se beneficiaron en la época menemista. Con la “garrafa social” pasa lo mismo. El Gobierno dice que implementa un sistema de garrafa social a 18 pesos pero, en realidad, no ofrece más centros de abastecimiento. – Usted encuentra muchas fallas del Estado,¿a qué las atribuye?
– En realidad, el Gobierno están robando a cuatro manos, y esto se ve claramente en el área que maneja la Infraestructura, a cargo de Julio de Vido. Por un lado, porque hay falta de control y, por otro, por el gran entramado de negociados que vienen de la década anterior. Pero, como dice Elisa Carrió, uno no tiene muchos lugares en donde denunciar esto, porque al frente del organismo del Estado que tendría que controlar que es la SIGEN, está la esposa de Julio de Vido. Allí se cierra el círculo del Gobierno.
– ¿Qué piensa de las negociaciones que mantiene nuestro país con el FMI?
– Tengo que decir que el gobierno de Kirchner es el alumno ejemplar del FMI. Es más, en la discusión del presupuesto, el propio Kirchner dijo que para encarar el problema de la deuda el país tenía que buscar un aliado, o sea, el FMI. Por eso, de la deuda que se tiene con los organismos internacionales de crédito, sea el Fondo, el Banco Mundial, el BID, no se cuestionó un solo centavo. Y recordemos que, de esos organismos, el socio principal y mayoritario es Estados Unidos. En realidad, el Ejecutivo responde a las líneas económicas de George Bush.
– ¿Cómo le parece que se manejó la legitimidad de la deuda externa?
– El Gobierno no discutió su legitimidad. Gran parte de la deuda externa argentina fue negociada, no vino a este país. Fueron entradas y salidas de caja, de balances, pero no fue dinero que entró en el país. Y hay estudios sobre este tema que demuestran la ilegitimidad de gran parte de esa deuda. El ARI propuso que se hiciera un estudio y sólo se afrontara la deuda a la que realmente había llegado el país, pero Kirchner no quiso y reconoció toda la deuda “#8220;más allá de que haya sido plata que jamás estuvo en la Argentina-. Hasta tal punto que, en el 2003, el país tiene el récord histórico del pago de deuda externa, a pesar de que el Ejecutivo se llena la boca hablando de que va a enfrentar la deuda desde otro lugar.
– ¿Qué incidencia tienen los medios de comunicación en la imagen de Kirchner en relación con la sociedad?
– Los medios son empresas económicas que, evidentemente, responden a sus necesidades. Pero además de los medios, creo que la gente tiene necesidad de creer, de creer en la democracia. Como en su momento creyó en las palabras de Alfonsín, porque se venía de una noche de muerte, de miedo. Cuando asume Menem, en medio de la hiperinflación, cuánto tiempo la gente le creyó que había que privatizar. Se estaba asistiendo al remate de la Argentina y las consecuencias las estamos pagando ahora. Yo me acuerdo que el discurso de Menem era “nosotros o el caos” porque la imagen del caos era muy fuerte para todos. Pasó mucho tiempo hasta que la población se dio cuenta de lo que era el menemismo. La Alianza también fue una esperanza, y su final fue la crisis política más grave de la historia.
– Y, si como dice, hoy estamos pagando las consecuencias, ¿por qué la sociedad compra el discurso de Kirchner? ¿Acaso es lo que quiere oír?
– La gente necesita creer. Es natural para el ser humano, actúa así. A veces uno tiene conductas que para no reconocer lo que le está pasando, quiere ver otra y, de hecho, ve otra cosa. Hasta que cae en la cuenta de que la realidad es demasiado contundente, de que es distinta de lo que se le quería vender. Pero va a llegar un momento en que esta película a la sociedad le va a empezar a pasar. Porque yo no creo que la gente piense que aquellos que nos robaron durante los “#8482;90 ahora nos puedan salvar. Si la sociedad eso no lo ve es porque todavía no está en condiciones de verlo. La responsabilidad nuestra es decir lo que vemos, decir la verdad, aunque no sea muy simpático y haya quien que nos acuse de agoreros.
– ¿Y cuál es el futuro del ARI en vistas a las próximas elecciones?
– El ARI no se desvive por las elecciones. Nos preocupa más obtener los principios, tener mucha claridad en ellos, que alcanzar una buena performance electoral. Si, para hacer una mejor elección, tenemos que transar con alguno de estos principios, ahí perdemos el rumbo. Si aceptamos aportes de empresas para poder hacer mayor propaganda, perdemos la independencia de los sectores económicos. Si hacemos un frente electoral para mejorar la cantidad de votos, me parece que también nos estaríamos equivocando.
– ¿Con qué cuenta esta oposición para hacer frente al oficialismo?
– Tenemos una línea de principios muy clara, una propuesta para cada uno de los temas que se están discutiendo, dirigentes muy reconocidos como Elisa Carrió, Marta Maffei, Eduardo Macaluse, y sobre esta base vamos a enfrentar los procesos electorales. Tampoco nos apura ganar las elecciones en tiempos donde todavía la sociedad no acompaña. No estamos apurados por ganar la presidencia de este país. No nos preocupa llegar sino cómo llegar.
– ¿Qué formas de llegada puede distinguir?
– Uno puede llegar más rápido tomando atajos, pero según como uno llega, después tiene posibilidad de hacer cosas. Por ejemplo, Kirchner llegó rápido, transando con infinidades de sectores empresariales y transnacionales que hoy lo limitan para desarrollar una política económica de frente, y llegó transando con Duhalde y con el partido justicialista, por lo cual no puede implementar una práctica política diferente. Para llegar así, nosotros no llegamos.
– ¿En qué condiciones prefieren llegar?/p>
– Con independencia del poder económico y con capacidad para transformar la política. Aunque eso demore dos años más, cuatro años más. Nos preocupa más tener principios, tener constancia y, en algún momento, eso la gente lo va a premiar. – Por último, ¿cómo vivió la entrega del Premio Parlamentario que recibió por su laboriosa trayectoria en la Cámara?
– Si bien siempre me mantuve entre los 10 primeros puestos desde que inicié mi gestión pública, el hecho de alcanzar el segundo lugar teniendo en cuenta que votaron la prensa y mis pares “#8220;amplia mayoría justicialista-, fue un reconocimiento que me llenó de profunda emoción. No me lo esperaba porque éramos dos los representantes del ARI y, siendo minoría, era difícil llegar a esto. Recuerdo que en la ceremonia de entrega agradecí a mis hijos Elías, Lautaro y Nehuén, que son lo más importante de mi vida, porque no se trata de ser un gran político, sino de ser una buena persona.
AUNO