Fernando Calvi: el arte de encontrar la estética de cada historia

Se define como un “artista integral”, capaz de trabajar en diez proyectos a la vez, con estilos estéticos muy diferentes, desde la tradición a la vanguardia. Primero está la pasión, luego el dinero: “Está lleno de autores que hacemos historietas por amor”.

Fernando Nuñez

El universo gráfico de Fernando Calvi despliega tanta riqueza y variaciones que logra que cada una de sus obras sea distinta y sobresale por una búsqueda que lo lleva a encontrar la línea, el tono, los colores justos que necesitan sus historias.

Si repasamos sus obras de los ‘90, como “Bruno Helmet”, y luego revisamos las series que publicó de manera integral en la revista Fierro, se pueden notar las distinciones de estilo que impregna en cada trabajo.

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Calvi es un todoterreno de la creatividad. Trabajó en el estudio de Carlos Trillo, uno de los más grandes guionistas de la historieta argentina. Hizo ilustraciones para animación y para adultos, estas últimas en Fantagraphics, una editorial alternativa a las dos corporaciones más grandes del cómic yanqui, que publica material underground y encontró en la estética erótica una veta potable de comercialización.

Si bien es un historietista integral –se encarga del guion y las ilustraciones–, también incursiona en trabajos en conjunto. Cuando no realiza el guion, no se limita a ilustrar, sino que es un dibujante que interpreta el texto para sumarle la narratividad gráfica.

En esta entrevista con El Cruce, Fer Calvi nos brinda una imagen de su devenir, con detalles del proceso productivo, y da cuenta de que, en definitiva, un artista es también un arduo laburante.

-Cuando creás un personaje, ¿lo hacés desde el guion o desde el dibujo?
-Un poco las dos cosas. A veces aparece una imagen, o varias imágenes que se vuelven un diseño de personaje. A medida que avanza el bosquejo (mental por ahora) se va desarrollando su personalidad. Otras veces tengo una idea de cómo es emocionalmente y busco un aspecto visual que coincida con eso.

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-¿Cómo es tu rutina de trabajo? ¿Cómo cambió desde la época de “Bruno Helmet” hasta ahora?
-No tengo una rutina fija en cuanto a los proyectos. Es decir: me levanto todos los días lo más temprano que me sale –a veces mucho, otras menos– y dibujo todo el día hasta que anochece. Entonces cierro todo, me voy a mi casa a cenar, esas cosas. Pero dentro de cada proyecto las rutinas son diferentes: trabajar sin parar, avanzar en etapas, hacer de a una página, ir buscando o encontrando el modo de trabajo que el proyecto necesita. Un poco lo mismo me pasa con el estilo de cada historieta, que cambia según la historia lo necesite.

-¿Te sentís más cómodo como artista integral o como guionista/dibujante solamente?
-La verdad es que, salvo en mis comienzos o en mi laburo como ilustrador, siempre trabajé las historietas como artista integral. Y estaba convencido de que así iba a ser siempre. Pero hace poco empecé a considerar colaborar con otros autores, que me guste su obra, me caigan bien, y podamos fusionarlos como las “Cristal Gems” (N. del E.: Referencia a la serie animada Steven Universe), y hacer una buena obra juntos. Entendí que se puede trabajar con un guionista y no ser sólo un dibujante, es posible ser un guionista que dibuja y de ese modo interpretar el guion. Lograr la sincronía no es sencillo. Ya no estoy para relaciones conflictivas. Que aparezcan los autores con proyectos copados para establecer una coautoría no es fácil, pero está pasando. Acabo de entregar un libro que se llama Visitas del que me siento coautor y no solo ilustrador. Estoy en proyectos con tres o cuatro autores. Y están saliendo cosas copadas.

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-¿Cuáles fueron y son tus influencias, tus artistas favoritos?
-Leo mucho, cosas muy diferentes, y todo va a parar a mi laburo, de una u otra manera. Me influencia todo lo que veo, leo, escucho, etc. Después están las buenas influencias, que son las de todos los autores que me gustan e interesan. Para simplificar: Jack Kirby, el tipo por el que me dedico a esto. Steve Ditko, Frank Miller, Trina Robbins, Richard Corben, Bernie Wrightson, Mick McMahon, Kevin O’Neill, Kevin Nowlan, Oswal, Ramona Fradon, Rebecca Sugar, y la lista sigue y sigue…

-¿Por dónde pasa tu búsqueda estética?
-No tengo una búsqueda estética en sí, por sí misma. Mí búsqueda es encontrar el tono, el diseño, la pauta estética y narrativa ideal, apropiada para cada proyecto, para cada historia. Por eso siempre cambio el estilo, cuento historias muy diferentes. Ahora estoy metido en nueve o diez cosas distintas y cada una tiene su estilo, diferente a los otros. Esa es mi búsqueda.

-¿Cuáles son los desafíos creativos más complicados?
-No lo sé. Creo que las cosas más complicadas no tienen que ver con el trabajo de la historieta en sí. A veces los tiempos son muy cortos, pero eso es bueno, porque aguza el ingenio y azuza la creatividad. Pueden ser temas económicos o de tiempos. No se me ocurren otro tipo de desafíos complicados. A veces la documentación. En “Altavista” a veces no podía terminar un cuadro porque no sabía cómo era la suela de un zapato. Pero eso, la documentación, es hermosa. Complicado, no.

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-¿Cómo vez el escenario profesional de la historieta argentina?
Uh… es complicado, porque no puedo, ni nadie puede, ver todo lo que está pasando. Veo pedazos y recortes. Creo que hay, como siempre, mucha capacidad de laburo y creadora. Y veo algo que me fascina: un montón de gente haciendo historietas por amor, que es lo principal. Las cosas se hacen por amor, y después por otra cosa. Si no, algo falla, algo se pudre adentro. Está lleno de autores que hacemos historietas por amor, y con mucho amor y capacidad. Lograr que eso se vuelva un medio de vida, o subsistencia, para los que lo deseen, puede ser difícil, pero es posible. Sobre todo si está primero lo otro: el amor. Eso.

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