Hasta poco tiempo atrás, los especialistas del hospital santafesino Iturraspe y los investigadores de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UNL creían imposible probar lo que intentaban demostrar por medio de una hipótesis de investigación y el desarrollo de un riguroso trabajo metodológico.
Sin embargo, tras tres años de trabajo lograron determinar en cerdos que era posible, y en un futuro cercano intentarán confirmar si es posible trasladar la experiencia a los hombres.
Según los especialistas, “si la investigación continúa arrojando resultados positivos, implicaría de alguna manera disminuir los trasplantes, contar con un sistema de curación menos agresivo para el paciente y muchos más bajos costos en el tratamiento de los enfermos de corazón”.
Al igual que muchos avances médicos, en este caso también se realizó la experimentación en animales como el cerdo que tiene un corazón de características muy similares al corazón humano y por eso se lo utiliza.
“Al músculo lesionado se le administró médula ósea del propio cerdo. Lo que buscábamos era la producción de nuevos vasos sanguíneos en un músculo que no los tiene. Y los resultados fueron positivos: logramos producir nuevos vasos y además, por intermedio de las mediciones que se hicieron en la Facultad, logramos ver que no sólo eran capilares, sino tubos, porque tenían músculo liso”, explicó José Vicario, médico integrante del equipo de investigación.
Por su parte, Julio Piva, otro integrante del equipo, destacó que el interés era “formar los segundos vasos, porque ellos nos asegurarían de algún modo que lo que fabricáramos no fuera tan fugaz, y por lo tanto sirviera como un canal para irrigar el área del corazón, que tenía menos oxígeno que el resto del músculo”.
Los médicos explicaron que esto significa que “es posible pensar una nueva terapéutica para mejorar la acción cardíaca sin recurrir a intervenciones quirúrgicas agresivas”. Y “se trataría de la extracción de células de la médula ósea para ser administradas al corazón del propio organismo, logrando que se regenere el tejido muerto luego de un infarto o afectado a una enfermedad cardíaca”.
“Nuestro próximo paso es recuperar ese tejido con la producción de músculo cardíaco”, explicaron los especialistas.
El trabajo, titulado “Médula ósea autóloga vía seno coronario y angiogénesis en cerdos con injuria miocárdica”, recibió el primer premio al mejor trabajo científico en el reciente XXI Congreso Nacional de Cardiología que organizó la Federación Argentina de Cardiología.
Para Vicario, el trabajo tuvo como cuestiones inéditas el uso de la médula ósea y la vía de administración. “La utilización de médula ósea autóloga significa que se recurre a células del propio organismo, con lo cual no hay problemas de rechazo, ni dilemas éticos de todo lo que sea modificación genética”, explicó.
Actualmente, a los enfermos cardíacos se les administran proteínas que estimulan la producción de vasos, conocidas como “factores de crecimiento”, pero su costo es elevado y su aplicación se realiza mediante una inyección, directamente en el músculo cardíaco del paciente.
En cambio, el trabajo desarrollado por los médicos santafesinos introduce como novedad que se administra por vía “seno coronario”, que es el lugar en el que desembocan todas las venas del corazón. “Nuestro proyecto implica que se saca al paciente sus propias células, que no cuestan nada, y además esto se hace a través de una punción de médula ósea, que es una cosa muy sencilla, que no produce trastorno en el paciente, y luego se la administra, sin cirugía”, indicaron los especialistas.
Esta técnica contiene su importancia también en el hecho de que abre nuevas posibilidades para el tratamiento de enfermos cardíacos. Hasta ahora, con los avances existentes, un paciente con infarto cuenta con más posibilidades de prolongar su vida, pero la enfermedad coronaria no se detiene.
“Uno puede destapar una arteria, pero el problema no es tanto lo obstructivo de la arteria sino la enfermedad que afecta a todos los vasos, no solo del corazón sino de todo el organismo. Entonces se llega a un límite y el enfermo entra en la categoría que se llama paciente de no opción”, explicó Vicario. Con esto, “no tienen más conductos arteriales, están con el corazón muy dilatado, son enfermos terminales y candidatos a trasplantes”.
Vicario destacó que “para esa categoría de pacientes nuestro proyecto abre una luz muy importante, porque es poder crearle vasos o músculos en ese corazón que ya está sumamente lesionado”.
*Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
Universidad Nacional de Lomas de Zamora
AUNO 06-12-02 mar