Borges: el peronismo como ilusión cómica

El autor de _Sur_ apenas se produce el golpe del 55 define al peronismo como una «fábula» o «ficción escénica». Ello generó una tradición, según la cual ese movimiento político es un «simulacro».

Horacio Raúl Campos

Lomas de Zamora, mayo 3 (AUNO) – Apenas Perón y el peronismo fueron víctimas del violento golpe fusilador del 55, la revista Sur, uno de los órganos oficiales de la oligarquía literaria y de la dictadura de Aramburu y Rojas, publicó su número 237 de noviembre y diciembre de aquel penumbroso año.

El fabulesco subtítulo que acompaña la edición es: “Por la reconstrucción nacional”. Las desgracias que sembró la Fusiladora en todos los frentes de la vida nacional son por todos conocidas.

En primer lugar aparece un texto más o menos extenso de Victoria Ocampo, la directora de la revista, y después uno de Borges: ‘L’Ilusion comique’. Así, en francés.

Lo tomó de la comedia del dramaturgo francés Pierre Corneille (1606-1684), que usa el procedimiento del teatro dentro del teatro con sus consiguientes niveles de representación e intentos de engaños.

Considerar a la vida como un teatro, disfraz o una fábula, que es lo que hace Borges, es una viejísima idea barroca.

“Durante años de oprobio y de bobería, los métodos de la propaganda comercial y de la literatura pour concierges (destacado de JLB) fueron aplicados al gobierno de la república. Hubo así dos historias: una, de índole criminal, hecha de cárceles, torturas, prostituciones, robos, muertes e incendios; otra, de carácter escénico, hecha de necedades y fábulas para consumo de patanes. Abordar el examen de la segunda, quizá no menos detestable que la primera, es el fin de esta página”, escribe Borges al comenzar ese texto.

Al identificar dos historias aparece la vana insistencia borgeana de separar cultura de sociedad, intenta eliminar el carácter histórico de un movimiento político y pretende hacerlo desaparecer llevándolo a la ficción, que sería lo mismo que asimilarlo a un sueño (o pesadilla según la literatura antiperonista) pasajero, porque la realidad y la vigilia permanente corresponden a la Argentina pastoril que, según el credo del 55, es la vigente y que nadie debe osar tocarla.

Dice algo más sobre las “dos historias”. Advierte que la historia simbólica, la de carácter escénico, “no es menos detestable” que la primera. Por qué el peronismo entrevisto como “un mundo de símbolos”, tal como lo describe, es más importante que las supuestas acciones que le endilga haber hecho durante el gobierno.

Claramente asegura que el fin de su escritura es abordar el examen de la segunda historia, la de “las representaciones, el exceso de efigies del dictador, los nombres y las consignas. De un mundo de individuos hemos pasado a un mundo de símbolos aún más apasionados que aquel”, señala después.

“Esas parodias no son inocentes, porque en el fondo lo que provocan es transformar al peronismo en un artefacto cultural inofensivo. La literatura argentina no se puede pensar sin el peronismo, que es la gran musa inspiradora para escribir y pensar”, asegura Rodolfo Edawards.

La ficciones creídas

Sin embargo, a Borges le preocupa sobremanera el peronismo como fábula, porque sabe muy bien que lo simbólico es la manera más efectiva de acompañar el accionar de cualquier movimiento político. Pone la atención sobre el aspecto escénico, porque quiere evitar nuevas representaciones.

“Básteme denunciar la ambigüedad de las ficciones del abolido régimen, que no podían ser creídas y eran creídas”. Está allí la clave de sus preocupaciones. Jamás se podrá afirmar que no tenía razón, porque los patanes del 45 tuvieron hijos, nietos y hasta bisnietos.

Así fue que dice también que “el 17 de octubre de 1945 se simuló que un coronel había sido arrestado y secuestrado (…) En un decurso de diez años las representaciones arreciaron abundantemente (…) Todos sabían o sentían que se trataba de una ficción escénica”.

La ideología conservadora del eterno retorno resuena en esa escritura porque el fin último es hacer respetar el orden neocolonial oligárquico (como dice Matamoro) que se rompió en el decurso de una década por medio de apenas una fábula.

El escrito breve constituye por cierto una metáfora de la alegría gorila, porque con el desplazamiento del peronismo la dictadura del 55 y sus voceros literarios festejan: devuelven el país al 3 de junio del 43 o a 1910 para que el hijo del barrendero muera barrendero.

La brevedad del escrito de unos diez párrafos por sí mismo constituye un procedimiento para defenestrar la historia, porque lo exiguo en Borges es una metáfora de la negación de la vida por medio de la economía de palabras.

Con la presencia como fondo de la ideología eurocéntrica de Hegel, la única realidad válida para Borges es el imperio británico frente a las repúblicas de América Latina sin historia, ni política y mucho menos con economía; para él son fabulescas o ilusiones cómicas.

Bibliografía

Sur, revista bimestral, Buenos Aires, noviembre – diciembre de 1955, número 237. Escriben Victoria Ocampo, Borges, Francisco Romero, Vicente Fatone, Silvina Ocampo, Alberto Girri, Carlos Mastronardi, Bernardo Canal Feijóo, Ernesto Sábato, Víctor Massuh y Tulio Alperin Donghi, entre otros aduladores de los dictadores del 55.
Rodolfo Edwards, diario Página/12, 6 de julio de 2014.

AUNO 03-05-15
HRC

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