Crean un sensor para detectar más rápido el mal de Chagas

El biosensor chagásico, desarrollado por investigadores de las universidades nacionales de Rosario y del Litoral, es un dispositivo electrónico que detecta la enfermedad del Chagas más rápido y con un diagnóstico más certero que las tecnologías actuales. Además, puede convertirse en un instrumento portátil, descartable o reutilizable, y potencialmente apto para la automatización.

(AUNO) La creación del equipo que encabezaron los cientificos Claudia Lagier, del Departamento de Química Analítica de la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la UNR, e Iván Marcipar, de la Facultad de Bioquímica y Ciencias Biológicas de la Universidad Nacional del Litoral. Es uno de los 270 productos que serán presentados a partir de hoy y hasta el 28 de octubre en la exposición INNOVAR 2006, organizada por el ministerio de Educación, que se realizará en el Salón de las Naciones del Centro Cultural Borges.
El dispositivo aún no ha completado todas las etapas de experimentación (fue inscripto en la categoría Investigación Aplicada) y quedan por estudiar varios aspectos antes de considerarlo listo para su utilización masiva a escala social, pero las pruebas realizadas son “muy prometedoras”, destacó la inventora.
Claudia Lagier, en diálogo con AUNO, explicó que el biosensor funciona detectando en la sangre del paciente la presencia de las “defensas” del organismo contra la enfermedad. Esto significa que detecta los anticuerpos que produce el organismo del paciente ante la presencia de la enfermedad.
“Toda persona infectada por el parásito Trypanosoma cruzi, agente que origina la enfermedad de Chagas, produce moléculas que reconocen como ‘elementos extraños’ a las proteínas T. cruzi (pequeños trozos del parásito)”, explicó Lagier. Las moléculas de defensa producidas por la persona infectada se denominan anticuerpos y tienen la particularidad de reaccionar específicamente o “adherirse fuertemente” a las proteínas del parásito.
Con las tecnologías que se aplican en la actualidad, cabe la posibilidad de un diagnóstico equivocado. Esto se debe a que “en infecciones por otros parásitos similares al Tripanosoma cruzi, como el Leishmania, que generan anticuerpos muy similares, por lo cual es frecuente confundir unos con otros”. En general, estas determinaciones se realizan en laboratorios que cuentan con instrumental de tamaño y complejidad variables, que utilizan dispositivos que son útiles para “una única determinación”.
El biosensor chagásico consta de un electrodo de muy pequeña superficie sobre la cual se adhieren fragmentos de proteínas del parásito. Esta superficie está “específicamente diseñada para evitar que reaccionen con otros anticuerpos no específicos de la enfermedad”, y así disminuir la posibilidad de diagnóstico erróneo. El electrodo se pone en contacto con la sangre del paciente y luego con otros reactivos que permiten medir la circulación de corriente. A mayor corriente medida, significa que la muestra del paciente contiene más anticuerpos específicos.
Pero la certeza del diagnóstico no es la única ventaja del biosensor con respecto a otras tecnologías. Porque puede diseñase “con electrodos descartables de muy pequeña superficie para ser utilizados con instrumentos portátiles que caben en la palma de la mano y funcionan con una batería”. Esto facilitaría el transporte del instrumental hasta zonas alejadas donde las poblaciones habitualmente no se trasladan hasta los centros de salud donde se realizan los análisis convencionales.
En otro diseño particular, los “bioelectrodos” podrían ser utilizados en instrumentos programables para realizar “determinaciones consecutivas automáticamente”. Esto es, el biosensor sería reutilizable y potencialmente apto para la automatización. “Las pruebas de regeneración de los bioelectrodos fueron realizadas y fueron muy promisorias (se reutilizaron hasta 10 veces obteniéndose resultados similares)”, aseguró Lagier.
Estas dos ventajas no son menores si se tiene en cuenta que, en el primer caso, el diagnóstico de infección le indicará a la persona la necesidad imperiosa de controles periódicos, por ejemplo los cardíacos, para asumir eventualmente tratamientos que le prevengan de consecuencias graves. Igualmente importante, es el diagnóstico en mujeres infectadas para prevenir la transmisión perinatal (contagio de madre a hijo), cosa que sería imposible si no se les diagnostica, como frecuentemente sucede en poblaciones rurales alejadas.
En el segundo caso, la posibilidad de contar con un dispositivo reutilizable “disminuye los costos por determinación y habilita la posibilidad de automatización”, lo cual debería ser de interés para instituciones en las que se realizan alto número de pruebas, como por ejemplo, hospitales o bancos de sangre.
El proyecto del biosensor se lleva a cabo conjuntamente entre el equipo que trabaja con Lagier en la Facultad de Ciencias Bioquímicas de la UNR, y el que dirige el doctor Marcipar, de la UNL. El equipo de la UNR está integrado además por María Élida Ribone y María Soledad Belluzo, mientras el grupo de la UNL trabajó también Cecilia Camussone.

Dejar una respuesta