Cortázar, el crápula y el monstruo gelatinoso

Cortázar escribió cartas a Eduardo Jonquières y a su familia, desde París entre 1950 y 1983. Allí se manifiesta el interés por la política argentina: su apoyo a la fusiladora, su alegría por el bombardeo a la Plaza de Mayo y su preocupación por el “infierno peronista”.

Horacio Raúl Campos

Lomas de Zamora, julio 24 (AUNO).- Entre los más renombrados escritores que festeja y que se preocupa por la marcha de la contra revolución fusiladora del 55 se encuentra Julio Cortázar, que también vio con buenos ojos el golpe del 30 que instauró la Década Infame.

Cortázar escribió cartas desde París entre 1950 y 1983 a Eduardo Jonquières y a su familia, que fueron reunidas en libro bajo el título Carta a los Jonquières (2010).

En las cartas relata temas laborales, paseos y trivialidades domésticas; se anuncian proyectos de escritura, homenajes literarios y preocupaciones por saber acerca de la familia destinataria de las misivas.

Se encuentran también los deseos de saber sobre la política de la Argentina, el “infierno peronista” y otras diatribas con ese movimiento político; el apoyo a la fusiladora, en torno a la resistencia surgida contra la dictadura de Rojas y Aramburu; y la alegría que le causa saber que el gorila como él, Vicente Fatone, fue nombrado por la dictadura interventor de una universidad.

En la carta fechada el 15 de julio del 55 escribe, al enterarse del bombardeo a la Plaza de Mayo que causó cerca de 400 muertos: “Creo que nunca me he sentido más argentino que nunca desde que vivo en Francia. Cínicamente agrego que, para celebrar el hecho, seguiré viviendo en Francia sine die__”. (320)

El 12 de diciembre de ese mismo año, Cortázar está muy preocupado por la destitución de Lonardi y por los primeros movimientos de lo que después se conocerá como la resistencia peronista.

Después de comentar las noticias que le llegaron a París sobre el golpe dado a Lonardi, escribe: “Para colmo, leo que en Mendoza se han levantado unos cuantos negros peronachos (subrayo nuestro), y que además los americanos le niegan un empréstito a Aramburu, con lo cual lo ponen directamente en la calle. Estoy inquieto”. (338)

Los lamentos continúan en sus cartas. Así fue que en febrero del 56 expresa su alegría por la continuidad de la fusiladora: “Todo esto contribuye a llenarme de una alegría, que durará lo que duran todas las alegrías nacidas de un cambio, una ruptura; poco a poco ese monstruo gelatinoso empezará a tejer de nuevo sus hilos, y su opaca baba nos irá envolviendo (…)”. (345)

Aplaudir a Uriburu

Cortázar siempre mantuvo actualizado su odio contra el peronismo y el radicalismo y ello estaba bien afirmado hacia 1983. En ese año, Osvaldo Soriano le hace un reportaje en París, para la revista Humor.

-Lo que me emocionó mucho en ese cuento [‘Diario para un cuento’] es la visión crítica, feroz a veces, para con el Cortázar de aquella época, incapaz de entender lo que sucedía en la Argentina, sobre todo el fenómeno peronista.

-Tenés mucha razón. Por eso estoy contento de haber escrito ese cuento, ya tan tarde en mi vida, porque eso me ha dado un espacio de autocrítica con la lucidez con que creo verme en ese cuento, digamos como me ve Anabel, y yo era incapaz de verme en esa época, ni yo ni mi clase todo el medio que yo frecuentaba y allí hay muchas referencias a eso. Aparece, por ejemplo, ese amigo mío, ese abogado, el doctor Hardy, que es el mismo de ‘Las puertas del cielo’; un tipo al que le gusta acercarse a los bajos fondos, a las milongas y los bailes pero como un antropólogo, un burgués que después vuelve a su casa a pegarse un baño y vivir su vida del otro lado. Bueno, éramos todos un poco así, y lo éramos en el plano político también (…)”.

-Tampoco es una reivindicación de lo que estaba pasando en el país, del peronismo, con el que vos seguís siendo muy crítico.
-En absoluto. Además, buena parte de las críticas que yo hacía al peronismo de ese momento las sigo haciendo hoy en 1983. Pero en cambio hay muchas otras cosas sobre las que he cambiado de opinión.

Respecto del caudillo radical Hipólito Yrigoyen y del golpista Uriburu, el autor del relato ‘La escuela de noche’, señala en ese mismo reportaje:

-¿De dónde viene ese horror de La escuela de noche?
-Es que, como te decía, no es solamente que la educación fuera mala sino que también había una tentativa, sistemática, o al menos lo sentí así, de ir deformando las mentalidades de los alumnos para encaminarlos a un terreno de conservadurismo, de nacionalismo, de defensa de los valores patrios, en una palabra, fabricación de pequeños fascistas, que es lo que cuenta La escuela de noche.

-¿Eso fue durante el gobierno de Uriburu?
-Yo estuve en la escuela entre 1929 y 1935, así que estaba en primer año de magisterio cuando fue el golpe de Uriburu y salimos todos a la calle a aplaudir la revolución; ¡la festejamos como la liberación del país! Imaginate, en mi familia eran todos conservadores y para nosotros Yrigoyen era una especie de crápula (subrayado nuestro), así que Uriburu aparecía como un libertador. Después vino el gobierno de Justo y en la escuela normal se hacían tentativas a cargo de algunos profesores para meternos en asociaciones y brigadas que acompañaran a Justo.

Bibliografía:
-Julio Cortázar, Cartas a los Jonquières, Buenos Aires, Uruguay, Alfaguara, 2010.
-Osvaldo Soriano, revista Humor, Buenos Aires, 1983. Disponible en:
http://www.oocities.org/juliocortazar_arg/soriano.htm

AUNO 24-07-15
HRC-SAM

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