Contate un cuento, doctor

Un grupo de profesionales de la salud contará cuentos a los chicos internados en hospitales porteños para festejar el Día del Niño. Fueron preparados por profesores de la Escuela de Relato de Ana María Bovo.

Por Favio Orellana

(AUNO-TERCER SECTOR*) Colorín, colorado, este cuento ha terminado. En la semana del Día del Niño, esta clásica frase se repetirá en por lo menos cinco hospitales públicos de la Ciudad de Buenos Aires. Pediatras y personal no médico se encargarán de regalar algo diferente a los chicos internados: el placer de contar y escuchar historias. Así, el Comité de Médicos Artistas y Escritores (COMAE) de la Asociación Médica Argentina (AMA) puso en marcha el Primer Taller de Relato Infantil para Pediatras “¿Me contás un cuento, doctor?”, dirigido por la reconocida narradora Ana María Bovo.
Pediatras, fonoaudiólogos, psicopedagogos, odontopediatras son algunas de las especialidades de los 90 inscriptos al curso que nació a fines del año pasado como respuesta frente a la idea de “imaginar qué sucedería si los médicos contaran cuentos en los hospitales”, recuerda el vicepresidente del COMAE y pediatra, Jorge Barello. “Que el doctor del chico o el personal del lugar le cuente un relato alienta a cualquiera; el objetivo es hacerle más llevadera la estadía”, explica.
Con el apoyo de la Secretaría de Salud del gobierno porteño, los hospitales Durán, Gutiérrez, Elizalde, Álvarez y Garrahan son los lugares que contarán con su grupo de relatores armados con el kit de 8 a 10 cuentos y globos “para improvisar un decorado”, cedidos por la Escuela del Relato de Ana María Bovo. “Le propusimos la idea y colaboró voluntariamente en este curso acelerado”, explica Barello, que aún hoy recuerda algunos de los ejercicios de las clases: contar una mentira de la infancia, un cuento basado en imágenes cambiando el final, y técnicas del relato “para mantener la atención de los chicos”.
“Hay cuentos más ágiles que otros”, opina el pediatra con respecto al tipo de audiencia que le tocará enfrentar. “El rey que no quiso bañarse”, “Kiwi” o “El valiente soldadito de plomo” son algunas de las historias que los niños de 3 a 10 años escucharán en su semana. “El curso ayudó al médico que no sabía cómo encarar esto, ya que no todos tienen el perfil que se necesita para estas cuestiones”, distingue Barello y profundiza sobre su condición de pediatra que “tiene una sensibilidad diferente”. Eso fue precisamente lo que lo llevó a especializarse en chicos hace 16 años. Según su punto de vista, a los médicos “nos cuesta vencer esa vergüenza, ya que nuestra formación es científica”, admite. De este modo, separa entre historia médica e historia del relato, bajo la visión de “desestructurar” la relación entre doctor y paciente.
En línea con esta idea, algunos leerán el cuento frente a los chicos, otros, los más histriónicos, los relatarán con ayuda de gestos. Jóvenes profesionales y no tanto se sumaron a lo que todos concuerdan en llamar una forma “de nutrir el espíritu”, una terapia distinta, alejada de los remedios e inyecciones. En su lugar, autores como Ema Wolf, María Elena Walsh y Ana Machado, entre otros, cumplirán la función de acompañar a los chicos en su recuperación.

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*Agencia Universitaria de Noticias y Opinión
Revista Tercer Sector

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