Así como existen diferencias en torno a la polémica que envuelve al Centro Atómico de Ezeiza, el uranio también está en el centro de todas las miradas. Uno de los ejes de discusión pasa por el límite que las normativas le imponen a este elemento químico con el objetivo de que el agua sea apta para el consumo humano.
En este sentido, existe una diferencia entre lo establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que coloca como tope los 15 microgramos (mg) de uranio por litro, y la legislación argentina, cuyo umbral se ubica en los 100 mg.
A propósito, el representante de la Autoridad Reguladora Nuclear, Norberto Ciallella, aseguró que “el Centro Atómico no traspasa el límite nacional”. Es que las cantidades de uranio natural encontradas, según la Organización Internacional de Energía Atómica, no traspasarían los 30 microgramos.
Según el especialista, hasta en estos niveles encontrados en las aguas subterráneas del centro industrial “no hay efectos corroborados científicamente”, si bien estas concentraciones son mucho mayores a los impuestos por la OMS. “Porque se trata de uranio natural, no es empobrecido ni enriquecido”.
E ilustró: “Si uno toma dos litros esa agua, con 30 microgramos, todos los días, durante un año, ingiere la misma cantidad de radiación que si se comiera una sola banana”. Aunque las organizaciones ambientalistas sostienen que es cancerígeno el uranio en dosis muy altas. Si bien no está comprobado por la comunidad científica en qué niveles es perjudicial para la salud.
Claro que, la evaluación de estas consecuencias depende del análisis que se haga sobre la tipología del uranio: natural, empobrecido o enriquecido. Este último de mucha toxicidad para las personas, ya que en dosis altas causa insuficiencias renales o fallas crónicas.
NS-MDY-AFD
AUNO-18-08-09