Julio Iglesias, de paso por Lomas

Con el calor agobiante previo al temporal de lluvias y truenos, el cantante español Julio Iglesias desplegó en poco más de una hora sus éxitos en la Plaza Grigera y marcó otra jornada histórica para el municipio que sigue festejando sus 150 años. «Qué alegría estar acá, con ustedes», dijo y agradeció al «intendente Daniel Scioli».

Lomas de Zamora, febrero 9 (AUNO).- Con un escenario de inmensas dimensiones, tal vez más de lo necesario, la Plaza Grigera y los 45 mil vecinos —estimados por los organizadores— disfrutaron la presencia del cantante español Julio Iglesias, quien en poco más de una hora dio un recital que tuvo más expectativas que realidades y que quedará en la memoria de los contribuyentes.

La presentación y la previa del show estuvo a cargo de icono del ambiente latino y melódico: Juan Alberto Mateyko. De la mano de su frase clásica “Digo, de pronto, me parece” y de su arremangada de saco, el conductor de aquella “Movida del verano” y amigo personal del gobernador Daniel Scioli invitó a la gente a entonar un “Olé, olé, olé, olé, Julio, Julio”, que tuvo una tibia recepción de los espectadores, en su mayoría mujeres de 50 para arriba, aunque el presentador sólo veía una edad: “La del amor”.

“Y acá está, con todos los vecinos de Lomas de Zamora, Ju-Ju-JulioIglesiaaas”, fue la frase que desencadenó los aplausos y gritos de las señoras y de algún que otro valiente caballero que, a cara de perro y con sudor en su frente, concurrió bajo presión a ver cómo su mujer volvía a tener (actitudes de) 20 o 30 años.

“Soy de aquellos que sueñan con la libertad/ Capitán de un velero que no tiene mar”, empalagó quien fuera arquero del Real Madrid en su juventud y que vio frustrada su carrera por un accidente. Tras el primer tema, aplicó la primera dosis de demagogia propia de todo artista: “Qué alegría estar acá, con ustedes”, y agradeció al “intendente Daniel Scioli”.

Luego, tras los gritos y onomatopeyas de las señoras agobiadas por un calor que no daba tregua, el español, con tan sólo una canción en lo que iba de la noche, miró al jefe comunal Martín Insaurralde que estaba sentado frente a él y lo saludó: “Es un honor estar acá. Intendente, quiero darte las gracias por tener a tu gente junta, querida, eres un campeón. Me gusta tu calva, que no tengas pelo”. Y tras el fallido halago, que causó un silencio atroz, continuó con sus temas como quien no quiere la cosa.

Para alegría de los maridos, las tres coristas que acompañaron al español comenzaron a mover sus esbeltas piernas y manos y, cuando comenzó a sonar Natalie, una de ellas trasladó el movimiento a todo su cuerpo y bailó junto a Julio Iglesias. “Junto a” es un decir, ya que sería más fiel afirmar que fue “al lado de”.

Échame a mí la culpa, Me olvidé de vivir, Abrázame, Hey, Bamboleiro y La carretera fueron otras de las canciones que entonó el madrileño y que tuvieron la misma repercusión que el recital en sí: aplausos y gritos al comienzo, y silencio durante el tema, para finalizar con una ovación que se confundía con el principio de la canción que le sucedía.

Con relámpagos de fondo, el bolero La media vuelta fue el gran punto alto del recital, que muchos conocían por las cuerdas vocales del mexicano Luis Miguel, seguido por Se me olvidó otra vez. A continuación, destrozó My sweet lord del beatle George Harrison, entonándola en lo que pudo haber inspirado al personaje de Peter Capusotto llamado Robert Quenedi, famoso por sus “canciones cantadas en un ingles de mierda”.

En otra dosis, Julio Iglesias invitó al escenario a una pareja para que bailara el tango A media luz, antecedido por las palabras del cantante quien mencionó: “Cuando estaba viniendo, pasamos por un lugar, Puente Alsina, y ahí sentí verdaderamente lo que es el tango”.

Para finalizar, en lo que respecta a la parte artística, el ibérico se despidió cantando Me va, me va, y remató con otro papelón: “Cuando hablé con Daniel (Scioli) me dijo que iba a conocer a un intendente mágico. Es lindo ver que dos personas se lleven bien a pesar de ser de distintos partidos políticos”. Otro silencio atroz, mezclado con alguna que otra risa socarrona, ambientó el momento propicio para que el gobernador y el jefe comunal, sentados uno al lado del otro, dejaran sus asientos para subir al escenario y darle al artista la Llave de la Ciudad, y el reconocimiento como Ciudadano ilustre de Lomas de Zamora.

Concluido el espectáculo, nadie vociferó el clásico “una más y no jodemos más”, debido a que el sonido no fue el mejor. El cantante no pudo competir con las ansias de abandonar la plaza recalcitrante de calor y, trascartón, amenazada por los rayos que anteceden al diluvio. Así, poco antes de las 21.30 el público se desconcentró sin problemas y el tema de conversación no estuvo centrado en qué canciones faltaron o qué fue lo mejor, sino en el clásico del verano: “Qué calor que hace, ¿no?”.

PT-AFD
AUNO-09-02-12

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