Lomas de Zamora, abril 1 (AUNO).- Se cumplen 30 años de la guerra de Malvinas impulsada por el gobierno militar al frente de Leopoldo Galtieri. Un hecho que comenzó el 2 de abril de 1982 y que duró aproximadamente dos meses, dejó un saldo de 323 muertos durante el hundimiento del crucero General Belgrano y 326 en el archipiélago, además de alrededor de 500 suicidios posteriores de hombres y jóvenes que fueron a pelear por la soberanía argentina y que no lograron soportar las penurias al regresar al país. A pesar del paso del tiempo, los veteranos aún luchan por el “reconocimiento” que se merecen, y ese espíritu de perseverancia es uno de los legados que dejaron a sus hijos. Un grupo de jóvenes de Almirante Brown y de Lomas de Zamora reunidos por AUNO contaron sus sentimientos, perspectivas e interpretaciones de aquella guerra, la de sus padres, la de muchos.
“La fecha del aniversario es sólo un día que se acuerdan todos, vienen a visitarnos medios, escuelas y demás. Pero el 2 de abril es todo el año”, subrayó Rocío García de 21 años, hija de Walter, ex combatiente que en la actualidad ocupa el cargo de presidente de la Comisión de Enlace de Veteranos de Guerra de Lomas de Zamora y quien pudo regresar al continente dos días antes de la rendición debido a una herida en la pierna.
Hernán, su hermano mayor de 26 años, cuenta que su mamá vivía con su papá en esa época en casa de sus abuelos paternos y que a su padre “le dijeron que tenía que ir como parte del entrenamiento a las islas, pero que en realidad iba a la guerra. La angustia que se vivía era muy difícil de sobrellevar. Además hay que tener en cuenta que la comunicación era por cartas y todo lo que llegaba de la isla para acá estaba censurado”.
Con un poco de enojo, Lucas Gayol, hijo de Fabián, otro ex soldado, recalcó “los luchadores de Malvinas no tienen el reconocimiento total que se merecen” y que “los políticos suelen usarlos para sacarse una foto el 2 (de abril) y después se olvidan de ellos”.
Sin embargo, “el reconocimiento que tienen hoy en día es el fruto del esfuerzo de ellos mismos”, resaltó Mario Mariotto, de 29 años, quien contó que su papá y su mamá estaban de novios durante esa etapa de 1982, y que a su padre lo llamaron a las doce de la noche para decirle que tenía que irse. “Mi mamá se quedó sola y en el lapso que mi viejo estaba en las islas se enteró de que estaba embarazada. A mi papá le comunicó la noticia por cartas”. El hijo que comenzaban a esperar era él…
“En lo personal –-aporta Ivana, de 17 años, hija de Roberto Piccardi, ex presidente de la Comisión de Enlace de Veteranos de Guerra de Lomas de Zamora— hay cierto enojo porque le dan más importancia a todo lo que fue la dictadura y tienen a la guerra como algo chiquito. Ellos (por los ex combatientes) también sufrieron; en la tele están siempre las Abuelas de Plaza de Mayo, pero no le dan tanta importancia a lo de Malvinas.”
Es que, durante los últimos años, uno de los ejes de discusión sobre el tema Malvinas fue si los colimbas que estuvieron en la guerra podrían ser considerados también como víctimas del terrorismo de Estado que ejerció la misma dictadura que los envió a combatir al archipiélago…
“NO FUERON A DEFENDER A NINGÚN GOBIERNO DE FACTO”
Respecto a la visión que tiene la sociedad sobre los veteranos, Lucas remarcó que “es importante que la gente deje de ver” a sus padres “como unos pobres pibes, porque en realidad son héroes”, y lamentó que haya veces en que se suela verlos “asociados con la dictadura, cuando no es así. La gran mayoría de los que fueron a la guerra, lo hicieron convencidos por una causa legítima que es la soberanía, no fueron a defender a ningún gobierno de facto”.
Con el paso de los años, la concepción sobre los ex combatientes cambió. “Hubo un lapso en el que pasaban hambre, no podían entrar a trabajar en ningún lado. Desde el regreso de la guerra hasta incluso los 90, pasaron a luchar por una aceptación social”, explicó Hernán quien analizó que durante esa década “a nadie le interesaba informarse sobre el tema por el tipo de gobierno que regía (el de Carlos Menem); no se hablaba de una reivindicación, de una soberanía nacional, pero ahora eso cambió un poco”.
Mario se indignó de que, al regresar al país, los veteranos fueran “ocultados durante mucho tiempo” y que “recién ahora, casi 30 años después están saliendo a la luz”. “Quizás, si hubieran ganado, la respuesta hubiera sido diferente”, reflexionó Maximiliano Peralta, un futuro contador público de 24 años, hijo de Juan Carlos quien fue ingeniero de combate durante el período bélico.
Actualmente, son más que antes los veteranos que pudieron reinsertarse en el sistema laboral. De hecho, durante la charla en AUNO, sus hijos recordaron sus casos personales y todos coincidieron en que a pesar del esfuerzo durante los últimos 30 años, sus padres pudieron conseguir un trabajo como cualquier otra persona.
En el caso del papá de Maximiliano, luego de haber trabajado en una metalúrgica, actualmente es auxiliar en una escuela pública. “Cada diez puestos de portero, uno es para un veterano”, señaló su hijo. El mismo empleo tiene Fabián, el papá de Matías y Lucas Gayol, quien se sintió avergonzado de haber participado en la guerra cuando se enteró de los delitos de lesa humanidad cometidos por el Gobierno de facto. Hasta le ocultó su participación en la guerra a su actual esposa, a quien conoció años después.
El papá de Mario, a su regreso consiguió un puesto de empleado estatal que aún mantiene. El padre de Rocío y Hernán es obrero. Y Matías de Luca, hijo de Antonio, cuenta que su padre “trabaja en el campo, cría cerdos, corderos, vacas, y se gana la vida de esa manera; logró reinsertarse de un modo más independiente”.
A modo de conclusión, Rocío, de 21 años y hermana de Maximiliano, señaló que “en la situación que están actualmente los veteranos, es imposible que estén pidiendo limosna. La gente está muy poco informada, confunde a los veteranos de verdad con los oportunistas, y les tienen lástima a los que pasan mendigando en el subte. Hay que concientizar a la gente de ello”.
EL ORGULLO DE SER
A medida que la entrevista avanzaba, los chicos de a poco afloraban el sentimiento, el orgullo y la responsabilidad que les provocaba ser hijos de los héroes de Malvinas. Santiago Mambrín en abril de 1982 formó parte del regimiento 7 que fue al combate terrestre y su hijo, Gonzalo, quien tiene 21 años y vive en Almirante Brown, no pudo evitar mencionar el interés que le despertaba escuchar en cualquier ocasión, ya sea en los medios o en un diálogo por la calle, una mención referida a los veteranos de guerra. Si hubo un tema en el que todos los jóvenes tuvieron exactamente la misma opinión, fue en el “orgullo” que les genera saber lo que fueron capaces de hacer sus padres.
También todos resaltaron la necesidad de continuar de alguna manera la pelea que dieron sus padres e intentar generar en el resto de la sociedad un amor por la patria que, según ellos, está un poco dejado de lado. “Creo que los hijos tenemos que hacer valer todo lo que hicieron, darle esa consciencia nacionalista a la gente que no tiene idea de lo que pasó. Es una responsabilidad hacer valorar lo que tenemos y lo grande que somos como Nación”, indicó Matías de Luca. Hernán, por su parte, planteó una diferencia: “La gente tiene actualmente un sentimiento de pertenencia con el país. En ese momento ser nacionalista era que te manden a matar”.
Por otra parte, de entre las responsabilidades en las que creen que deberían ser fieles a sus padres, Ivana destacó una: “El esfuerzo que se debe hacer para que siempre los tengan en cuesta y que le den tanta importancia como a cualquier otro tema”.
Muchos defendieron la paz ante todo: “Lo importante es saber en el contexto en el que se dio la guerra, un conflicto bélico es a lo último que tenés que llegar”, rescató Matías Gayol, a lo que su hermano Lucas agregó que no reivindica “el hecho de la guerra en sí”. Claro, para él hay toda una cuestión generacional. Son “hijos de la democracia” y tienen “a la paz como un estandarte. De hecho, la mayoría de los veteranos de Malvinas hoy reivindican la paz”.
DE RECONOCIMIENTOS Y MÉRITOS
El paso del tiempo obligó a que el Servicio Militar Obligatorio que convirtió a sus padres en soldados de guerra fuera anulado en agosto de 1994, luego de casi cien años de vigencia. Al respecto, los jóvenes opinaron unánimemente que “está bien que sea optativo porque cada uno tiene que ser libre de elegir lo que quiere hacer”. No obstante, hicieron un reparo en un tema que actualmente está en la agenda cuando se habla de Malvinas: una cosa fue combatir en las islas y otra prestar apoyo logístico en el continente. En este sentido, casi de manera unánime criticaron a “los supuestos veteranos continentales que fueron enlistados y trasladados a la Patagonia, pero que no pelearon y exigen un reconocimiento que no merecen”.
EL LEGADO
Los jóvenes destacaron que la herencia más importante que le dejaron sus padres fue el espíritu de lucha constante: “Uno defiende los ideales hasta lo último, por eso me echaron de laburos, me peleé con gente. Creo que mis ganas de luchar es algo de sangre”, contó Matías de Luca, con orgullo.
Por herencia, por historia, por genética o amor, esta generación tiene una serie de deseos que piensan batallar: “Lograr que la gente se interiorice en el tema” Malvinas, mediante la creación de más espacios de memoria (como el museo inaugurado en 2008) y que el mensaje “prohibido olvidar” esté siempre presente, sea la fecha que fuere.
La mayoría de los chicos se reúne todas las semanas en el Centro de Veteranos de Lomas de Zamora, ubicado en Garibaldi 2101, y de una manera muy unida comparten sus ideas para lograr avances en distintas causas, por ejemplo que sus padres puedan jubilarse como veteranos de guerra rápidamente.
Por lo pronto, este 2 de abril, harán una reunión muy íntima. Irán al cementerio a homenajear a los caídos y luego se juntarán a cenar. Para ellos, el 2 de abril “comienza el 1 de Enero y continúa durante todo el año”. Porque el tributo a sus padres, los héroes, no culminará jamás.
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