Lomas de Zamora, junio 16 (AUNO).- Con un festival que combinó música y pintura, el centro de ex combatientes de Malvinas de Almirante Brown “Puerto Argentino” celebró su segundo aniversario en el que matizaron artistas locales con algunos reclamos históricos que se mantienen vigentes: un reconocimiento social y político sin saldar.
El encuentro desbordó los márgenes de este centro de veteranos y empujó a los vecinos de Burzaco a la plaza lindera, donde bandas de folclore y rock musicalizaron a este “Festival por el Día de la Soberanía”.
Luego de varios años de deambular sin una sede propia, desde hace dos años los ex combatientes de esta localidad consiguieron un espacio físico en el que no sólo desarrollan tareas de contención, sino que también prestan sus instalaciones para llevar a cabo actividades dirigidas a toda la comunidad, entre ellas, el Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios (Fines). Al igual que otros centros de ex combatientes, llevan su recuerdo de la Guerra de Malvinas a distintas escuelas del distrito a través de charlas y muestras con fotos, videos y objetos usados durante ese conflicto bélico.
“Esto no es para nosotros solos, también trabajamos para la sociedad. No es un círculo cerrado para los veteranos de guerra”, explicó Enzo Bazán, integrante del centro. “Tratamos de integrar al barrio para que vengan y participen –agregó-. Los centros de veteranos ayudan a mantener viva la causa Malvinas, a recuperarla.”
Entre la música y el recuerdo de Malvinas, una muestra de pinturas a cargo del taller “El Árbol y el Bosque” decoró el encuentro con cuadros de paisajes y motivos costumbristas alusivos a lo nacional. Adriana Stagno, la responsable de la exhibición, contó a AUNO que las obras pertenecían a alumnos del taller y fueron elegidas siguiendo criterios costumbristas que se adaptaran a la temática de la jornada. “Es una emoción participar, son de mi misma generación y convocatoria para el festival fue sorpresiva”, destacó.
“Para un veterano no hay nada mejor que otro veterano”, es la frase de cabecera que resuena en la voz de muchos del festival que encuentran en estos centros una forma de mantener viva la memoria, pero también un espacio de contención psicológica y social que reemplaza a un Estado ausente después de la guerra.
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