Un dibujante suelto en la facultad

Con histrionismo y gracia, el dibujante marplatense Gustavo Sala dio una charla en la UNLZ, durante la que habló de sus comienzos autogestivos, la actualidad del humor gráfico nacional y su concepción del dibujo. «El primer límite es el talento», aseguró.

Pablo Tallón

Lomas de Zamora, junio 16 (AUNO).- Algunas clases perdieron a sus alumnos. Es que un aula de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora (UNLZ) se llenó para escuchar al humorista gráfico Gustavo Sala, quien contó sus comienzos en el rubro y enseñó los pormenores de su ocupación: “Primero pienso en lo que me divierte a mí. Prefiero perderme un público y pasarla bien”, definió al ser consultado acerca de su inspiración, sentado, de brazos cruzados y dispuesto a responder lo que le siguieran preguntando.

Así se mantuvo Sala a lo largo de toda la charla, en la que su histrionismo y gracia crearon un ambiente propicio para indagar acerca de sus inicios, en su Mar del Plata natal, a base de esfuerzo, sacrificio y libertad. “Empezás siendo fan y pensás en que lo que hacés puede llegar a ser publicado en los publicaciones que te gusta leer”, introdujo el artista que difundió sus primeros trabajos en fanzines más que personales, para lograr el primer contacto con sus lectores: “Pensar, escribir, dibujarlo, fotocopiarlo y venderlo en plazas ferias. Esa era la manera de distribuir lo que hacía y así conocer gente”.

Devoto de las publicaciones infantiles convertidas en clásicos, como el universo de personajes creado por Dante Quinterno (Patoruzú, Patoruzito, Isidoro Cañones) y del trasandino Condorito, obra del dibujante Pepo, Gustavo Sala recordó a la revista que le permitió pasar a conocer la historieta más “adulta”: la Fierro, editada entre 1984 y 1992, en su primera etapa, para luego resurgir en 2006.

“La revolución que hizo Fierro fue un salto estético y violento, era un avance para los que veníamos de leer infantiles”, rememoró quien hoy en día publica sus trazos en dicha publicación.

Aquellos comienzos en “La Feliz” le permitieron adentrarse en el mundo del humor gráfico y conocer a jóvenes con las mismas inquietudes. Así fue como nació el fanzine Falsa Modestia que logró entablar amistad con grandes baluartes del dibujo contemporáneo: Salvador Sanz, Lucas Varela, Federico Pasos, Ángel Mosquito, Ignacio Villaverde.

“En los ’90 no había revistas de historieta y muchos empezamos a sacar las nuestras para difundir lo que hacíamos”, narró ante los alumnos prófugos, quienes pudieron escuchar las sensaciones de aquella autogestión: “Jugás a ser editor, diseñador, a ser tu propia empresa”.

Actualmente, los también humoristas gráficos Juan Matías Loiseau, más conocido como Tute, y Ricardo Siri, famoso bajo su seudónimo Liniers, forman parte de la camada de artistas que parece reflotar el rubro, que tuvo su apogeo de la mano de grandes como Horacio Altuna, Héctor Oesterheld, Roberto Fontanarrosa, Caloi, entre otros. “A Liniers y Tute le reconozco dos grandes méritos: el haber demostrado que no siempre el remate de la tira es lo central, el clásico ‘Plop!’ de Condorito; y la otra es que acercaron muchas mujeres a la historieta”, afirmó Sala, para que los presentes estallaran en una risotada.

“Me frustran mucho esos tipos —continuó—, los odio, porque cuando veo lo que hacen pienso: ‘La puta que los parió, ¿cómo hicieron esto?’”

EL LÍMITE ES EL TALENTO
Además, el dibujante explicó su manera de pensar el trabajo que lo apasiona: “Primero pienso en lo que me divierte a mí. Prefiero perderme un público y pasarla bien. Siempre es preferible pensar así, porque eso se ve en los resultados”.

“El principal límite es el talento”, aseguró Sala, quien fue protagonista de una polémica en el verano a causa de una edición de su tira Bife Angosto, que publica cada jueves en el suplemento NO del diario Página/12, en donde hacía un juego de palabras entre el apellido del famoso Dj David Guetta y el término ghetto. Entidades judías no vieron con buenos ojos su humor y el revuelo explotó en las redes sociales.

“Lo que suelo hacer es una crítica desde un personaje al que uno repudia. Ningún tonto creería que por Boogie, el aceitoso era xenófobo, violento y machista el Negro Fontanarrosa promulgaba esos ideales”, explicó el marplatense que agregó que “el humor, está claro, es jugar con el chiste incorrecto”.

También habló del proceso de edición interno que a veces se ve condicionado por el tiempo real, que se arriesga al rechazo de los editores: “Me rompe los huevos ser tan colgado. Si lo que me sale es muy bestia, dejo que decida el diario”.

Sin embargo, a pesar de las polémicas que pueda generar el estilo ácido y corrosivo de su humor, el artista aseveró que de las cosas que se arrepiente “es porque fueron malas” y, para generar otra explosión de risas, agregó: “Hay cosas que no le muestro a mi vieja porque me da vergüenza. Soy guapo cuando dibujo, pero en la vida real soy muy cagón. Los cobardes dibujamos”.

Con una reflexión sencilla acerca de su naturaleza provocadora en la faceta de humorista gráfico, Gustavo Sala culminó la charla —que fue organizada por los periodistas de la revista NaN— recibiendo los aplausos y la ovación de los alumnos que, sin pensar en las clases a las que habían faltado, volvieron a sus casas con una sonrisa dibujada.

PT-AFD
AUNO-16-06-12

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