Un programa que lleva la escuela al teatro

«Mundos Imposibles» es una iniciativa que busca formar espectadores y proporcionar una mochila de conocimientos desde dónde mirar el teatro y otras manifestaciones culturales. “No queremos obstinadamente crear críticos de teatro, sino que los alumnos gocen del acto teatral”, dicen sus organizadores.

Emmanuel Videla

Lomas de Zamora, junio 26 (AUNO).- Llegar unos minutos antes, hacer la fila para sacar la entrada, esperar que el recepcionista abra la sala y, nuevamente, esperar y murmurar hasta que las luces del auditorio se apaguen y comience la pieza de teatro. Este es el ritual que los integrantes del Centro de Documentación e Investigación del Teatro Del Conurbano Sur (Doc/Sur) quieren recuperar y compartir para los alumnos participantes del programa “Mundos Imposibles”. Llevarlos al teatro y que disfruten es el objetivo máximo.

En una charla con AUNO, su gestora, Patricia Devesa, repasa el inicio, el modo de trabajo, la vinculación entre los docentes y los teatristas de las salas independientes, las funciones previstas para este año y el deseo de la institución para con el programa, entre otros temas. “No queremos que se escolarice, queremos que los chicos vayan a disfrutar”, desprendió Devesa.

¿Cómo nació Mundos Imposibles?
-El proyecto fue de mi propia iniciativa. Como trabajo en el campo de la educación vi, por un lado, que los adolescentes son poco “consumidores culturales”. Observé cuán apartados estaban de ir al cine, de leer un libro, de ir a un recital. Hay una mayoría que el consumo lo hacen a través de una pantalla. Por el otro lado, cuando, acá en zona sur, trabajamos para realizar el libro “Estéticas de la Periferia” (una compilación de ensayos destinados a analizar las producciones escénicas locales), una de las problemáticas que recabamos fue la del público: pudimos percibir que las obras no llegaban a todos. Desde esos dos lugares se conformó el proyecto.

¿Cómo se forma el vínculo para llevar a los alumnos a las salas?
-Como nosotros trabajamos en educación, nos conectamos con los docentes, no con las escuelas. Tenemos docentes, que podríamos llamar “cómplices”, que hacen que el proyecto se sostenga. La docente Viviana Garré se ofreció a hacer las guías pedagógicas para sus colegas. Como capacitadora, se ofreció a mostrar cómo se puede trabajar desde las nuevas tecnologías, desde las netbooks. También ha fomentado en los docentes el programa. Además, me vinculo mucho con los docentes de Almirante Brown, porque trabajo en el distrito. Entonces cuando hay una reunión de profesores de Literatura, por ejemplo, comento el proyecto. También sirvió el Congreso Pedagógico que se hizo el año pasado para difundir. Di unas charlas especiales en la Universidad de Lanús. Voy al lugar dónde está el docente para que se contagie, porque si vos le mandás de forma vertical, de jefatura de inspección, no llegás (al objetivo de involucrarlos). Parece una obligación (sumarse al proyecto).

Quieren establecer un vínculo directo.
-Sí, sí. Así sirve más.

¿Quiénes son esos profesores cómplices? ¿De Lengua y Literatura, nada más?
-Nuestros docentes cómplices son de Literatura, de Arte, de Historia, de Inglés. Está buenísimo que sean de ramas diversas de la educación. Se logra también una mirada desprejuiciada, más ingenua.

Y el material didáctico…
-Primero hicimos un material que no es perecedero, que lo podés trabajar en cualquier momento, que tiene que ver con hablar quién es el espectador, el trabajo del actor, cómo habla el gesto en escena, cómo se comporta un espectador. Por otro lado, lo que mandamos al docente, cuando saben que obra van a ver, es un tráiler, fotografías, notas de prensa, la dramaturgia cuando el autor nos permita para trabajarla. Con la que hemos trabajamos muy bien es con una docente del Profesorado, Vivian Aguirre. Trabaja muchísimo en la clase la puesta en escena y la dramaturgia.

¿Qué funciones se presentarán este año?
-Ahora estamos con El Canto de la Oveja, de Omar Aita. Antes de las vacaciones de invierno va a haber cuatro funciones de esta pieza. Ya hubo cuatro de El Loco y la Camisa. Del resto de las funciones serán luego y habrá tres funciones porque tienen que ver con otra práctica de expectación. Así también, este año, participa el teatro Don Bosco, que el año pasado no estuvo. A partir de la Red Teatral y del Festival pudimos abrirnos y conectarnos más.

El fin máximo que se persigue es formar espectadores.
-Sí. Dar herramientas para que puedan ver desde otro lugar, porque por general en la escuela se estudia el teatro como materia literaria, no está su dimensión de puesta en escena. Las herramientas que faltan son esas, las que tienen que ver con la puesta. Pero por sobre todo, no queremos que se transforme en una actividad escolar, pesada, si no que (los alumnos) vayan a pasar bien como cualquiera, a un horario por fuera del escolar, un sábado, un jueves. No queremos que se escolarice la actividad. No sabemos si está bien o está mal, pero no nos interesa. Tampoco nos interesa formar críticos a nivel profesional, sino dar herramientas para que puedan mirar desde otro lugar, de disfrutar y ver ese disfrute desde otros lugares.

¿Cuál fue la devolución que realizaron el año pasado los teatristas?
-La mayoría está conforme porque este año se volvieron a presentar. Eso nos da una señal. Tanto Nelson Valente, como Alfredo Badalamenti, como Laura Pagés, como el Disparate Violeta y los demás representantes de las salas tuvieron una experiencia que les abrió la posibilidad de pensar a un adolescente también como espectador. Porque incluso hubo prejuicio de presentar algunas obras, porque se pensaba que no correspondían las temáticas para jóvenes.

El proyecto cuenta con otros integrantes, ¿quiénes son?
-Me faltaba la pata de gestión. Ahí convoqué a Paula Brusca, que este año no nos acompaña porque tiene otras obligaciones profesionales. Es muy ducha para la gestión, para conseguir fondos. Entre las dos pudimos conseguir adhesiones. En el ámbito del Conurbano sur, haber sumado a Gabriel Fernández Chapo fue fundamental. Ideológicamente y en la vida práctica le tengo una confianza ejemplar. Es un tipo muy comprometido. Cuando se mete en un proyecto, está ahí hasta que se lleva a cabo. Por otro lado, Dolores Escarpo que es muy buena programando también es del grupo y trabaja en Espacio Disparate (de Lanús). Es más joven que yo y tiene unas energías indescriptibles.

EV-AFD
AUNO-26-06-12

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