Pulseadas en Lomas de Zamora: un equipo que nunca baja los brazos

El equipo de Lomas de Zamora comenzó a principios de 2023 de la mano de Julián Giménez, Lucas Salinas, Kevin Rocha y otros amigos que veían como el deporte, que se practica en todo el mundo, crecía y se expandía en el país.

Dos oponentes, sus codos en una mesa y sus manos entrelazadas. Esta escena se repite durante la tarde. Este grupo de hombres y mujeres no solo se reúne un domingo por la tarde para entrenar y ganar musculatura, sino también para construir comunidad entre ejercicios de fuerza y técnica, al calor del compañerismo y la técnica de la lucha de brazos, disciplina que convoca cada día a más personas.

En el patio trasero de su casa, Julián Giménez dispuso de un par de mesas para que el equipo de Lucha de Brazos de Lomas de Zamora pudiera practicar sus movimientos: una a la derecha de la puerta de su casa, junto a una máquina de polea para entrenar, y otra a la izquierda, junto a la parrilla y cerca del taller de su papá Pedro. Con sus habilidades de carpintería y de herrería apoya al equipo al construir una nueva mesa para “tener un poco más de entrada de atletas, conocer más gente y tratar de difundir y enseñar lo que es el deporte”.

“Empecé desde el secundario. Fue por videos a través de internet donde hacían competencias de lucha de brazos de forma profesional, entonces tratábamos de recrear lo mismo en la escuela. Con lo que había aprendido, intentaba transportarlo en la escuela. Era simplemente una cuestión de juego, no un deporte”, señaló Julián, de 28 años, a AUNO en una tarde de entrenamiento de domingo.

Si bien Julián práctica pulseadas desde hace siete años, comenzó con el equipo de Lomas a principios de 2021, junto a Lucas Salina, -que en la mesa al lado de la parrilla le muestra a Mateo, de 22 años, algunas técnicas en su primer día de entrenamiento en este grupo-, Kevin Rocha y otros amigos que compartían su pasión e interés por el deporte y veían cómo esta actividad, que se practica en todo el mundo, crecía en el país.

Los secretos de la pulseada

Lo que inició como un juego en el recreo o en la hora libre pasó a ser una disciplina y una pasión que, en su adolescencia, llevó a Julián a formarse y adquirir experiencia y técnica en un centro de entrenamiento de pulseadas del barrio porteño de Villa Devoto.

Allí aprendió y entrenó con uno de los referentes más grandes del país, Adrián Grillo, quien hoy preside la Asociación Argentina de Lucha de Brazos, la cual desde el pasado 27 de mayo está reconocida por la Federación Mundial de Lucha de Brazos (WAF, por sus siglas en inglés: World Armwrestling Federation), lo que da cuenta de cómo avanzó el deporte a nivel local.

Después de aprender “un poco más las técnicas de esa escuela” con Grillo, pero también con Ernesto Ferrari -otra leyenda del deporte, de Alejandro Korn-, y competir en varios torneos, ahora es Julián quien transmite sus conocimientos a cada vez más personas interesadas en practicar la lucha de brazos, que ya que según contó la pandemia por covid-19 “paró todo”, pero “ahora está creciendo mucho más el deporte respecto a la cantidad de agrupaciones que hay y la manera de entrenar”.

De esta forma, cada 15 días el equipo de Lomas se junta a “hacer mesa”, es decir, entrenar y prepararse para las competencias, ya que “no es lo mismo pulsear en la escuela” que en los torneos que hay todos los años, entre los que destacan el JL, el Puño de Acero, la Liga y el Interclubes, donde se enfrentan diferentes agrupaciones de Alejandro Korn, San Martín, Pompeya, Avellaneda, Berazategui y Lomas, entre otras.

“El modo de entrenamiento es con poleas, como el que podés hacer en gimnasios, con agarres específicos. Por lo general, las formas son siempre las mismas. La cuestión es estimular el músculo, acostumbrarlo, adaptarlo a nuestro deporte. Por general son agarres planos para trabajar diferentes partes de la mano y la muñeca, por ejemplo los dedos, los tendones, el antebrazo”, detalló Julián a este medio.

Contra al frío, el equipo calienta los brazos, espalada y torso, con “entrenamientos específicos”, como el hook, -o gancho- el top roll, el hit y las posiciones de las piernas, que “toman tiempo de adaptación, desde el codo, el hombro y todo”, porque “no es solamente el brazo, es todo el cuerpo”. “Acá evitamos lesiones”, puntualizó.

Alrededor de la mesa, crece el equipo y crece el deporte

Mientras observaba a Sergio y Mateo entrenar, Federico, un barbero de 28 años del equipo de Avellaneda que entrena con el equipo de Lomas, comentó a AUNO que ingresó al deporte al igual que Julián, a partir de ver videos en YouTube. “Ahí descubrí que había luchas mundiales y una federación. Después me di cuenta de que había una app que se llama Armbet, que usamos todos. Empecé a contactar con los chicos. Me habló el team de Pompeya, un chico que llaman ‘Vitality’ me invitó. Yo no pude ir por un tiempo hasta que pudimos juntarnos”, narró.

Las competencias se dividen por categorías de peso, que comienza a los 65 kilos y cada cinco va ascendiendo hasta llegar a la categoría libre, que significa más de 100 kilos, y a su vez, hay categorías junior, amateur y profesional, que se alcanza al ganar tres primeros puestos consecutivos. También están las vendettas, que son desafíos en la mesa, donde el mejor de cinco rondas se consagra ganador y es galardonado con una medalla como reconocimiento a su fuerza, habilidad, técnica y destreza.

“Es impresionante ver el nivel de los chicos más jóvenes. Pibes que le sacas 10 años, 15 años y te tiran. Es la nueva generación. Hay un chico acá que tiene 14 que es un animal. Así hay un montón. Con junior de 17 tengo una vendetta, pero no me regaló porque sé que es muy fuerte. Siempre hace podios”, contó Federico a este medio.

La fuerza y este deporte no son exclusivos de hombres, también hay lugar en la mesa para las mujeres del equipo, como es el caso de Jennifer Albacerri (28), docente de nivel primario que, al igual que Florencia Agüero, entrena para competir el próximo año. 

Si bien Jennifer sigue el deporte desde hace tiempo, ya que acompaña a Julián, quien es su pareja, empezó a entrenar este año porque le “llamó más la atención de que ahora hay más chicas”, aunque precisó “antes había”, pero eran “una o dos”, y ahora “se sumaron muchas más”. 

Las redes sociales, en especial Instagram, contribuyeron a la difusión del deporte y a captar el interés de más personas, cosa que “antes era impensada”, señaló Hernán Esteban a AUNO, quien comenzó en la lucha de deportes hacer ya varios años cuando “no había tantas” agrupaciones como las hay hoy “por todo el país”. 

“Yo competía cada tanto, nunca estuvo en el ambiente. Durante cinco meses seguidos hice sparring. Mesa hacía seguido en 2019. La cuarentena nos cortó y seguí entrenando en mi casa. Hace un año retomé”, sostuvo y señaló que se empezó a preparar “seriamente” a partir de 2021. 

Para Hernán, como para muchos otros, la lucha de brazos es un deporte “recreativo, es una actividad social”, con “gente buena”, donde “te haces amigos”, ya que “es un ambiente amigable, compañero, familiero y tranquilo”.

Si bien Jennifer sigue el deporte desde hace tiempo, ya que acompaña a Julián, quien es su pareja, empezó a entrenar este año porque le “llamó más la atención de que ahora hay más chicas”, aunque precisó “antes había”, pero eran “una o dos”, y ahora “se sumaron muchas más”. 

Yo no me junto los viernes a jugar a la pelota, yo me junto a pulsear. Siempre pulseando. Celebramos un cumpleaños y nos ponemos a pulsear”, comentó Lucas, quien comenzó en la lucha de brazos después de padecer covid, enfermedad que “casi” lo hizo “pelota”, y fue entonces que se animó.

“Yo ya sabía del palo de Grillo, lo vi en la tele. Una vez le dije a mi viejo, cuando era chico, que me lleve a entrenar. “No, Lucas, es en capital”, queda re lejos. Conocía toda la onda, pero nunca fui. Me agarró covid, me la pasé viendo esos videos, entonces dije “voy a ver qué onda, mira si me muero”, recordó Lucas y agregó: “Desde que arranque no deje nunca más”. 

Si bien en la mesa la competencia es individual, la lucha de brazo no se define solamente por ganar: “Lo que deja este deporte es la mesa que nos une como una comunidad. Ahora somos un club, somos diferentes atletas. Nos une tanto como comunidad y como personas. Lo que nos deja son amigos, experiencias y nos ayuda en relación a lo que podemos aprender mentalmente. No es solamente hacer fuerza, se aprende en valores. El compañerismo que se destaca mucho, el ayudar a otro y la forma de entrenar”, subrayó Julián. 

Si bien en la mesa la competencia es individual, la lucha de brazo no se define solamente por ganar: “Lo que deja este deporte es la mesa que nos une como una comunidad», reflexionó Julián. “Ahora somos un club, somos diferentes atletas. Nos une tanto como comunidad y como personas. Lo que nos deja son amigos, experiencias y nos ayuda en relación a lo que podemos aprender mentalmente. No es solamente hacer fuerza, se aprende en valores. El compañerismo que se destaca mucho, el ayudar a otro y la forma de entrenar”, completó.

AUNO-29-7-24
FM-SAM

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