Por Damián Carvallo Britez
Durante las últimas semanas, la iglesia de San Expedito se convirtió en centro neurálgico de dos frases del acervo social que no suelen cruzarse: “La fe mueve montañas” y “La política es la herramienta para cambiar la realidad”. El santuario del barrio porteño de Balvanera se volvió así un templo de oraciones pre-balotaje. Pero, ¿por qué rezan los fieles antes de votar?
San Expedito es el santo patrono de las urgencias y las causas justas, representa para muchas personas una figura con la capacidad de darle a las personas una respuesta a sus necesidades y pedidos.
Uno de ellos es Joaquín, un hombre de 43 años que vive en Lanús con sus tres hijos y su esposa, que se acercó en familia al santuario. “Estoy sin trabajo y tengo a mi hijo del medio que tiene que seguir un tratamiento, aprovechamos de paso que tenemos el hospital cerca y le pedimos a San Expedito que nos dé un poco de esperanza para poder afrontar esta situación tan difícil que tenemos”.
“CUANDO NINGÚN POLÍTICO RESUELVE TUS NECESIDADES, LOS SANTOS SON LOS ÚNICOS QUE ESCUCHAN»
Joaquin tiene mucha fe en que su hijo pueda recuperarse de la afección respiratoria que lo aqueja hace varios meses y en poder conseguir un trabajo que le permita “sobreponerse” a la situación económica.
“El tratamiento se lo hacen en el Hospital Español que está muy cerquita, venimos cada semana para que puedan hacerle el tratamiento necesario”, comenta a AUNO. Luego, mientras prende una vela verde y roja característica de San Expedito, cuenta algo inesperado:
“Muchas noches le pedimos a Dios y a la Virgen, con esto de que Milei quiere privatizar todo, que por favor que no gane. A San Expedito también se lo pido, porque en otra situación mi hijo no hubiera tenido la misma suerte de poder atenderse gratis en un hospital.”
Joaquín se despide con una frase que interpela a las personas: “Cuando ningún político puede resolver tus necesidades, los santos son los únicos que escuchan tus pedidos y lamentos, porque la gente necesita en alguien o algo en que creer”.
Dando vueltas por el templo, AUNO se topó también con la historia de Tatiana o “Tati”, como le gusta que la llamen, una correntina de Curuzú Cuatía, que contó sobre el motivo de su visita a San Expedito.
“Vengo a cumplir mi promesa y la gran deuda con él, antes solo creía en Dios pero cuando estaba muy enferma me pidieron que me encomendara a su nombre, desde ahí en más siempre lo tengo presente”.
Tatiana comentó que visitaba el santuario de tres a cinco veces al año, ya que como vive en Corrientes no puede hacerlo de manera seguida como ella dice que quisiera.
“Me gustaría venir más seguido en verdad, pero mi casa está muy lejos de acá. Cada vez que vengo tengo que hablar con mis familiares de la capital para poder quedarme un par de días y visitarlo, si no se me hace imposible”, explicó.
Para conocer un poco más de su historia, mencionó sobre los pedidos que ha solicitado al santo. “Cuando estuve enferma del riñón me encomendé a él, también cuando mi hijo estaba por recibirse en la Escuela Militar, faltaba tan poco para que se reciba pero siempre le iba mal, hasta que un día después de rezarle tantas noches mi hijo me llamó y lo primero que me dijo fue: ‘Má agradecele a San Expedito, después de mucho pude hacer’, y automáticamente me salió llorar de felicidad”, comentó.
Entre risas “Tati”, se despide y comenta su deseo de volver pronto a Buenos Aires para seguir cumpliendo su promesa pero esta vez para el día del santo patrono. “Quisiera venir para algún 19 de cualquier mes, pero ahora tengo que apurarme porque mi micro sale en tres horas de Retiro”.
“VENÍAN CANDIDATOS A PEDIR UN BUEN RESULTADO”
Daniel y Norma son pareja y vendedores en el santuario ya hace 15 años. Ambos son del municipio de Lanús, casi en el límite con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Cuentan cómo es su vida desde que le rinden culto al San Expedito.
“San Expedito nos dio mucho, no sé si todo pero de que fue mucho, lo es”, comentó Norma mientras acomodaba las velas y estampitas que vende a las personas que se acercan al santuario.
“Él nos dio esta forma de vivir, estamos contentos, tenemos a nuestros hijos ya grandes y tengo a dos que se recibieron gracias a que le pudimos dar una vida digna vendiendo acá, pareciera que no es mucho, pero a nosotros nos permitió crecer un montón”, dijo Daniel.
Norma contó que se levantan 5.30 a tomar unos mates, preparan la comida para el día y salen con el auto con todas las mercancías que llevan a vender, desde velas hasta estatuillas de yeso.
“Lo consideramos un trabajo como cualquier otro que puedas ver acá, arrancamos a las 8 de la mañana y terminamos tipo 6 de la tarde, hay días que vendemos más que por los días de festejo, pero estamos de lunes a lunes, si hay días de lluvia venimos igual”.
Mientras Daniel terminaba de atender a un cliente, contó cómo se organizan para cubrir toda la semana. “Por lo general vengo siempre yo, ella se queda más los fines de semana y me acompaña una de las nenas a mantener el negocio”, refiriéndose a una de las hijas.
Así también recuerda las diferentes historias de los cientos de fieles que se acercaban al santuario.
“En un sin fin de historias acá, hay gente que viene por un hijo, por trabajo, por estudio y también por política, en estos 15 años hemos vistos a varios candidatos políticos que venían a pedirle a San Expedito que tengan un buen resultado, pero viene cada uno que no te imaginas”, reveló Norma.
“La fe mueve montañas, acá la gente ha venido triste y desolada en busca de consuelo pero después los ves volver felices como si hubieran encontrado eso que querían”, destacó Daniel mientras se despedía amablemente en medio de esos. Dos mundos tan opuestos pueden cruzarse y tener una relación tan estrecha que los vuelve uno.
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