Carlos “Calica” Ferrer, compañero del segundo viaje de Ernesto “Che” Guevara por Latinoamérica, dialogó con AUNO y resaltó la influencia que la experiencia revolucionaria que ambos vivieron en Bolivia tuvo en quien luego se convirtiera en icono del socialismo latinoamericano. Habló del “amor y admiración” que le tenían sus compañeros, sus hijos y amigos. Y se mostró feliz porque, en su opinión, los homenajes a 40 años de su fusilamiento son producto “de la pérdida del miedo post proceso” militar argentino.
Ferrer llegó a la Universidad de Lomas de Zamora (UNLZ) unos minutos antes de la hora pautada para comenzar una exposición de las fotos, anécdotas y aquellas vivencias únicas con “Tete”, a quien conoció desde los 4 años. En esos minutos aprovechó AUNO para cruzar algunas palabras con este hombre que dijo ser “sólo un intermedio entre el ‘Che’ y la gente”.
– Usted conoció al Che desde muy pequeño ¿Cómo influyó en el futuro intelectual del revolucionario la lectura y la educación familiar en sus primeros años en Alta Gracia? – La casa del Che era una casa de gente educada. Su madre había estudiado en un importante colegio de Buenos Aires y le enseñaba a Ernesto. Por eso él no fue a la escuela en los primeros años ya que con quien aprendía era con ella; después rendía los exámenes a fin de año. Además, lo que también lo influyó fue el ambiente que se vivió en Alta Gracia cuando durante la Guerra Civil Española (1936-1939) varios intelectuales exilados se radicaron allí. Es más, el Che seguía esa guerra marcando en un mapa todas las cosas que escuchaba de los adultos. Este tipo de hechos, además de haber ido a una escuela pública donde conocía compañeritos pobres a los cuales el protegía, fue forjando la mentalidad socialista.
– ¿Cómo influyó en él el viaje que tuvieron por Latinoamérica en un momento en que había levantamientos sociales a largo del continente? – No hay que olvidarse que Ernesto había hecho un primer viaje con Alberto Granado. Igualmente creo que esa experiencia no había tenido tanta incidencia política, aunque él haya visto el estado calamitoso de los pueblos con hambre, sin protección médica, sin educación. Cuando sale conmigo, él ya hablaba de que “no se podía continuar así”. En este viaje hay una cosa muy importante que es el contacto que hicimos con el Movimiento Nacional Revolucionario boliviano (formado por el presidente Paz Estensoro luego de la revolución de 1952) que había disuelto el ejército, nacionalizado las minas e iniciado la reforma agraria. Conocimos bien Bolivia, vimos cómo se defendía la ciudad por los mineros armados y creo que eso lo impacto mucho. Bolivia tocó el nervio ideológico del Che.
– Durante este tiempo de homenajes, algunos medios resaltaron el “violento accionar del Che” y otros su lado “heroico, su compromiso” o, como decía él, “endurecerse sin perder la ternura”. ¿Cómo lo vivió usted en la relación de amigos? – Hay un dicho iraní que dice que para conocer a un hombre, aparte de ser amigos, “hay que viajar con él”. Lógicamente, a la violencia la ejerció, fue un combatiente que tuvo que tomar decisiones muy bravas (duras), custodiar a los canallas torturadores de (Fulgencio) Batista (el dictador cubano derrocado por la revolución de 1959). Pero por otro lado conocí el trato que con sus hijos y amigos, el amor y la admiración que tenían la gente que combatió con él… La prueba está cuando se empezaron a seleccionar los combatientes para Bolivia. Hubo personas que lo fueron a ver y le decían “comandante cómo no me lleva, le he fallado en algo”, y ¡sabés que nenes, no! El Che les tuvo que dar explicaciones, pero algunos debían quedarse; pero se peleaban por ir con él.
– Hubo muchos medios que para este aniversario hablaron de la “muerte” del Che, cuando en rigor fue un fusilamiento… – Lo del Che fue un asesinato. EL día 8 fue tomado prisionero porque iba acompañando a dos compañeros malheridos, encima tenía la carabina trabada por un balazo y se le había caído el cargador de la pistola. Quedó prisionero en La Higuera y un cubano que viajaba con los “rangers” bolivianos pagados por la CIA lo identificó. Luego se le avisó a ese organismo de la situación y lo mandaron a fusilar al día siguiente. Hace poco tiempo hablé con la mujer que lavó el cuerpo del Che (ya muerto) y me comentó que tenía un solo balazo. Así que la metrelleta (según se dice, al Che se lo mató con un refusilo de metralla para que pareciera “muerto en combate”) la habrán disparado dentro de la escuela donde estuvo prisionero. De La Higuera lo mandaron a Vallegrande, donde lo enterraron. El hermano de él, Roberto, viajó para reconocerlo y le dijeron que lo incineraron. Pero no fue así, porque lo habían metido en una tumba NN (una fosa común junto a otros combatientes. Los restos fueron encontrados y repatriados a Cuba en 1997).
– ¿Cómo analiza ese intento de llevar la revolución al resto de Latinoamérica, le pareció apresurado? – Cuando Ernesto se subió al “Granma” (el yate que llevó en 1956 a los 82 revolucionarios desde México hasta las costas de la isla centroamericana) para ir a Cuba, le dice a Fidel: “Terminada mi misión en Cuba, yo tengo mis ideas”.
NL-AFD
AUNO-19-10-07
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