“Yo siempre digo que la carrera del arte es mágica, te pasan las cosas más insólitas que te puedas imaginar”, define la artista plástica ecehverriana Rita Brañas, cuyas obras se exhiben en Cuba, España, Francia, Corea y China, entre otros países. Su labor también se destaca en el ámbito local: desde 2003 se desempeñó como coordinadora del centro cultural municipal “El Telégrafo”, hasta el inicio de la gestión de Fernando Gray. Durante una charla con AUNO, la artista conversó sobre su profesión e hizo un recorrido por su trayectoria, su manera de expresarse sobre el lienzo, su búsqueda de otras culturas, su afán de “cambiar el mundo”.
—Cada artista tiene o busca una respuesta ante la clásica pregunta de cómo surge la inspiración. Para Rita Brañas, ¿cómo ocurre ese momento?
—Me ocurre de repente y tengo que pintar porque sino me muero. Muchas veces me ha ocurrido de estar durmiendo, despertarme y tener que ponerme a pintar porque sino no podía descansar. Esas son las musas, los duendecillos que nos despegan de este mundo que es tan ingrato a veces.
—¿Cuándo comenzó tu vocación por las artes plásticas?, ¿fue desde siempre que quisiste dedicarte a esto o lo descubriste con el tiempo?
—No, fue desde siempre. Estaba cursando la escuela primaria el primer y segundo grado, y al dibujar ya trabajaba el claroscuro. De pronto, si dibujaba un árbol le pintaba la sombra. Miraba a mis compañeritos y veía que no dibujaban así. Así que puedo decir que la vocación me acompañó desde siempre. Hay una frase que no me canso de repetir: cuando al nacer nos toca la chispa divina del arte, será a lo largo de nuestras vidas como el aire que respiramos y la sangre que corre por nuestras venas. Muchas veces el artista no puede vivir del arte, pero mucho menos vivir sin él. Pienso que le debe ocurrir a todas las personas que tienen una vocación. Es algo que se lleva dentro. El arte es la libertad de poder expresarnos.
—Desde tu experiencia en el círculo de las artes plásticas ¿considerás que a nivel local hay una movilización importante? Es decir, ¿hay artistas y tienen su espacio?
—En este momento no te lo podría asegurar. No sé si con el correr de los tiempos habrá movimiento. Los artistas están, sólo hay que descubrirlos. Es una tarea que me apasionó cuando fui coordinadora de “El Telégrafo”, brindar el espacio a los artistas que recién comenzaban, a quienes por no tener curriculum no se le abrían las puertas de otros lugares.
—¿Qué es lo que rescatás de tu labor como funcionaria pública?—El contacto con la gente, estar en un ámbito con artistas es muy especial. Desde 2003 trabajé mucho, con mucho amor porque siento y sentí lo que hacía. Y tuve el reconocimiento de la gente…
— Pero…
—Pero ya no estoy cumpliendo esa labor porque los tiempos cambian, las políticas cambian, y el arte no es política. Yo no soy política, pienso que esa es un poco la razón. Sólo sé manejarme en el arte, son las cosas feas con las que tiene que luchar el artista. Soy una convencida de que la política es saludable y necesaria, pero cuestiono cómo nuestros políticos la llevan a cabo.
—¿Es decir que en las personas que se desempeñan hoy por hoy en ámbitos como “El Telégrafo” encontrás una cercanía política al gobierno municipal actual?
—Yo no te lo podría decir así, pero el público que transita hoy por “El Telégrafo” podrá ver cómo son las actividades ahora.
—Tengo entendido que se han estado difundiendo cosas sobre tu persona con la que no estás de acuerdo ¿Qué fue lo que ocurrió?
— Sí, eso es algo que me ha dolido mucho. Hay gente, no tengo exactamente nombre y apellido, que estuvo diciendo que yo ganaba 5 o 6 mil pesos de sueldo durante mi labor en “El Telégrafo”, y todo eso es mentira porque yo ganaba 1700 pesos. Los echeverrianos no conocían al centro cultural y cuando estuve al frente pudieron disfrutar de exposiciones, concursos de pintura, conciertos líricos, de jazz, latino, folklore. Y todo a pulmón. Quiero destacar que yo no le pagaba un centavo a los artistas porque yo no disponía de presupuesto para manejar este tema.
—¿Siendo un centro cultural municipal no tenía presupuesto para llevar a cabo las actividades?
—Si, la Dirección de Cultura lo tenía. Pero a mí, como coordinadora, no me daban un centavo para los gastos de las actividades. Ellos organizaban eventos donde sí les pagaban a los artistas. Por ejemplo, Víctor Heredia se presentó ad honorem la primera vez que vino al distrito porque yo lo contacté. Pero luego todas las actividades que hizo Cultura fue con la participación paga de los artistas.
—¿Volverías a desempeñar otro cargo similar en la zona?
—No sé si acá, pero en otro lado sí.
Brañas recorre en su memoria cada anécdota y la describe con detalles, como cuando en un evento al que fue invitada por ilustrar los “Versos Sencillos”, del escritor cubano José Martí, un representante del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires le propuso reeditar la obra con sus dibujos: “Un señor me pregunta ‘¿cuándo va a publicar el libro?’ Y yo pensé que estaba loco. Cuando me dio la tarjeta y se fue me di cuenta de que era el director del área de cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires”. Recuerda sobre la publicación que fue declarada de “interés cultural” por el gobierno porteño, por el Instituto Cultural bonaerense y por la Municipalidad de Esteban Echeverría. “¿Ves?, ahí tenés un reconocimiento”, dice entre sonrisas.
En la entrada de la casa de la artista lo primero que puede observarse es un cuadro en proceso de construcción. Es que Brañas trabaja en una serie que presentará este año en Villa Ocampo, donde fue la casa de la escritora argentina Victoria Ocampo: “Son lugares que a mi me gustan, momentos que he vivido, paisajes que me vienen a la memoria”, explica.
—Si tuvieras que elegir una exposición más cercana a tus sentimientos, ya sea por el lugar donde se realizó o por la serie que presentaste ¿Cuál sería?
—En cada exposición puse el corazón, sería como preguntarle a una madre qué hijo quiere más… Ahora, de pronto hay alguna que me pudo dar una satisfacción más que otra. Por ejemplo, la de la serie que llamé “El camino de Jesús”. Quería pintar los lugares donde estuvo Jesús en vez de mostrarlo cargando la cruz. Me acerqué al embajador de Palestina, Suhail Hanni Daer Akel, para pedirle el material pero me dijo que no tenía esa información, aunque si yo hacía la serie quería verla. Entonces cuando ya estaba prácticamente terminada le mostré algunas fotos de las obras, entre ellas la del Santo Sepulcro. Cuando el embajador la vio se le llenaron los ojos de lágrimas porque desde la muerte de Jesús la familia de su madre había tenido la misión de cuidar ese lugar, de generación en generación.
—Lo que llama la atención de tu relato es este recorrido por distintas culturas en el que pareciera que todo puede comunicarse y comprenderse a través del arte, pese a las diferencias, por ejemplo, con Oriente ¿Cuál es tu lectura en este sentido?
—Justamente me siento muy cómoda con Oriente, tanto en la zona de Japón, porque expuse en la embajada de allá, como con China o Corea. En la embajada de Corea tengo un cuadro que me compró el embajador Key-Sung Cho y me dijo que ese iba a ser el vínculo entre las culturas argentina y coreana.
—¿Crees que por medio de las artes se puede crear conciencia?
—Ojalá pudiera cambiar el mundo, sería la mujer más feliz. Sacar de este mundo el horror que se está viviendo, el crimen, la droga, las guerras, la mezquindad del ser humano, las envidias desmedidas, el hambre… Esas son cosas muy feas y tristes. Pero no está en mis manos solamente, de mi parte pido porque todo esto cambie y en la medida en que yo puedo, ayudo.
MNL-AFD
AUNO-29-02-08
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