Haber estado en el último recital de una de las bandas legendarias del rock nacional es imposible de olvidar. El abogado Emiliano Renzulli y el periodista Pablo Varela disfrutaron de ese privilegio como adolescentes seguidores de los grupos de la época e hinchas de Los Andes.
Sumo, encabezado por Luca Prodan, se presentó por última vez ante su fans el 20 de diciembre de 1987 en el estadio Eduardo Gallardón, en un show que había comenzado con la presentación de Los Violadores.
Renzulli tenía 15 años. Absorbía la música que su primo escuchaba –- en especial, Charly García –-, en una época dorada del rock nacional. Pero no había debutado en un recital, porque era muy pibe. “Tenía una vecina más grande a la vuelta de mi casa. Yo vivía a una cuadra del estadio de Los Andes. Me dijo: ‘vamos a ver un recital acá cerquita, tocan Sumo y Los violadores’”, recordó. ¡Que plato para iniciarse en la peregrinación rockera! “Para mí era una experiencia extraordinaria, mi primer recital y casi en la puerta de mi casa”, evocó con alegría el hoy abogado, que tuvo que hacer “muy buena letra” con sus padres para que lo dejaran ir. Sumo era una banda que alteraba los oídos y el pensamiento de los no rockeros y el prejuicio por el discurso contestatario hacía que muchos agitasen fantasmas alrededor de la banda y sus seguidores.
El show en Los Andes sacudió a Varela con más experiencia. Tenía 22 años y ya había disfrutado varios espectáculos musicales, entre ellos uno muy particular: se dio el lujo de ir al último recital de Sumo, ¡pero también fue al primero!
Varela rememoró los detalles que le llamaron la atención en el show debut: “Estaba la primera batera, la británica ( Stephanie Nuttal ). Un pelado que cantaba en ingles. Eso causó algo raro, ¿este tipo qué hace? Más que nada porque estábamos entrando en la guerra de Malvinas. Me impactó la actitud del tipo arriba del escenario, no le cabía una. Pasaba por arriba de todo”.
Esa presentación de Sumo fue en el club Estudiantes de Buenos Aires, en Caseros. Se dio en el marco de un festival donde tocaron Riff, Juan Carlos Baglietto, Los abuelos de la nada y Menphis, entre otros.
A Varela todavía le resuenan las palabras desafiantes de Luca destinadas a Pappo, una anécdota que quedó en la historia. El tiempo de armado de instrumentos entre grupo y grupo era largo y, antes que saliera Sumo, ya se escuchaba a las huestes metaleras cantar: “¡Y dale, Pappo, dale, dale, Pappo!”. Luca enfrentó a la barra de Riff y les dijo: “¡Para que sepan, Pappo es mi amigo! Y es más, ¡le juego una carrera a Pappo tomando ginebra cuando él quiera!”.
POCOS Y PRIVILEGIADOS
Renzulli y Varela coincidieron en que, paradójicamente, en la cancha del milrayitas no había más de 800 personas (siendo generosos) y se percibía un clima casi “familiar”. Renzulli afirmó que la baja convocatoria lo dejó “sorprendido” porque esperaba algo “a reventar”. Pero su mayor asombro fue cuando vio a Luca atravesar la platea para ir al vestuario y prepararse para salir al modesto escenario. “Yo no lo podía creer, al ser mi primer recital esperaba que los músicos salieran de una forma espectacular, con fuegos artificiales, ¡pero pasaron en frente mío!”, relató.
Por su parte, Varela se ubicó en la tribuna Boedo y luego pasó al campo cuando se abrieron las puertas. “Había poca luz, se veía muy mal”, aún se sigue lamentando. ¿Cómo estuvo el show?: “Tocaron todos los hits, no había clima rockero, pero cuando hicieron el tema ‘Fuck You’, Luca pidió hacer de nuevo la canción, la gente deliraba. Me acuerdo sus palabras en ese tono particular de él: ‘Esta salió buenísima, vamos a hacerla de vuelta’. La gente se volvió loca en ese momento”.
En detalles como estos, se veía el alma de Sumo. El hacer lo inesperado, el discurso disruptivo, lo políticamente incorrecto, la crítica ácida a una sociedad paqueta.
CHAU, SHOW; CHAU, LUCA
“Al final se llevaron a Luca en andas porque no podía caminar. Se fue muy mal, más allá de que durante el recital fue todo un profesional, cantó lo más bien”, recordó Renzulli. Después de su muerte, le dio más importancia a su obra: “Me siento parte de la historia del rock por esto. Fue una anécdota que atravesó mi vida, el colegio, el trabajo…”.
Uno de los tantos que no creyeron en la muerte de Luca fue Varela: “A dos días del show… me impactó. No lo podíamos concebir”. Para él, el líder de Sumo era un “distinto, alguien diferente a todos”.
Renzulli coincidió en la descripción de aquel italiano que hablaba en inglés y le voló la cabeza a más de una generación: “Un raro para la época, todos queríamos hablar como Luca. Las letras eran diferentes a lo que se escuchaba en el rock nacional. La extrañeza en el sonido. Fue un vanguardista”.
A 30 años de aquel acontecimiento que les mercó la vida, Renzulli y Varela rodean el Gallardón con sus sentimientos y no pueden evitar que parte del delirio juvenil se apodere de su madurez para volver a vibrar con Sumo.
RN-GDF